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Ensayo sobre la cultura / LA GLOBALIZACIÓN DE CORTO ALCANCE

José Luis Herrera Arce

En estos días leo “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” de Haruki Murakami. En las pocas páginas que llevo me han venido una serie de reflexiones que deseo compartir con ustedes. Me doy cuenta, por la edad del autor, por la época que describe la novela y por la edad que yo tengo, que en las diferentes partes del mundo, algunas referencias culturales, son las mismas.

Uno, cuando lee autores de esa parte oriental del mundo que según dicen es el anverso de la moneda occidental, querría encontrarse las referencias a esa otra cultura que se nos escapa de la mano y desconocemos. En este libro no lo encuentras. Te parece estar situado en Japón por los nombres de los personajes y los nombres de los lugares pero no hay nada más. El medio ambiente que envuelve las situaciones son el mismo medio ambiente que envuelve tu propia situación.

Me explico: Al principio, este personaje está cocinando unos espaguetis. En Japón debiera haber algo más digno de cocinar para un joven que espaguetis al cual lo conectamos con Italia. Pero no sólo los cocina sino que lo hace teniendo como fondo musical que viene de la radio, “La Urraca Parlanchina”, fragmento de una opera.

Hasta ahí la imaginación no puede hablar de un personaje culto de clase alta, pero no lo era. Aunque hubiera estudiado una carrera universitaria estaba desempleado. La situación sugéneris, era que el , por su situación, se encargaba de los trabajos domésticos mientras que su mujer se encargaba del trabajo.

Al continuar con la novela, hay otras referencias musicales que te remiten a lo mismo. Cuando va a la tintorería a recoger una ropa que lleva tiempo ahí, se refiere a que le da confianza el tintorero porque estaba escuchando a Andy Williams. Los que son de mi generación conocerán a este pianista que hizo furor en nuestra época.

Advierto que este no es el tema fundamental de la novela y que apenas comienzo a meterme en su temática. Es un libro largo. Lo que me ha llamado la atención hasta ahorita son estos rasgos de globalización donde se antoja estar viviendo en una pequeña isla donde todo es lo mismo. La música universal es la música universal, y las diferencias individuales pueden ir desapareciendo o pueden dejar de tener importancia en el futuro donde seguramente estaremos inmersos en la aldea global como la llamaba Macluhan.

Esta curiosidad , de las cosas Que escuche un japonés las pueda escuchar un mexicano y que sean los usos ya aceptados globalmente que por lo general se producen en Los Estados Unidos, cabeza del imperio, y que si no ahí, han pasado por su tamiz para comercializarse con ciertas características, (hamburguesas, pizzas, Taco Bell) me lleva a pensar que en realidad el abrir la frontera los mercados no nos está multiplicando las opciones sino que por el contrario nos las minimiza. No tenemos más de donde escoger sino que cada vez tenemos menos de donde escoger. En otras palabras podríamos decir que no estamos enriqueciendo nuestra cultura sino que la estamos empobreciendo.

Esto me lleva a preguntarme de mi experiencia de verano, cuando tienes la oportunidad de recorrer las tiendas con calma y darte cuenta de la oferta de satisfactores a las que puedes accesar. No hay mucho. La tiendas o se están vaciando o ya están vacías; por lo menos algunas donde suelo ir a buscar cosas. Será que no es temporada y tendré que esperar para navidad para reencontrar los surtidos a los que estaba acostumbrado. Será que la comercialización consiste en vender mucho de lo mismo y que la variedad va en contra de las ganancias de la empresa. No lo sé. Supondría que las promesas del sistema en que vivimos me ofrece más de todo, opciones, sobre todo opciones y de repente el mundo me parece tan chiquito.

Si eso fuera todo el problema, pero no; por otro lado, estas opciones que se me ofrecen no me satisfacen como las de antaño. Si ya sé que estoy envejeciendo y que para mi los contenidos de antaño me refieren a mi propia historia; pero por más que quiero comparar calidades, lo nuevo como que no ha encontrado la forma de superar a los antiguos. Como que no hay ese interés.

Véalo usted en nuestras estaciones radiofónicas culturales. (Los bárbaros del norte) se han empeñado en copiar los moldes de las estaciones comerciales para obtener los reatings necesarios y así lleguen los mensajes políticos. (Creo que la única diferencia entre una estación llamada comercial y una cultural es el tipo de publicidad que transmiten, en una es comercial y en la otra es política) con baños de pueblo, han olvidado que una de las funciones es educar, o sea , abanico de opciones. Estas lo cierran. Se han convertido en más de lo mismo.

Cuando escuche eso de que el personaje cocinaba espaguetis escuchando la Urraca Parlanchina, me dije a mi mismo, ¿cuándo un personaje situado en Torreón, podría encontrarse en esa situación? ninguna estación de radio de la ciudad nos daría ese servicio.

¿La poca mercancía en los estantes se debe por la poca afluencia de clientes porque nadie invierte en el gusto, porque reducimos al mínimo nuestros satisfactores? ¿Será?

Hay que pensarlo tantito.

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