
El hallazgo sugiere asimismo la posibilidad de que una parte de la variabilidad anatómica que se observa en nuestra especie haya sido una característica que arranca ya desde el origen del Homo sapiens.
Un nuevo fósil, correspondiente a un Homo sapiens que vivió hace poco más de 100 mil años en el entorno del actual lago Eyasi (Tanzania), incrementa la diversidad anatómica conocida en los Homo sapiens arcaicos, explicó el director de esta investigación, Manuel Domínguez Rodrigo.
Los restos encontrados presentan una mezcla de caracteres inédita hasta ahora, ya que junto a una serie de rasgos anatómicos primitivos, que se consideraban típicos de los homínidos anteriores a la aparición de nuestra especie, el fósil presenta otros rasgos, como la gracilidad del hueso craneal, que contrastan con la robustez anterior al sapiens.
En esta mezcla de caracteres, el nuevo fósil aporta un grado de diversidad de los primeros representantes de nuestra especie en África mucho mayor de lo que se había documentado hasta la fecha, según Rodrigo.
Esto sugiere que la transición de las formas pre-sapiens a sapiens no fue tan gradual y progresiva como se pensaba hasta ahora.
Desde hace 200 mil años hay individuos con cráneos redondeados, frontales elevados, torus supraorbitario poco marcado y reducción del grosor del cráneo, y otros, como muestra el nuevo fósil, con una combinación de rasgos primitivos y modernos.
Para la mayoría de los investigadores, que defiende un origen de Homo sapiens en África hace unos 200 mil años, nuestra especie surgió de un proceso cladogenético (es decir, el sapiens habría surgido de homínidos anteriores a través de un evento de separación paralelo a la existencia de otros homínidos en otras partes del planeta) para luego expandirse y causar la extinción de otros homínidos contemporáneos.
Para otros, partidarios de la llamada teoría multirregional, el Homo sapiens pudo haber surgido anagenéticamente (proceso por el que una especie va paulatinamente dando lugar a otra) en varios lugares de Eurasia y África de forma paralela, a partir de los homínidos que existían en esas regiones y con los que mantuvieron un flujo genético, señaló Domínguez.
La primera teoría goza en la actualidad de mayor apoyo científico.
La aparición y rápida expansión de Homo sapiens se ha interpretado como un ejemplo de rápido éxito evolutivo, asociado a una serie de cambios físicos, como el desarrollo del lóbulo frontal y su posible relación con una mayor inteligencia, capacidad de simbolismo y lenguaje articulado.
Desde esta visión, se ha pensado en una escasa variabilidad en las características físicas del inicio de nuestra especie; una idea muy extendida es que los primeros Homo sapiens gozaban de cierta homogeneidad, que solamente su expansión en los últimos 100 mil años por diversas partes del planeta habría diversificado.
El nuevo homínido descubierto en el Lago Eyasi (Tanzania) permite proponer una interpretación diferente.
El trabajo, publicado en la revista científica Journal of Human Evolution, fue dirigido por Manuel Domínguez Rodrigo, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Junto al equipo de la UCM han participado investigadores de las universidades de Valladolid, Dar es Salaam (Tanzania) y MacMaster (Ontario, Canadá), así como de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.