
Stewart sopló a Simonyi un último beso a través de la ventana de una habitación donde éste permanece en cuarentena antes de realizar el viaje. (AP)
Agencias
BAIKONUR, KAZAJISTÁN.- La reina estadounidense de las tareas domésticas, Martha Stewart, cambió su lujoso estilo de vida por una espartana base de cohetes kazaja para despedir a su novio multimillonario Charles Simonyi, que se convertirá en el quinto turista del espacio.
Stewart, más familiarizada con el lanzamiento de nuevos productos para el hogar que con el lanzamiento de cohetes espaciales, sopló a Simonyi un último beso a través de la ventana de una habitación donde éste permanece en cuarentena antes de realizar el viaje de su vida a bordo de un cohete ruso Soyuz.
“¡Tienes buena cara! Todos dicen que estás en plena forma”, dijo el ama de casa más célebre del mundo al experto en programas informáticos. Pese a que sus manos temblaban al sostener el micrófono, Simonyi aseguró a Stewart que no estaba nervioso ayer a menos de 30 horas del despegue con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI).
“Dormí muy bien anoche y espero dormir muy bien esta noche”, dijo Simonyi.
En entrevista, Stewart dijo: “No estoy nerviosa. Están entrenados realmente bien”.
Simonyi llevará consigo al espacio una página de uno de los libros de cocina de Stewart para exhibir sus dotes culinarias entre los astronautas, a quienes preparará comida francesa el jueves para festejar el Día del Cosmonauta Ruso. “Uno de los platos tiene una salsa de vino que es muy común en la cocina francesa. Creo que la tripulación estará muy contenta de comer algo distinto luego de todo este tiempo en el espacio”, afirmó.
La salsa en cuestión no violará las reglas de la EEI que prohíben la ingestión de alcohol, aseguró a periodistas el comandante Fyodor Yurchijin apareciendo también tras la ventana, lo cual llevó a Stewart a pedirle que cuide bien a Simonyi.
La gurú de los hogares estadounidenses dijo que vio un arcoiris sobre la pista de lanzamiento al llegar al lugar, donde posó para varias fotografías frente al cohete, modelando una campera gris y un sombrero ruso Ushanka, de piel negra. “Si uno cree en las señales, ésta debe ser una buena”, dijo. Simonyi replicó: “No puede hacer daño”.
Pese al romance flotando en el ambiente, la pareja no sellará de manera inmediata sus destinos, dijo Stacey Tearne, de Space Adventures, la empresa que organizó el viaje y la estadía de 13 días de Simonyi en la EEI, por el módico precio de 25 millones de dólares.
“No se van a comprometer mañana”, aseguró Tearne, despejando los rumores de que la pareja anunciaría su compromiso antes de la entrada de Simonyi en órbita.