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¿Los más grandes de la historia?

Michael Phelps
 Ocho medallas de oro y siete récords mundiales después, el nadador de 23 años de Baltimore escribió su nombre con letras doradas. No sólo superó la marca
de Spitz, sino que dejó en el camino a leyendas como Carl Lewis, Larissa Latynina y Paavo Nurmi para convertirse en el atleta olímpico más laureado en
la historia olímpica con 14 preseas de oro en dos juegos.

Michael Phelps  Ocho medallas de oro y siete récords mundiales después, el nadador de 23 años de Baltimore escribió su nombre con letras doradas. No sólo superó la marca de Spitz, sino que dejó en el camino a leyendas como Carl Lewis, Larissa Latynina y Paavo Nurmi para convertirse en el atleta olímpico más laureado en la historia olímpica con 14 preseas de oro en dos juegos.

AP

Los Olimpiadas de Beijing dejan momentos imborrables.

Al movimiento olímpico le gusta decir que la última edición de los juegos inventados por el barón Pierre de Coubertin fue la más grande de la historia. Esta vez, esa definición podría reflejar la realidad.

Nunca como antes se combinaron logros deportivos de magnitud con un impacto social comparable al que los Juegos Olímpicos de Beijing pueden tener en la relación de China con el resto del globo. Los juegos le abrieron los ojos al mundo respecto a las nuevas realidades chinas y le mostraron los enormes cambios experimentados por este país en los últimos 20 años.

Las gestas épicas de Michael Phelps y Usain Bolt quedarán grabadas para siempre en la historia olímpica. El estadounidense Phelps logró algo que no parecía posible cuando ganó ocho preseas doradas en la natación, fijando siete records mundiales. Y el jamaiquino Bolt causó tal vez más asombro todavía al triunfar en los 100 y los 200 metros del atletismo, en ambos casos con records mundiales. Las victorias de Phelps eran esperadas, las de Bolt no.

Los márgenes espeluznantes con que ganó Bolt seguramente marcarán a una generación de aficionados al deporte.

Por si esas victorias no bastasen, Bolt se apuntó un tercer oro con un relevo, nuevamente con récord mundial.

Los records fueron precisamente una de las características de los juegos: cayeron 43 marcas mundiales y 132 récords olímpicos.

Pero los juegos trascendieron el ámbito puramente deportivo y ayudaron a borrar la imagen de gigante dormido de China. Los visitantes y todo aquél que siguió la justa por televisión descubrieron una China que se moderniza aceleradamente y en la que comienzan a asomar hábitos consumistas como los de Occidente.

El presidente del Comité Olímpico Internacional Jacques Rogge aludió a esta situación al decir que “China aprendió acerca del mundo y el mundo aprendió acerca de China”.

Durante los juegos, no obstante, se hizo claro que los chinos todavía tienen mucho camino por recorrer para ponerse a tono con Occidente, especialmente en el plano de las libertades civiles. No se permitieron protestas y se acentuó la sensación de que persiste un estado militarizado, con una población sumisa que sigue al pie de la letra las instrucciones de su gobierno.

La apatía del público contrastó con los esfuerzos que hizo el gobierno chino para montar los juegos, que incluyó la construcción de estadios de diseño innovador como El Nido y el Cubo Acuático, y acentuó la noción de que en China no son bien vistas las manifestaciones espontáneas.

Lo que nadie puede negar es que con sus 1,300 millones de habitantes y una nueva actitud más emprendedora, China es el nuevo eje de la economía mundial y está asumiendo un papel acorde con esa condición en la escena política e incluso deportiva.

De hecho, una de las notas salientes de los juegos fue el despegue de China como nueva potencia del deporte. Los chinos no solo desplazaron a Estados Unidos del primer lugar en el cuadro de medallas, sino que la dejaron bien lejos.

Los chinos cosecharon 51 preseas doradas, contra 36 de Estados Unidos, que terminó segundo en esa tabla.

Asusta pensar lo que pueden conseguir los chinos el día en que sean competitivos en atletismo y natación, las dos disciplinas que más medallas reparten. En Beijing cosecharon un solo oro en esos dos deportes.

Los chinos, sin embargo, concentraron sus esfuerzos en disciplinas menores, sobre todo en aquellas que otorgan varias medallas, y los resultados no pudieron ser mejores.

Se llevaron los cuatro oros del tenis de mesa, siete de los ocho de clavados, nueve en los 14 de gimnasia artística y ocho de los 15 del levantamiento de pesas. También sumaron tres de los cinco de bádminton y cinco preseas doradas en tiro.

Los estadounidenses conservaron la delantera en el total de preseas, con 110, comparado con las 100 de los chinos.

Pero saben que esa ventaja también puede ser efímera. “Va a ser difícil frenar a China. Los recursos que destinan al equipo olímpico, la cantidad de gente que tienen y el esfuerzo que ponen son extraordinarios”, declaró el presidente del comité olímpico estadounidense Peter Ueberroth.

Gran Bretaña, por su parte, tuvo su mejor olimpiada en un siglo y peleó el tercer lugar con Rusia. Impulsados por una impresionante cosecha de siete oros en diez pruebas de ciclismo de pista, ocuparon finalmente el cuarto lugar con 19 preseas, cuatro menos que los rusos.

Mientras que Rusia se mantuvo a duras penas en el tercer lugar, Cuba resultó una de las grandes decepciones con apenas dos medallas de oro, siete menos que en Atenas. Los cubanos no ganaron un solo oro en boxeo y también perdieron la presea dorada del béisbol, un motivo de orgullo nacional.

Por primera vez en mucho tiempo, Cuba no fue el país latinoamericano con mayor número de oros. Ese lugar lo ocupó Brasil, con tres preseas doradas: la de Maureen Maggi en el salto en largo del atletismo, la de César Cielo en los 50 metros estilo libre en la natación y la del voleibol femenino.

Brasil, no obstante, se llevó la amargura de no haber podido levantar por primera vez el trofeo olímpico del futbol. Para colmo, el que lo eliminó en la rama masculina fue nada menos que Argentina, su rival de siempre, que terminó llevándose su segundo oro seguido.

Jamaica, por su parte, causó sensación al ganar cinco de las seis medallas doradas de velocidad pura en el atletismo, incluidas las tres de Bolt.

Luz y sombra para México

Los Juegos Olímpicos vieron nacer nuevas leyendas deportivas y, a su vez, también las explicaciones más inusitadas tras un desempeño que no cumplió con sus propias expectativas.

Dentro del primer grupo se encuentran los nombres de los taekwondoínes María del Rosario Espinoza y Guillermo Pérez, quienes llegaron a Beijing como fuertes promesas de medalla.

Espinoza había logrado el campeonato mundial en el 2007, mismo año en el que se convirtió en campeona panamericana, de tal modo llegaba como una de las cartas fuertes.

Espinoza cumplió con su etiqueta de favorita al ganar una medalla de oro en la categoría de más de 67 kilogramos, derrotando en la semifinal a su acérrima rival, la inglesa Sarah Stevenson y en la final a la Noruega Nina Solheim.

La taekwondoín recibió una buena dosis de motivación de parte de su compañero Guillermo Pérez quien dos días antes se había colgado la medalla de oro en la división de los 58 kilogramos al imponerse ante el dominicano Gabriel Mercedes.

Con el oro, Guillermo rompió por completo con el pronóstico que había dado la revista especializada en deporte, Sports Illustrated, que lo situaba en el tercer lugar, mientras que a Espinoza le daba la plata.

“Confío en que se equivoquen”, decía el presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), Felipe Muñoz Kapamas, antes de salir a Beijing. En parte, así fue.

Tatiana Ortiz y Paola Espinosa, ganaron bronce en clavados sincronizados, como acentaba la publicación estadounidense; sin embargo Espinosa no pudo conseguir la presea en individuales.

Aunque consiguió un cuarto lugar y cumplió así con los parámetros de la Jefatura de Misión; Tatiana fue quinta en esa misma prueba y Yahel Castillo fue séptimo en trampolín.

El arquero Juan René Serrano cumplió con una buena actuación pues se quedó a una sola flecha de ganar por lo menos bronce.

Dentro de las expectativas no cumplidas se encuentra el caso del marchista Eder Sánchez, quien esperaba situarse dentro de los primeros cinco en los 20 kilómetros; sin embargo llegó 15 debido a un malestar estomacal. “No me sentí como yo quería al final tuve un problemilla estomacal a los 12 kilómetros”, comentó al término de su prueba.

Otra de las promesas no cumplidas corrió a cargo del canoísta José Everardo Cristóbal, pues él esperaba llegar cuando menos a la final, algo que no sucedió. El campeón mundial en 2006 quedó eliminado en la semifinal al situarse en el sitio ocho.

La velerista Tania Elías Calles tampoco pudo pelear por un lugar en el podio al terminar su participación olímpica en el puesto número 13 por lo que no pudo acceder a la final.

Los que cumplieron pueden estar tranquilos: Carlos Hermosillo

Los que cumplieron, pueden estar tranquilos. Es el mensaje de Carlos Hermosillo, director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), al hacer el balance de la participación de México en los Juegos 0límpicos.

El dirigente es claro en el sentido de que, deportivamente, se logró una participación destacada, apenas atrás de los Olímpicos de 1968 (tres oros), celebrados en nuestro país, porque si bien en 1984 se obtuvieron también dos medallas doradas, el igual que en Beijing, a Los Ángeles no acudieron los países del bloque socialista. “Desde entonces no teníamos dos oros”.

Sin embargo, precisa que el reconocimiento tiene que ser para quienes lo merecen, y no se permitirá que otros se “cuelguen de las medallas obtenidas”. Para María Espinoza, Guillermo Pérez, Paola Espinosa y Tatiana Ortiz, asegura, “están por venir cosas muy buenas, al igual que para los atletas que definitivamente se esforzaron, que cumplieron con las expectativas en sus respectivos deportes”.

Así las cosas, sólo en las disciplinas de clavados y taekwondo pueden respirar con calma; y quizá se podría sumar al tiro con arco. Pero no más. La rendición de cuentas que se espera al regreso a México, será extensa.

“La actuación es buena, pero no en relación al país que tenemos. México merece mucho más”, dice. “Tenemos a 16 deportistas entre los primeros 16 en ocho disciplinas, algo muy positivo, pero hay que darles seguimiento”.

Una vez más, el dirigente retoma el tema de la reestructuración del deporte en el país, y anuncia que llegará a todos los sectores, aunque en esta ocasión, al hacer un balance de resultados, se dirige especialmente a dos. Y de nueva cuenta sus palabras suenan a advertencia: “Seremos muy cuidadosos, porque no podemos estar a expensas de entrenadores poco preparados y de metodólogos no capacitados. Se exigirán programas de trabajo a todas las federaciones, con indicadores precisos”.

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Escrito en: Beijing

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