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La historia detrás del mito

LOS VILLALOBOS| ¿AHORA CUÁNTOS Y QUIÉNES MURIERON?.

EL SIGLO DE TORREÓN

MATAMOROS, COAH.- Una sucesión de enfrentamientos por más de cinco años, a finales de la década de los 80, dejó decenas de muertos. Protagonizada por la familia Villalobos, originaria del ejido San Antonio del Alto, esta historia adquirió visos de mito.

Los periódicos locales de la época se referían a dicha familia como a una de las gavillas más temidas de la región, por los innumerables robos, homicidios, secuestros y violaciones que les atribuían.

Una pelea de cantina entre los Villalobos y los Nava derivó en un tiroteo en la zona roja, según cuenta un miembro de Consejo de Seguridad Pública (que pidió no fuera revelada su identidad). Fue el principio de la rivalidad entre ambas familias y cuando la segunda comenzó a figurar.

Los años pasaron y las balaceras siguieron. Los Villalobos fueron utilizando armas cada vez más letales, obtenidas del mercado negro, hasta superar a las de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM).

La rivalidad con los Burciaga

También eran tiempos políticos. Alfredo Muñoz, entonces recaudador municipal, aspiraba a un mejor cargo, pero consideraba a Manuel Burciaga un obstáculo. Si bien éste no poseía cargo oficial y dedicaba su vida al ganado, hacía de consejero de los diferentes mandatarios municipales.

Rumores en la ciudad vinculaban a Muñoz con el tráfico de drogas, razón por la que Manuel se habría propuesto boicotear su llegada al poder. El recaudador pidió entonces ayuda a los Villalobos, quienes se aliaron con miembros de la familia Salazar, conocidos también como ?Los Chepes?, contra Burciaga.

Cierto domingo, éste departía con su familia cuando vio rondar en una camioneta a ?Los Chepes?. Sabía de la relación de éstos con Los Villalobos, de modo que, apoyado por sus cinco hijos, se alistó. En la segunda vuelta, los tripulantes del vehículo dispararon, siendo repelidos por los Burciaga. Manuel murió frente a sus hijos, y su esposa resultó herida. Fue la primera balacera registrada en esta ciudad y con ella surgió la rivalidad entre los Burciaga y los Villalobos.

La lista de homicidios comenzó a escribirse también. No se trató de una lucha por el poder, asegura un médico de la región, ?sino [de] la ignorancia de tú me matas, yo te mato?.

Un amigo de infancia de Manuel Burciaga recuerda que meses después del asesinato de éste y justo el día en el que hubiera cumplido años, hombres a bordo de una camioneta acribillaron a Alfredo Muñoz. Se ignora si fue una vendetta.

Después, Jorge Villalobos Rocha, ?El Jorgillo?, miembro de la que acabó siendo nombrada ?Gavilla de los Villalobos?, cayó herido en uno de los enfrentamientos con los Burciaga; una bala le destrozó la rodilla izquierda y otra le perforó el tórax. Llamaron a un médico que resultó ser amigo de la familia adversaria y quien a pesar de ello lo atendió.

?El Jorgillo? fue internado luego en una clínica privada. ?Tenía que dar parte a las autoridades, pero no lo hice temor a los Villalobos?, narra el médico. De cualquier modo, la Policía Municipal acabó poniendo bajo custodia a este miembro de los Villalobos, el cual fue trasladado primero al Centro de Readaptación Social local y más tarde al de Piedras Negras.

Entrevistado en su consultorio para recrear esta historia, el mismo médico refiere que ?El Jorgillo? escapó disfrazado de mujer, mientras otras personas aseguran que nunca pisó la cárcel de aquella ciudad.

Matamorenses que vivieron esa racha de enfrentamientos dicen que aquí la capacidad de asombro se perdió, que sólo se preguntaban a diario, ?¿ahora, cuántos y quiénes murieron??.

Aunque los Villalobos deseaba dejar de delinquir, comenta el ex miembro del Consejo de Seguridad citado, nadie les daba empleo. Así comenzaron una carrera como asaltantes, especializándose en camiones cargueros que transitaban los caminos vecinales. Actuaban en grupos de cinco o seis, lo cual además les proveía de seguridad. Dormían sobre los techos con el ?cuerno de chivo? (fusil AK-47) abrazado, evocan comerciantes del centro.

Muerte bajo los pinabetes

En 1990 aumentaron los asaltos en brechas tanto de este municipio como del de Viesca y a los Villalobos dejó de vérseles en la ciudad. A las cinco de la tarde del dos de junio, un suceso vino a alterar la quietud de San Antonio del Alto. Rosendo Villalobos García recuerda que esa tarde sus hermanos Inocencio y Erasmo se habían librado de la policía y bebían a la sombra de los pinabetes que refrescan el solar principal del ejido, cuando irrumpieron unas 50 patrullas de las policías Federal de Caminos y Judicial Federal.

Recibidos a tiros, los agentes respondieron. El fuego cesó, dice Rosendo, cuando alguien bajo los pinabetes izó una camisa blanca en señal de paz. Al final habían muerto Inocencio y Erasmo Villalobos García, Manuel Martínez, José Ángel Lazarín y una persona apodada ?El Venado?, en tanto que el agente judicial Cuitláhuac Rodríguez Longoria, de 22 años, fue herido.

Cuando las mujeres pretendieron recoger los cadáveres, encontraron como respuesta el sombrío cañón de las armas policiales, según el testimonio de Isidra Rocha, cuñada los hermanos Villalobos García victimados. Ella misma narra que después la policía entró a las casas y tomó presos; ?los tiraron y los tenían boca abajo?; ?querían echarles las camionetas?, pero ?los soldados les dijeron que no?.

Entre los detenidos se hallaba Rosendo, quien pasó los siguientes cinco años recluido en la prisión local.

Cadena de venganzas

Tres años más tarde, el lunes cuatro de octubre de 1993, apareció el cuerpo calcinado del subcomandante de la Policía Federal de Caminos Pablo Garza Escobedo, de 45 años, en el asiento trasero de su patrulla, también incendiada y con más de 20 tiros, según publicó el tres de octubre El Siglo de Torreón.

La Policía Ministerial informó entonces que tras acribillar al agente dentro de su patrulla, llevaron ésta a una brecha, dos kilómetros adentro, frente a la propiedad ?El Bilbao?, entre la cabecera municipal de Matamoros y el ejido Emiliano Zapata, donde le prendieron fuego. Una versión reciente sostiene que el policía fue quemado vivo.

Las autoridades responsabilizaron a los Villalobos. La noche anterior a este homicidio se vio en un camino a Jorge Villalobos, acompañado de ocho hombres, a bordo de dos camionetas en dirección a Emiliano Zapata.

A las 5:45 de la mañana del 30 de diciembre siguiente, la Policía Federal de Caminos y la DSPM de Torreón rodearon la propiedad San Buenaventura, situada a un costado del ejido San Antonio del Alto, donde se encontraban ?El Jorgillo?, su primo Jesús Villalobos, ?El Chuyín?, de 22 años, y Margarita y María de la Cruz Rodríguez López, de 17 y 18 años, del ejido Petronilas. La víspera habían celebrado el aniversario de este último ejido.

Cuando un policía quiso abrir la puerta, una ráfaga de ?cuerno de chivo? lo obligó a retroceder y sus compañeros lanzaron gas lacrimógeno y dispararon al interior de la propiedad. Se presume que los Villalobos, obligados a salir, enviaron por delante a las dos mujeres, las cuales fueron abatidas por la policía. Minutos después cayeron muertos los primos.

Al recorrer las habitaciones fueron encontrados por la policía los anteojos del comandante Garza Escobedo y la torreta de su patrulla, así como un anillo de comandante, en el cuerpo de ?El Jorgillo?. Había también armas, incluidos dos cuernos de chivo, y 221 tiros hábiles.

Ahora en ruinas, en los muros interiores de la propiedad se aprecian, entre otras, esta leyenda anónima: ?así como los callaron, Dios los ha de sentenciar a ustedes?.

A diferencia de otros matamorenses, para los habitantes de San Antonio del Alto, predominantemente de la familia Villalobos, la calma que siguió a estos acontecimientos violentos llenó de tristeza a todo un pueblo.

En la actualidad, parte de los Villalobos, como es el caso de Rosendo, se dedica al ganado y a la fabricación de chorizo. Mientras, jóvenes de la familia dan continuidad a la historia delictiva.

El arsenal

Las armas de asalto más utilizadas por ?la gavilla de los Villalobos?, de acuerdo con los reportes que se obtuvieron de cada uno de los enfrentamientos registrados fueron:

- AK 47 (Cuerno de chivo)

- R-15 calibre .223

- Uzi (Metralleta calibre nueve milímetros)

FUENTE: Policía Ministerial

Seguridad de calidad

El Obispo de la Diócesis de Torreón, de ese entonces, Lluis Morales Reyes, entorno a la violencia que se había desatado a finales de los años 80, justo después de que acribillaran e incineraran dentro de su propia unidad a al subcomandante de la Policía Federal de Caminos Pablo Garza Escobedo, comentó: ?la justicia no sólo de esta ciudad, sino la que se ejerce en toda la entidad, debe sumarse y proceder en función de la Ley y objetivamente aplicada y no caer en la represión?.

Además mencionó en aquella ocasión que Matamoros, ?merece una seguridad pública de calidad?, además mencionó que se deben de registrar cambios importantes tanto en el ámbito social como en el político y económico.

Tras las rejas

Los enfrentamientos no sólo dejaron decenas de muertos, sino también personas detenidas como:

Nombre Delito

- Alberto Villalobos Homicidio

- Amada Villalobos Narcotráfico

- Rogelio Villalobos Homicidio

- Ignacia Villalobos Venta clandestina de alcohol

- Teófilo Villalobos Portación de arma de fuego de uso exclusivo del ejército

Ordenes de aprehensión

Nombre Delito

- Cipriano Villalobos Homicidio

- Vicente Villalobos Portación de arma de fuego de uso exclusivo del ejército

FUENTE: Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE)

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