
Jesús Reyes Heroles trabajó cinco años en dialogar con las dirigencias de las Fuerzas de Oposición al PRI, a fin de generar el clima adecuado a la Reforma Política de 1977. (El Universal)
La Reforma Política de 1977 dio origen al juego político a las minorías, con la figura de diputados de representación proporcional, y a mecanismos de una desconocida competencia electoral.
Dentro de las entrañas del sistema político mexicano, Jesús Reyes Heroles trabajó cinco años en dialogar con las dirigencias de las Fuerzas de Oposición, del PRI, así como con dos presidentes de la República, a fin de generar el clima adecuado a la Reforma Política de 1977, que fincó las bases del actual esquema electoral.
Las oposiciones estuvieron de acuerdo con Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación, en actuar a favor del cambio político, de cara a una situación nacional complicada por la violencia contra la disidencia, una crisis de instituciones y fuertes sacudidas del sistema, por reacomodos entre grupos de poder.
Una crisis económica -estallada en 1976, que ahondó la condición de hambre entre los pobres y el derroche de los ricos, como decía Reyes Heroles-, dificultó más el proyecto. Y aceleró el afán reformador.
En la debacle económica, el presidente José López Portillo escribió en sus memorias que optó por buscar la estabilidad política, con ofertas que cicatrizaran la herida de 1968: Reconocer a las Fuerzas de izquierda.
La Reforma Política de 1977 dio origen al juego político a las minorías, con la figura de diputados de representación proporcional, y a mecanismos de una desconocida competencia electoral. (El PAN, casi de cero, avanzaría y obtendría la victoria electoral presidencial en 2000).
El carácter y claridad de pensamiento, la talla intelectual y moral, la inteligencia y capacidad política de Reyes Heroles, son reconocidas por actores de aquella reforma, que tuvo como método la consulta personal a los líderes de partidos, por parte de quien conducía la política interior.
En 121 días de largas charlas en Bucareli, el ideólogo priista obtuvo una agenda aceptada por el PAN, por las organizaciones de izquierda y derecha sin registro y acatada por su partido.
En esos cuatro meses de Gobierno, la gama de líderes también había dicho sus demandas al presidente, en Los Pinos, en comunicación abierta, fluida, accesible.
“Desde el principio, López Portillo hablaba con la dirigencia del Partido Comunista Mexicano (PCM), en su oficina de Los Pinos. Me acuerdo haber ido varias veces”, dice el senador del PRD, Pablo Gómez Álvarez. Reformar la Ley para registrar al partido era un reclamo.
Si bien Reyes Heroles alcanza el éxito en 1977, con su iniciativa de reforma, ésta era un proyecto que se frustró años antes. El 21 de febrero de 1972, asumió la Presidencia del PRI y Luis Echeverría lo comisionó para negociar el ingreso del PCM a la vida institucional.
Fracasó entonces, porque el régimen se opuso a modificar la Ley de 1964, que fijaba requisitos incumplibles. En su derrota como reformador, el político veracruzano fue despojado del control de la sucesión presidencial y dejó la presidencia del PRI.
Ganó, sin embargo, respeto en la Oposición, que había atendido sus discursos de jerarca priista, por una Reforma Política plural. Y fue el puente entre la izquierda y López Portillo, presidente electo.
Retomado el camino, con la decisión presidencial favorable, desde Bucareli, en la entraña estratégica del sistema político, Reyes Heroles también negoció con líderes del PRI para vencer su negativa a sepultar el monopolio del poder que tuvieron por 48 años, especialmente Fidel Velázquez, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). En paralelo ocurrieron caídas y encarcelamientos de figuras del sexenio anterior. La tarea reformadora culminó para Reyes Heroles, antes de la mitad de sexenio, con su remoción de Gobernación.
‘MINORÍAS A LA POLÍTICA’
El dos de abril de 1977, medios de comunicación informaron: “Se abrirá la política a minorías”. Era el anuncio de Reyes Heroles, dado en Chilpancingo, de reformar la Ley y ensanchar “al complicado mosaico ideológico”, las posibilidades de representación política en el Poder Legislativo.
Había condicionantes: “Las minorías deberán renunciar a métodos violentos e ilegales”. Por parte de las mayorías, éstas se comprometían a “no constreñir” a los partidos de Oposición, que serían reconocidos.
Se trataba de un manifiesto del Estado, que retomaba demandas políticas de los dirigentes del PCM, PAN, Partido Demócrata Mexicano (PDM), Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) y de otras organizaciones, con las pulsó incluso la logística del naciente proceso.
En su mensaje, pronunciado en el Congreso de Guerrero, ante el gobernador Rubén Figueroa Figueroa, Reyes Heroles describió el alcance democrático de la iniciativa, que aplaudieron sus destinatarios: los partidos sin registro.
Era, además, la respuesta “a quienes pretenden un endurecimiento del Gobierno, (que es) exponernos al fácil rompimiento del orden estatal y del orden político nacional”. Puso la mira en “acelerar la evolución política nacional”.
Dijo que “respeto y convivencia pacífica en la Ley, son bases para el desarrollo, las libertades y posibilidades de progreso social”. En cambio, “la intolerancia absoluta sería el camino seguro para volver al México bronco y violento”.
A 30 años de distancia y con el reto de una reforma de tercera generación por realizar, actores de aquel cambio, como Pablo Gómez y Graco Ramírez, destacan el mérito de la Oposición que peleó por reglas democráticas y libertades políticas.
El senador panista Alejandro González Alcocer, hijo del entonces presidente del PAN, Manuel González Hinojosa, recuerda que en la casa familiar hubo encuentros de dirigentes de su partido con enviados comunistas.
“Respetábamos sus convicciones, igual que ellos a nosotros y es que panistas y comunistas no actuábamos por presiones del poder ni por otros intereses”.
La Oposición hizo a un lado sus diferencias, no sólo ideológicas, sino de táctica y estrategia y concurrieron al llamado de Reyes Heroles, quien tenía relaciones personales con diversos interlocutores, incluso de la juventud, como era su trato con el panista González Hinojosa.
“Mi padre fue llamado a Gobernación a intercambiar puntos de vista sobre la reforma, antes de que fuera anunciada y en esas conversaciones Reyes Heroles trató de convencerlo sobre el financiamiento oficial, al que se oponía el PAN”.
Pese a las turbulencias del país, los personajes consultados coinciden en que el proceso que estaba por nacer, por ningún motivo tuvo riesgo de frustrarse. Los comunistas “queríamos el registro”, perdido en 1946. Los panistas “discutíamos de manera intensa y fuerte y no nos doblegaban las intenciones, que veía mi padre en Reyes Heroles de pervertir a los partidos de Oposición, a través del dinero”.
En los diálogos de gestación de la reforma, señala el senador perredista Graco Ramírez, entonces dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), la visión de Reyes Heroles apuntaba, incluso, a una finalidad de geopolítica. En Gobernación “nos dijo: tenemos que empezar a salirnos del esquema de la ‘guerra fría’; dar derecho a la legalidad a los partidos extremos, que eran el PCM y el PDM”.
Reyes Heroles en la construcción de los consensos fue intenso. Trabajó con pasión política. Graco Ramírez recuerda. “Decía: más vale que tengamos a los opositores en las cámaras que en las calles; en los debates públicos, que en las cárceles. Después expresó públicamente: ‘Lo que resiste apoya’”.
El dúo López Portillo-Reyes Heroles abría el proceso de reforma con el respaldo de las Fuerzas de Oposición. El PRI resistía con disciplina, ante la clara “intención de abandonar el triunfo aplastante del PRI” —destaca Rafael Segovia, en un ensayo—, pero de conservar la pluralidad en la Cámara de Diputados, a fin de no afectar la unidad del poder”.
Con esas reglas, si el PRI perdiera, planteaba, “el poder pasaría entero, sin alteraciones a manos de la Oposición”. Así ocurrió cuatro sucesiones presidenciales después.