
Foto de archivo, tomada el 28 de febrero de 2006, del ex presidente ruso Boris Yeltsin saludando a su salida del Virchow Hospital Center, en Berlín, Alemania. El ex mandatario ruso falleció de manera repentina ayer a causa de un fallo cardiaco. (EFE)
El ex mandatario, cuyo ascenso al poder marcó el fin del comunismo, murió a los 76 años de edad.
Boris Yeltsin, quien fue presidente de Rusia tras el colapso de la Unión Soviética y guió el país hacia un sistema democrático y una economía de libre mercado, falleció. Tenía 76 años.
El portavoz del Kremlin Alexander Smirnov confirmó la muerte de Yeltsin pero no divulgó la causa de muerte ni otros detalles. La agencia noticiosa Interfax, citando a Serguei Mironov, jefe del centro médico presidencial, dijo que Yeltsin falleció ayer lunes por insuficiencia cardiaca.
Durante su Presidencia en los años 90, Yeltsin sufrió repetidos problemas de salud.
El Kremlin dijo que el funeral será mañana miércoles y que ese día será declarado día de duelo nacional. Yeltsin será sepultado en el Cementerio Novodevichy de Moscú, donde yacen los restos de los héroes de la patria.
El presidente Vladimir Putin emitió un comunicado elogiando a Yeltsin: “Fue el primer presidente de Rusia, con ese título entró para siempre en la historia de la nación y del mundo. Ha fallecido un hombre gracias al cual comenzó una nueva época. Nació una Rusia nueva, democrática, libre, abierta al mundo, donde el Estado pertenece al pueblo”.
Añade que “la fortaleza del primer presidente de Rusia fue el gran apoyo que tuvieron sus ideas y aspiraciones. Gracias a su voluntad e iniciativa, se adoptó una nueva constitución que consagró los derechos humanos como el valor supremo”.
Primer presidente libremente electo en Rusia, Yeltsin fue el arquitecto del colapso del régimen soviético y guió a Rusia hacia una economía de mercado y un sistema democrático.
Aunque Yeltsin inicialmente fue admirado por su desafío al monolítico sistema soviético, hoy en día muchos rusos lo recuerdan como el responsable del declive de lo que fue otrora una superpotencia mundial.
Mijaíl Gorbachov, el último presidente soviético, resumió la complejidad del legado de Yeltsin en una declaración de condolencia minutos después de anunciarse la muerte. Gorbachov se refirió a Yeltsin como alguien “sobre cuyos hombros pesan tanto grandes hazañas a favor del país, como graves errores”, de acuerdo con Interfax.
“Si bien tuvimos grandes diferencias, los dos, no obstante, tratamos de hacer lo que más le convenía a nuestro país y a su pueblo”, dijo Gorbachov en una carta de pésame enviada a la viuda de Yeltsin, Naina.
IMPORTANTE FIGURA
El secretario norteamericano de Defensa Robert Gates, de visita en Moscú, llamó a Yeltsin “una importante figura en la historia rusa. Nadie olvidará la imagen de él parado sobre un tanque ante el Parlamento ruso, resistiendo un intento de golpe militar”.
Yeltsin fue una figura llena de contradicciones, ganando popularidad en la era comunista con promesas de acabar con la corrupción, pero mostrándose incapaz -o renuente- de evitar el saqueo de la industria estatal cuando pasó a manos privadas durante sus nueve años como el primer presidente electo de Rusia.
Yeltsin defendió vehementemente la libertad de prensa, pero fue un maestro de la manipulación. Acumuló un enorme poder durante su Presidencia, y lo cedió todo dramáticamente en un discurso de fin de año en 1999.
Los grandes momentos de Yeltsin se produjeron en oleadas. Se paró encima de un tanque para resistir un intento de golpe de Estado de militares conservadores en agosto de 1991, y encabezó el fin pacífico del Estado soviético el 25 de diciembre ese año. Enfermo del corazón y enfrentando una posible derrota ante un candidato comunista en las elecciones de 1996, reunió toda su energía y apretó el paso en las semanas finales de la campaña, pasando a ser de un débil, tembloroso convaleciente a un candidato danzante, para retener la Presidencia.
REFORMISTA INCONSISTENTE
Pero Yeltsin fue un reformista inconsistente que nunca tomó mucho interés en los asuntos mundanos del Gobierno diario y siempre culpó a sus subordinados por la vasta gama de problemas en Rusia.
Yeltsin dañó sus credenciales democráticas al usar la fuerza para resolver disputas políticas, aunque siempre dijo que sus acciones fueron necesarias para mantener al país unido.
En octubre de 1993 envió soldados y tanques para sacar a partidarios armados de un Parlamento ruso hostil, luego que éstos habían desatado la violencia en las calles de Moscú. Y en diciembre de 1994, Yeltsin lanzó una guerra contra rebeldes separatistas en la sureña república de Chechenia, un conflicto que sigue sin solución y que ha causado la muerte de decenas de miles de personas.
Aún así, Yeltsin tuvo un impresionante debut como presidente. Introdujo en el país las bases de la democracia, garantizando los derechos de expresión, propiedad privada y elecciones multipartidistas, y abriendo las fronterizas al comercio y el viaje.
Además, implementó reformas de mercado libre, creando el sector privado y permitiendo inversiones extranjeras. En política exterior, aseguró la independencia de los satélites soviéticos en Europa oriental, supervisó reducciones de tropas y armamento y desarrolló lazos con líderes occidentales.
Yeltsin estuvo en el poder nueve años, hasta 1999, cuando se convirtió en el primer líder ruso en renunciar al cargo, la noche del 31 de diciembre. Yeltsin eligió a su sucesor, Vladimir Putin, quien ocupa el puesto hasta la fecha.
DESTACA BAN KI-MOON LABOR
El secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon, destacó ayer la contribución del fallecido ex mandatario ruso Boris Yeltsin en el acercamiento entre “el Este y el Oeste”.
Yeltsin “será recordado por el papel crítico que jugó en avanzar la reforma política y económica en Rusia”, y por reducir la brecha entre el Este y Occidente”, dijo Ban en un breve comunicado.
A nombre de la ONU, el secretario general envió condolencias a la familia del “primer presidente ruso elegido democráticamente”, así como al Gobierno y pueblo de la Federación Rusa.