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EL DIVÁN / ¿Por qué es tan difícil elegir una carrera?

Lic. José Antonio Miranda Hernández

Nos acercamos al tiempo de egreso de los chicos(as) de bachillerato y como padres de familia nos preguntamos ¿Qué carrera estudiará mi hijo(a)? ¿Estará seguro(a) de su elección? ¿Qué puedo hacer yo para ayudarlo(a)? Éstas y otras preguntas pasan por la mente de los padres más frecuentemente de lo que nos podemos imaginar y en ocasiones se vuelve un suplicio el encontrar para el muchacho la carrera que más le agrade y sobre todo para la que se sienta capaz.

Sabemos que la elección vocacional no representa mayor problema para algunos jóvenes, desgraciadamente no lo es para la mayoría, quien oscila entre estudiar medicina porque mi bisabuelo, abuelo y papá son médicos hasta el joven que puede elegir las 20 carreras disponibles en una universidad.

Es importante dimensionar el fenómeno, en primer lugar hasta dónde como padres debemos ayudar a nuestro hijo(a) en la elección, y sobre todo de qué forma ayudarlo(a). En segundo lugar evaluar si un joven en este momento es capaz de elegir lo que hará el resto de su vida.

El primer punto es bastante complejo, porque es una elección que se supone debe hacer el futuro profesionista, y al momento de tomar la decisión se cuenta con una edad entre 17 a 20 años aproximadamente, cuando se está pasando el dejar la etapa adolescente y llegar a la adulta, en el mejor de los casos, aunque se sabe que México la adolescencia muchas veces se prolonga hasta los 25 años o incluso más. En este momento el chico(a) realiza intentos por alcanzar su independencia, empieza a tener relaciones significativas y busca saber quién es en la vida y para dónde va. Entonces como padre ¿Cómo puedo ayudarlo yo, si es muy probable que esté en una crisis existencial y el objetivo emocional es precisamente que logre la independencia de mí, como su padre? Difícil, ¿no?, pero definitivamente es su elección y se debe respetar pero nuestro hijo(a), no está preparado para hacer esta elección porque en el pasado no respetamos sus decisiones, o no pusimos atención a lo que le importaba o intentamos solucionarle todos los problemas, o de plano asumimos que ellos no tienen ninguna crisis porque sacaron sólo diez de calificación durante toda la secundaria y bachillerato. Obviamente esto nos pone en crisis, porque nuestros hijos(as) son un reflejo de lo que nosotros somos o les enseñamos.

No se trata de decir que los padres somos responsables de todo lo que a los hijos(as) le sucede, pero ¿cómo vamos a esperar que nuestro hijo(a) tome una decisión madura, cuando no le hemos enseñado con el ejemplo cómo se toma una decisión y esperamos que el medio ambiente o la escuela le enseñe lo importante de la vida?

El segundo punto es quizás todavía más complicado, porque se le pide como sociedad a un adolescente que elija qué va a ser de su vida, cuando muchas veces no sabe ni qué camisa se va a poner para la fiesta. Pensamos muchas de las veces que con el simple hecho de ir a la escuela basta para que los chicos(as) les quede claro qué es lo que hay qué estudiar, cuando nos damos cuenta en la realidad que a los 45 ó 50 años todavía no sabemos qué hacemos o por qué hacemos tal cosa en nuestra vida, esperando que los muchachos con imperfecciones en el rostro decidan sobre su destino.

Quizás el compromiso más importante será como padres y como sociedad procurar que la educación tanto en las escuelas como en los hogares se haga fortaleciendo la autonomía y responsabilidad de los jóvenes desde la edad temprana, no decidiendo por ellos qué van a comer, en dónde van a vacacionar o con quién deben salir o van a vestir, o como escuela poner un examen vocacional que te diga quién eres o quién vas a ser en un simple papel, o en el hogar, dejando a su libre albedrío todo, sin preocuparnos de qué es lo que necesitan, aduciendo que yo educo a mis hijos con libertad, cuando en realidad lo que se oculta es el poco interés por ellos.

Estoy convencido de que estas “equivocaciones”, no son conscientes ni mucho menos intencionadas de parte de nosotros como padres, sino más bien obedece a la desinformación y poca cultura que tenemos acerca del desarrollo, necesidades y expectativas de nuestro propios hijos y de cómo la sociedad exige que sean maduros a una edad en la que se piensa en otras cosas muy diferentes al futuro.

Considero que se deben de crear espacios donde los padres y muchachos(as) reciban esta información y no sólo el costo del semestre o si el hijo(a) es apto para la aeronáutica espacial o lo último en tecnología, siendo corresponsables como psicólogos y educadores de que es lo que conlleva elegir una carrera, procurando crear una sociedad más informada que permita una mejor toma de decisiones.

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