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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

La exigencia de ser amado es la máxima arrogancia

La Arrogancia es la calidad del arrogante y todo arrogante, es una persona soberbia. La soberbia es siempre, un apetito desordenado de ser preferido a otros. No hay una sola persona que padeciendo de soberbia no sienta una excesiva estimación de sus particulares prendas y además, menospreciando las cualidades de los demás. En el fondo, el arrogante, por ningún motivo admite que otros puedan gozar de buenas cualidades y mucho menos admite que pueda ser superado. Todo arrogante, es un perpetuo descontentadizo y se le aplica el pensamiento de LUCRECIO en su libro III: ?No siempre lo que tenemos nos parece mayor. Mientras lo gozamos, con igual ardor suspiramos por otros?.

El historiador romano PLINIO, en su obra Historia Natural, escribió: ?Asombroso es hasta donde llega la arrogancia humana cuando al menor acierto la estimula?. Los éxitos del arrogante son las maderas con que construyendo su ataúd: a mayores éxitos, mayores desprecios para los otros y mayor soberbia para su corazón. Pero el arrogante no sabe que mucha razón tenía el poeta HORACIO en una de las Sátiras que escribió: ?No llegarás a lo que quieres aunque revientes?.

JEREMÍAS en la Biblia escribió: ?tu arrogancia te engañó?. Jamás la arrogancia nos podrá indicar los caminos adecuados, pues aquel sendero que no se ajuste al capricho y exigencia del arrogante, no es ningún camino. El arrogante anhela a toda costa el triunfo de sus propósitos y al materializar sus éxitos, su arrogancia crece. Le sucede al arrogante lo que a aquel que quiere apagar el fuego añadiéndole material inflamable. Por ello los romanos tenían un refrán popular que viene al caso: ?En la prosperidad, alejémonos de la soberbia, la altanería y la arrogancia?.

SAAVEDRA FAJARDO, en su obra Idea de un Príncipe Político-Cristiano, sentenció: ?Más reinos derribó la soberbia que la espada; más príncipes se perderán a sí mismos que por otros?.

Un mal observador de la condición humana pudiera pensar que el soberbio es un ambicioso universal, un arrogante en todos los campos del actuar humano. Pero no es así. El arrogante es muy limitado y muy ciego en el espectro de las capacidades humanas. Un arrogante jamás ambicionará la humildad, ni la justicia; y muy poco le podrá importar las ciencias y el arte. El arrogante estima con exceso sus prendas, aunque éstas nada valgan. Siendo importantes para él, su mundo serán sus prendas, aún cuando éstas a casi nadie le interesan. Y es que el arrogante es movido por caprichos y por exigencias irracionales y a veces, descomunales. Y se da a veces en el arrogante la exigencia más desmedida que puede exigir cualquier ser humano: la de ser amado.

El inmenso filósofo y sicólogo NIETZSCHE, lo observó con una gran claridad en su obra Humano. Demasiado Humano, al haber escrito: ?Querer Ser Amado.- La exigencia de ser amado es la máxima arrogancia?. NIETZSCHE, desafortunadamente no nos explica su gran aforismo o sentencia, pero nosotros podríamos intentar, aunque sea someramente, el fondo de esta máxima. Creo, que no puede existir una exigencia mayor que la de pretender ?ser amado?, porque es tanto, como exigirle a una o a varias personas, que su amor, su afecto, nos los dé a nosotros y a nadie más. Es decir, que siendo el amor auténtico, posiblemente el afecto más puro y sublime, nosotros pretendamos ser los únicos destinatarios y nadie más. Es como la persona que exige el amor de una persona, cuando esta persona no siente el menor amor por él. Exigirle que esa persona lo ame, es pensar y sentir (por parte del arrogante) que esa persona puede sentirlo y que solamente podrá sentirlo para él.

El arrogante, piensa Critilo, con esta exigencia pretende que a la persona que le demanda su amor, no sólo piensa que él solamente puede ser escogido para ser amado, sino además, que a la persona que se le demanda amor, debe sentirlo de manera obligada. Como el corazón del arrogante excluye totalmente a los demás, no concibe que ?otro? puede ser el amado y no él. Si hay algo en la vida que no podemos exigir y ni siquiera pedir, es el amor de los demás.

El amor lo siente y lo da a quien siente que ama. Los celos patológicos están impregnados de arrogancia y de soberbia. El amor nace y puede desvanecerse; podemos ser amados y dejar de serlo por las mismas personas y ésta es una de las leyes de la vida que más nos vale aceptar.

Agradeceré sus comentarios: [email protected]

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