
Epigmenio Ibarra revolucionó las historias del melodrama en el país, cambiando las tramas de “Cenicienta” por otras más reales. (Jam Media)
Epigmenio Ibarra es un idealista. Su labor, y visión de izquierda le han permitido no sólo consolidar su empresa Argos como la segunda productora independiente de televisión y cine más importante en América Latina, también el haber revolucionado el género de la telenovela en México, en 1996, con Nada Personal.
Pero el camino trazado por este visionario mediático no ha sido fácil: Epigmenio Ibarra fungió durante años como corresponsal de guerra para Imevisión (hoy TV Azteca), etapa en la que pudo entrevistar al Subcomandante Marcos, y al no contar con el apoyo de la televisora del Ajusco, logró abrir un espacio en MVS para que el diálogo fuera transmitido.
De las guerras y los levantamientos armados, Epigmenio saltó al mundo del entretenimiento, consciente del hambre de historias reales, y no más “Cenicientas” en la pantalla. Ibarra logró hacer de este género una herramienta informativa y transformadora.
En una entrevista otorgada a una revista de negocios en 2002, el productor narró que en la guerra en El Salvador y en Nicaragua lo único que podía ver eran las telenovelas de esos países.
Su primer paso en el mencionado género fue con Nada Personal (1996), un proyecto que pasó de ser una serie policíaca a un producto que marcó un hito en la historia de la televisión en México.
Le siguieron Mirada de Mujer (1997), Tentaciones (1998), El Amor de mi Vida (1998), Demasiado Corazón (1998), La Vida en el Espejo (1999) y Todo por Amor (2000).
En especial, Mirada de Mujer y La Vida en el Espejo escribieron una página muy importante en el mundo de la televisión en México, pues ambos tenían como protagonistas a actores maduros (Angélica Aragón y Gonzalo Vega), y la trama abordaba las relaciones de pareja entre personas de más de 40 años.