
Epigmenio Ibarra. (El Universal)
Epigmenio Ibarra usa su voluntad de cambiar el estilo de Televisa.
Y un día alguien decidió cambiar el mundo. Por lo menos el de las telenovelas mexicanas tan acomodadas en el final feliz, la cursilería y el relato fantástico de la cenicienta redimida por el amor que todo lo puede. El enemigo natural fue el emporio que Televisa ha construido con base en estas historias con las que ha formado a sus televidentes durante medio siglo.
A punto de cumplir diez años desde aquella decisión, y ya con 16 telenovelas producidas a través de Argos, Epigmenio Ibarra explica cuánto y de qué manera ha cambiado su visión de las telenovelas y hasta dónde no ha conseguido cambiar el mundo.
La reflexión se origina a partir del fallecimiento la semana pasada de Ernesto Alonso (cuyo sobrenombre El Señor Telenovela es ostentado por sus amigos como si fuera título nobiliario), con quien Ibarra compartió algunos ideales, aunque no la forma de ejecutarlos. Pero ahí la culpa no fue de Alonso sino de Televisa.
Los productores se conocieron durante una entrega de premios. Liliana Abud, escritora de cabecera de Ernesto Alonso, cumplió los trámites de presentación. Unos cuantos minutos bastaron para seducir a Epigmenio: “Se mostró generoso y cariñoso conmigo, sentí un enorme respaldo de su parte y lamento su muerte porque su trayectoria tuvo un gran peso. Sin él no seríamos lo que somos, para bien o para mal”.
-Entendiendo que una cosa es el hombre y otra su obra, ¿qué opina de sus telenovelas históricas, tan celebradas por historiadores como Enrique Krauze pero tan criticadas por otros sectores?
-Hacer telenovelas históricas era impostergable y qué bueno que lo hizo Alonso. Pero lamento la forma en que lo hizo porque refleja la visión que tiene Televisa del mundo. Lamento los calzones blancos de los campesinos, que no haya polvo, la falta de verosimilitud.
-¿Crees que ya nos alejamos de la visión que difunde Televisa del mundo? ¿Somos, como sociedad, menos reflejo de lo que quiere Televisa?
-Los índices de audiencia indican que no hemos cambiado lo suficiente. Eso lo dice todo.
-¿Piensas que tus producciones han influido en la forma de hacer telenovelas en México?
-No. Sería pretencioso de mi parte.
-¿Tampoco visualizas tu contribución al género?
-No lo veo ni lo creo posible; (aunque) hemos hecho 16 telenovelas, algunas muy exitosas, otras menos, lo cierto es que hemos afirmado una personalidad.
-Tu mayor influencia fueron las telenovelas brasileñas y venezolanas, pero ¿qué tanto las mexicanas?
-Las veía, pero no tanto. Cuando era joven yo no veía televisión, y cuando lo hice fue a través de producciones brasileñas y venezolanas. Ahí entendí el mundo de manera clara porque eran historias apegadas a la realidad social e incluso política. Telenovelas mexicanas, recuerdo por ejemplo “Simplemente María”.
-¿La viste completa?
-No, no. Yo no era muy televidente y menos cuando empecé a trabajar (a los 17 años) porque ya tenía mucho que hacer.
-¿Uno es más feliz sin ver televisión?
-Yo creo que sí, un poco. Siempre he dicho que nosotros hacemos programas que pretenden que la gente apague la televisión y se mire al espejo; es un reclamo que mis hijas me han hecho y pienso que todos deberíamos ejercer la oportunidad de apagar para dialogar con la familia. Sé que parece un contrasentido, pero así produzco los programas.
-Argos asumió la intención de ser un espejo de la realidad a través de la telenovelas. ¿Qué México ves en el espejo de Argos?
-Veo una parte de la realidad. Algunas partes me gustan y otra no tanto. Siempre prefiero ver la lucha de las mujeres íntegras, el valor con que algunos personajes arrostran las dificultades, el dolor de una mujer que ve a sus hijos cruzar la frontera. Conservo la idea de que la telenovela toque no sólo asuntos del corazón y las ilusiones, sino también de la realidad que vive la gente. Sigo pensando que hay que construir personajes entrañables, verosímiles y profundos; aunque por otro lado, observando las tendencias del rating, sé que la telenovela está en una crisis de identidad y que las series siguen ganando terreno. Nuestras producciones buscan el equilibrio para gustar a adultos y jóvenes.
-En las primeras telenovelas de Argos (Nada personal) había la impresión de que había la intención de cambiar el mundo. ¿Hasta dónde lo consiguieron?
-Te diré que seguimos haciendo todo como si se tratara de cambiar el mundo, ¡porque hay que cambiarlo! Se vale y se necesita, hay que hacerlo mejor cada quien en su trabajo. La voluntad de cambiar el mundo para vivir mejor es la mejor inspiración.
-¿Resulta frustrante que al final del día el mundo no cambie?, ¿que a pesar de sus producciones la sociedad siga instalada en sus vicios y las guerras se repitan cada vez con mayor crueldad?
-Sí, pero hay más determinación de seguir adelante. La frustración te alcanza para un ratito, en cambio la determinación te da para toda tu vida y te sirve para que la frustración no detenga tus sentimientos. En Argos sabemos de insistir y seguir peleando, no de frustración.
Retratan suerte de latinos en Irak
Más del 10% de los soldados del ejército estadounidense combatiente en Irak son latinos. Y la mayoría son mexicanos. La estadística se vuelve trágica al pensar en el número de muertos.
Con esta realidad en mente, la telenovela Mientras Haya Vida transmitirá en el capítulo de este viernes una escena en la que Rosalba (Martha Ofelia Murguía) recibe el féretro de su hijo muerto en la guerra de Irak.
El productor Epigmenio Ibarra comenta la escena: "Lo que hace Rosalba es mostrar la indignación y el sufrimiento de muchas madres mexicanas que tienen a sus hijos peleando en una guerra y por una bandera que no es la suya. Y lo hacen para conseguir la nacionalidad estadounidense".
En perfecta congruencia con su ideal de hacer telenovelas cercanas a la realidad, Ibarra explica: "Se fue por el sueño americano y regresó muerto. Hoy ocurren muchos entierros de mexicanos fallecidos en combate, algunos aceptan con gusto el homenaje del ejército estadounidense pero otros no".
En el caso del personaje de Rosalba, monta en cólera al ver que en el féretro de su hijo quieren colocar la bandera de las barras y las estrellas.
Ibarra explica: "Para ella es un homenaje inaceptable porque el resto de sus hijos no está con ella, sino que siguen en la guerra".