Maleza en los camellones, pavimento semidestruido y basura en los lotes baldíos es parte del paisaje urbano de Ciudad Nazas, un ambicioso proyecto integral inmobiliario que terminó en el olvido.
Miles de pobladores del sector carecen de servicios básicos de calidad
Ciudad Nazas fue anunciado en 1995 como un macro-proyecto inmobiliario por empresarios regiomontanos que se asociaron con ejidatarios de lo que fue la comunidad llamada San Antonio de los Bravos. El proyecto, con una inversión millonaria, se crearía sobre una superficie de 500 hectáreas donde se construirían alrededor de 20 mil viviendas en un entorno con perspectiva integradora que tendría farmacias, guarderías, un hospital, iglesias, áreas verdes entre otros servicios de primera.
Hoy, Ciudad Nazas es uno de los sectores habitacionales más olvidados en cuanto a la atención de sus servicios básicos. Pese a su alta densidad poblacional carece de accesos; una estrecha calle llamada Gilberto Rodríguez, paralela al Panteón Jardines el Tiempo, es la entrada principal para miles de personas que viven en algunos de los 20 fraccionamientos que se crearon en el sector.
Luego de que el proyecto visionario de la asociación comercial regiomontana llamada Grupo Zela se viniera abajo, el objetivo se desvirtuó y quedó en la venta de macro-lotes a fraccionadores, que edificaron como quisieron. Un problema legal surgido entre los ejidatarios y los empresarios regiomontanos detonó un conflicto que contribuyó al fracaso del desarrollo de “la nueva ciudad” que se pretendía crear en lo que durante varios años funcionaron las ladrilleras de Torreón.
Un recorrido por el polvoso sector muestra su realidad: problemas en el alumbrado público, “graffiti” en viviendas, gran cantidad de espacios invadidos de maleza y basura, cordonería destrozada, pavimento prácticamente inexistente, constantes problemas en el drenaje sanitario y baja presión en el servicio de agua potable.
Para la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), Ciudad Nazas es el ejemplo de lo que no se debe hacer en desarrollos inmobiliarios, pero también es la muestra de la tolerancia que, por años, administraciones municipales y estatales han tenido con desarrolladores de vivienda que no les preocupa “estrangular vialidades y dejar de urbanizar lo que por obligación les corresponde’’, según Ernesto Llamas Sotomayor, presidente de la Canadevi.
Y es que según urbanistas como Jorge Álvarez Simental, “Ciudad Nazas no recibió equipamiento de nada. Los servicios básicos no fueron suficientes y de calidad para las necesidades que tendría en el futuro. Los desarrolladores de entonces no sopesaron la necesidad del equipamiento de toda esa área y el paso de los años ha hecho más complicado el rescate de ese lugar”.
Según él, “para esa área de tanta densidad poblacional se necesita una preparatoria, un hospital, una estación de bomberos, un jardín de niños, casetas de policía, pero no los hay porque cuando se definieron los lotes de venta, nunca se definieron áreas para equipamiento”.
Mientras que el proyecto era integrador contaba con un sistema de vialidades comunes, pero al “desbaratarse el objetivo, se crearon los fraccionamientos en forma individual y de acuerdo con las necesidades de cada constructor, lo que provocó que se truncaran vialidades como la de La Libertad y la avenida Juárez Oriente, pues nadie los obligó a urbanizar su parte”.
Álvarez Simental fue director de Desarrollo Urbano en 1997-1999 y asegura que en ese entonces la construcción de casas era incipiente. “Nosotros lo único que rescatamos para el Municipio y lo que legalmente correspondía era el porcentaje de áreas verdes”, dice.
Asegura que fue entonces cuando se rescataron las hectáreas que corresponden al parque Las Etnias y otras áreas de cesiones para vialidades.
Otros urbanistas, que pidieron que se omitieran sus nombres, indicaron que desarrolladores de vivienda se excusan en que la crisis financiera de 1996 fue lo que provocó que no se concretara el proyecto inmobiliario.
Dicen también que la causa de que los fraccionamientos que suplieron aquel proyecto se encuentren en condiciones tan deplorables, es por la falta de energía de autoridades municipales que no aplican “mano dura” para que los desarrolladores cumplan con sus obligaciones de urbanizar y prefieren vender casas, aunque el entorno carezca de pavimento y limpieza.
La avenida Juárez y el bulevar La Libertad, inconclusos en la actualidad, pero rodeados de viviendas, son la muestra de que los constructores hacen lo que quieren porque gozan de la tolerancia de las autoridades municipales, en tanto las licencias para construcción de nuevos fraccionamientos, sin la infraestructura básica, continúan.
