Madres y familiares acudieron este 30 de abril, al panteón infantil de San Isidro para cubrir las tumbas de los pequeños difuntos con globos, juguetes y dulces. (El Universal)
“¡Shhhh, bebé durmiendo!”, es la idea que tienen cientos de madres y familiares que acudieron este 30 de abril al panteón infantil de San Isidro, cuyas tumbas quedaron cubiertas con globos, juguetes y dulces, para celebrar a sus pequeños difuntos.
El que quizá sea el único panteón para niños del Valle de México, ubicado en Azcapotzalco al Norte de la Ciudad de México, se llenó de color este Día del Niño, en el que desde temprano y aún bajo una pertinaz lluvia, muchos padres, abuelos, hermanos y tíos arreglaron las tumbas de sus pequeños fallecidos.
“Teníamos que venir el mero día, porque todos los demás niños iban a estar arreglados y él no!”, afirmó Eva Téllez quien junto a su marido Santos González, tienen más de 44 años visitando a su hijo Daniel, quien falleció cuando tenía nueve años, en 1963.
Daniel está enterrado junto a su prima Anita, quien murió siendo una bebé, desde hace más de 37 años, en una tumba a perpetuidad, luego de una enfermedad “rápida tipo leucemia que se lo llevó en menos de un mes”, relató doña Eva, al tiempo que arreglaba con flores y globos la pequeña tumba en la que yace el quinto de sus siete hijos.
La música de “Cepillín” y de angelitos, acompañó este día a la pequeña Casandra Dalai, quien también tuvo pastel, “pues el 22 de abril era su cumpleaños”, con el que llegaría a seis años de edad, afirmó su joven madre Laura Nayeli.
Casandra falleció hace seis meses y su tumba cubierta por una casa de cristal, esta llena de juguetes y cientos de calcomanías de Kitty, un juego de té “para que juegue con sus amiguitos” y su foto vestida de reina de cuando cumplió tres años, la cual amorosa acomodó y limpió su abuelita Araceli Hernández.
Como si fueran tumbas de concurso, cientos de padres acudieron a recordar a sus hijos con globos metalizados, rehiletes, dulces y hasta piñatas; otras con poemas como el que escribieron al pequeño Kevin: “Nos quitaron tu cuerpecito, pero no nos quitaron tus risas, tus primeros pasos, ni tus primeras palabras”.
La tumba de Aze, como llamaban a Azeneth, es sólo el nicho en él duerme una bebé de dos años quien murió al caer de una resbaladilla en el parque, relató Leticia su tía, quien ayer día salió temprano de la escuela, especialmente para ir a limpiar la tumba de cristal de su sobrina, adornada con cientos de juguetes meticulosamente acomodados, entre los que resalta una pintura al óleo de la pequeña.
Erwin Youtself, quien falleció cuando tenía un día de nacido, recibió dos mamilas con agua, globos, una chambrita y una bolsita de dulces, que su madre acomodó cariñosamente, mientras las lágrimas asomaban a sus ojos.
La fiesta se extendió hasta uno de los rincones del panteón San Isidro, en donde Lupita convirtió en un colorido jardín de niños, las tumbas de Kaury, “mi pilón, porque era la más pequeña de mis hijas” así como la de Juanito su primito, quien murió el mismo día que la pequeña de 10 meses.
“Aquí festejamos sus cumpleaños, Navidad y por supuesto el Día de Reyes”, quienes llevan juguetes a los niños que ya se fueron al cielo, afirmó Guadalupe Acosta.
