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Celestún, un tesoro en la pobreza

En septiembre próximo llegarán a Celestún expertos de la UNESCO para evaluar los atractivos y recursos naturales del lugar. (El Universal)

En septiembre próximo llegarán a Celestún expertos de la UNESCO para evaluar los atractivos y recursos naturales del lugar. (El Universal)

El Universal

A pesar de ser un edén que incluye manglares, una isla de los pájaros y un bosque petrificado, sus pobladores no cuentan con apoyo para desarrollar el ecoturismo.

Después de que la zona arqueológica de Chichén Itzá fuera reconocida entre las nuevas siete maravillas del mundo, Yucatán se prepara para que la UNESCO declare como Patrimonio Natural de la Humanidad la Biosfera de Celestún, un refugio costero de aves exóticas, lagartos, venados y tigrillos, 70 kilómetros al oeste de Mérida.

Celestún ya figura dentro de la Red Mundial de las Reservas de Biosferas que promueve la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), lo que significa el primer paso para ser designado Patrimonio Natural de la Humanidad, según el legislador priísta local Martín Enrique Castillo Ruz. Dicha red incluye 19 sitios que están compitiendo por el reconocimiento.

En septiembre próximo llegarán a Celestún expertos de la UNESCO para evaluar los atractivos y recursos naturales del lugar, además de constatar su conservación, indicó Castillo Ruz, integrante de las comisiones de Patrimonio Cultural y de Hacienda del Congreso estatal.

Desarrollo económico y turístico

La Reserva de la Biosfera Ría Celestún incluye manglares y atractivos como la isla de los pájaros, refugio de aves consideradas en vías de extinción, así como un bosque petrificado, su laguna y una ría, donde anidan miles de flamingos rosas, pelícanos y patos, especies consideradas reservadas.

Decretada como reserva natural en febrero de 2000, ocupa una franja costera de 81 mil 482 hectáreas de los municipios yucatecos de Celestún y Maxcanú, así como el de Calkiní, Campeche.

La biosfera incluye la reserva ecológica de El Palmar, y según el diputado Martín Enrique Castillo Ruz, con la declaratoria de Patrimonio Natural de la Humanidad se obtendría un mayor impulso turístico nacional e internacional, además de los apoyos económicos necesarios para conservar su belleza natural, su flora y su fauna.

Castillo Ruz dijo que para obtener esa distinción, la UNESCO no solamente evaluará los recursos naturales y los atractivos del lugar, sino que también habrá de analizar las condiciones de sanidad y medio ambiente, pero aseguró que la biosfera de Celestún ya ha sido considerada como un candidato viable para obtener la distinción del órgano internacional.

Catálogo excepcional

La declaración como Patrimonio de la Humanidad permite la inclusión en una lista de la UNESCO de sitios de importancia excepcional que deben de ser conservados y difundidos como herencia cultural y natural común de la humanidad.

Hasta 2008, el catálogo incluye 878 sitios, de los cuales 679 son culturales, 174 naturales y 25 mixtos, localizados en 145 países.

Cada sitio Patrimonio de la Humanidad pertenece al país en el que se localiza, pero se considera como de interés para la comunidad internacional y por ello debe ser preservado para las futuras generaciones.

La protección y la conservación de estos sitios son preocupación de los 184 países que ratificaron la Convención de las Naciones Unidas para la protección de la herencia cultural y natural de la humanidad del 16 de noviembre de 1972.

El 7 julio de 2007, con el apoyo de millones de votos depositados por Internet en todo el mundo, la zona arqueológica de Chichén Itzá, 130 kilómetros al oriente de Mérida, fue reconocida como una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo, por una iniciativa privada sin el apoyo de la UNESCO.

Zona ecológica

La Reserva de la Biosfera Ría Celestún ocupa una franja costera.

En ella se pueden encontrar manglares y atractivos como la isla de los pájaros, refugio de aves consideradas en vías de extinción, así como un bosque petrificado, su laguna y una ría, donde anidan miles de flamingos rosas, pelícanos y patos, especies consideradas reservadas.

Decretada como reserva natural en febrero de 2000, ocupa una franja costera de 81 mil 482 hectáreas de los municipios yucatecos de Celestún y Maxcanú, así como el de Calkiní, Campeche

Al menos 150 lancheros viven de los recorridos turísticos por la ría de Celestún, el paseo tiene una

duración que va de una o dos horas.

‘No tocamos a mosquitos’

En medio de una nube de moscos que abruma a propios y extraños en el atardecer de este pequeño municipio del poniente costero de Yucatán, el presidente de la Federación Turística de Lancheros, Carlos Yerbes Solís, asienta: “Soportamos todo, hasta moscos, porque aquí no se puede fumigar, es una reserva ecológica y está prohibido”.

El dirigente sostiene que son al menos 150 los lancheros que viven de los recorridos turísticos por la ría de Celestún, y que incluye una visita a corta distancia de la zona donde los flamingos rosa se bañan en el cristalino “ojo de agua”, así como a la zona de manglares y al “bosque petrificado”.

El recorrido es de una o dos horas, y también lleva por la ría hasta el pueblo fantasma, donde se conservan las ruinas de lo que los lugareños aseguran que fueron de piratas que navegaban por la zona y hasta Campeche.

El costo del viaje es de entre 500 y mil pesos en una pequeña lancha (6.7 metros de largo) con capacidad máxima para ocho personas y bajo estrictas recomendaciones.

Durante la travesía no se pueden expender ni consumir alimentos, porque es reglamentario para los lancheros evitar y procurar que no se deje basura a lo largo de la ría, parte de la Biosfera de Celestún.

“Es bonito que a nivel internacional tomen en cuenta Celestún, pero no tenemos apoyo. Los lancheros apenas si ganamos de 200 a 300 pesos diarios”, aseguró Yerbes Solís.

De sus ingresos, los lancheros tienen que pagar la gasolina y derechos que les cobra la Secretaría de Fomento Turístico del estado para poder operar en esa reserva. Acostumbrado, el dirigente de los lancheros se sacude con la mano los moscos y tras reiterar que no se puede fumigar, asegura que los turistas no aguantan a esos insectos. “Nosotros ya nos adaptamos, gajes del oficio”, añade.

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