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Las Palabras Tienen la Palabra / MANDAR, MANGUERA, MANOJO Y MÁS, VIENEN DE LA MANO

Juan Recaredo

La mano es una de esas palabras que hay en nuestro idioma que, siendo del género femenino, terminan en “o” y eso causa confusiones.

Nosotros acostumbramos decir en diminutivo “la manita” pero hay muchos hispanohablantes que dicen “la manito” y aunque nos duela decirlo, creo que ellos tienen la razón.

La mano es un miembro del organismo de muy frecuente uso, y como palabra también tiene multitud de aplicaciones y derivaciones.

Mandar, mango, manera, manojo, mancebo, maña y manubrio son algunas de las muchas palabras de nuestro sufrido idioma que tienen su origen en la mano. Bueno, quiero decir que tienen la madre en la mano, digo, que tienen como madre a la palabra mano, ¡vaya, lo que quiero decir es que se derivan de ella! ¡Uf!

El nombre de Ramón no se refiere a un ramo grandote, sino que nace de Ra Mund y mund, en idioma germánico viene siendo la mano que protege.

O sea que a todos los Ramones (y también a los Raymundos porque el origen de su nombre es el mismo) se supone que les da por proteger a los indefensos y seguramente por cuidar a las viudas desprotegidas, sobre todo cuando tienen pesos de a montón.

Mancebo es un muchacho, un joven, pero en sus orígenes el mancebo era un servidor… No digo que fuera yo, porque ya ve que aquí en México tenemos esa costumbre de aludir a uno mismo como “un servidor”.

Mi Tío Prosopopeyo contaba que tuvo una novia a la que un día le propuso: “Quiero que te cases con un servidor”, y me hizo caso –se quejaba el Tío-, se casó con un mesero.

El mancebo se llamaba así porque era un esclavo que ejecutaba la acción de servir y eso se simboliza como “hacer trabajo de manos o con las manos”.

“Meter la mano” es intervenir en asuntos ajenos, aunque si le quitamos el artículo intermedio nos queda el “mete mano” que nunca falta en el metro con la aviesa intención de robarle a uno la cartera o darle una lúbrica tentada a alguna chica guapa que está “atada de manos” porque no puede defenderse.

Cuando alguien no pierde la oportunidad de hacer notar su autoridad, que en todo mete la mano –así se dice, aunque ya sabemos que mete todo- y cuando hay intervención traicionera o subversiva se dice que hubo “mano negra”.

Cuando un sujeto regresa a su casa después de una fiesta, muy alegre y lo detienen los del operativo antialcohólico le va a decir: “mire nomás, viene usted hasta las manitas, mi estimado…” y si se rebela, que no se le ocurra levantarle la mano a un oficial porque ahí sí que ya no lo salva ni la mano de Dios. Tendrá que “embarrar” algunas manos con billetes para “ver cómo nos arreglamos, mi jefe, usté diga”.

CONSULTORIO VERBAL

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PREGUNTA DEL PÚBLICO

¿Cómo debe decirse, poseído o poseso?, pregunta la Sra. Rosalinda García de Vega, de Querétaro.

RESPUESTA

Hay muchos verbos que aceptan los dos participios: el regular y el irregular: se puede decir corrompido y corrupto, imprimido e impreso o bendecido y bendito, por ejemplo. Lo mismo sucede con el verbo poseer. Sólo que con el uso se acostumbra uno a darle aplicaciones diferentes. Poseso se usa como adjetivo para señalar a una persona que “tiene el diablo dentro” según ciertas creencias religiosas. Poseído es la que más se usa en otros casos. He poseído es como decir he tenido.

Frase escatológica para terminar (lo escatológico es lo referente a los excrementos): El dinero es como el papel sanitario: Cuando se necesita, se necesita ¡ya! ¿Cómo dijo? ¡Hasta mañana!

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