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En busca del mayor traidor de la historia china

EFE

Pekín.- Los arqueólogos chinos acaban de iniciar las excavaciones de una tumba que, según creen, pertenece a uno de los personajes más odiados de la historia de China: Qin Hui 'el Canalla', un traidor al país según los anales históricos.

Qin, que vivió en los siglos XI y XII (cuando en China regía la dinastía Song) y ocupó el cargo de máximo consejero del emperador Gaozong, es culpado de haber ayudado a un pueblo de nómadas del norte de Asia, los juchen, a invadir y asolar el país, que quedó dividido en dos (la dinastía foránea Jin en el norte y la Song en el sur).

Pero la maldad que hizo más famoso a Qin Hui fue su persecución contra el general Yue Fei, un héroe nacional chino, que luchó durante años contra los invasores y murió en la cárcel tras ser acusado por el consejero imperial de delitos que no había cometido.

Ocho siglos después, los chinos todavía ven con gran animadversión a Qin Hui, hasta el punto de que a veces escupen a las escasas estatuas que hay en su honor, pero para los arqueólogos de este país hallar su tumba es uno de los mayores retos de la profesión.

"Es muy posible que la tumba encontrada sea suya, pero también podría pertenecer a uno de sus familiares. Lo averiguaremos enseguida", destacaron los expertos que llevan a cabo las excavaciones en declaraciones publicadas por Xinhua.

La agencia oficial calificó a Qin como "el más infame traidor en la historia china", aunque destacó que el hallazgo podría ser uno de los más importantes de los últimos tiempos en la arqueología nacional.

Las excavaciones se llevan a cabo en Mulong, pueblo de las afueras de la ciudad de Nankín (este de China) donde nació el personaje.

"Hemos hallado una tumba con tres cámaras muy grandes, por eso sospechamos que acogen a una personalidad importante de la época", destacó a Efe un responsable de la Oficina de Reliquias Culturales de Nankín, apellidado Wu.

Aunque todavía no se ha determinado una fecha exacta de la tumba, el hallazgo de una moneda de la dinastía Song (960-1279) sobre una de las cámaras parece indicar que pertenece a esa época, en la que la civilización china logró grandes avances científicos en campos como la astronomía o la navegación.

La estructura de ladrillo y piedra, destacó el experto, también parece la típica de la dinastía Song.

"De todos modos, hasta que no encontremos una estela, algo escrito que nos pueda permitir asegurarlo, no podemos confirmar que se trate de la tumba de Qin Hui", añadió.

Wu recordó que a principios de este año ya hubo gran revuelo en la ciudad cuando se encontró en la misma zona una gran tumba que también se pensó que era la de Qin, aunque poco después se comprobó que se trataba del enterramiento de una mujer.

Aunque hoy en día todavía es extremadamente impopular, y suele ser el "malo" en las óperas tradicionales chinas y las telenovelas históricas, en realidad Qin Hui podría también ser visto como un pacifista que, cansado de guerrear contra los aguerridos juchen, intentó pactar con ellos un tratado de paz.

Sus intenciones chocaban con los deseos del general Yue Fei, que había visto como su tierra natal en el norte había sido saqueada y quería luchar hasta el final contra los "bárbaros" para reconquistar la parte septentrional del país.

"Fue un traidor. En siglos posteriores se destacó su pacifismo, pero lo que dijeron sus contemporáneos es que Qin Hui fue capturado por los invasores y le exigieron que trabajara para ellos", destacó Hu Chang, decano de la Facultad de Historia de la Universidad de Nankín.

"Luego fue enviado al emperador Song para que le convenciera de que abandonara su resistencia", añadió.

Hu no descarta, no obstante, que el hallazgo de la tumba pueda "rehabilitar" a Qin Hui en la historia china: "A lo mejor se encuentran en ella pruebas escritas que sí demuestran que lo único que quería era la paz", señaló a Efe.

La tumba de Yue Fei está en el famoso Lago del Oeste de la ciudad de Hangzhou, a unos 400 kilómetros al sur de Nankín, y, a su lado, las estatuas de Qin Hui y su esposa en postura arrodillada, como si pidieran perdón eternamente por el crimen que cometieron.

Hangzhou, una de las ciudades más bellas de China, era en esa época capital provisional de la dinastía Song, ya que la anterior, Kaifeng, había sido conquistada por los nómadas del norte, en una prueba de que no siempre la Gran Muralla pudo contener a los invasores.

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