Son las diez de la noche y Pedro no se ha dado cuenta. Sigue en la oficina tratando de resolver su problema financiero. Olvidó que su esposa le había pedido que, a su regreso, pasara a comprar leche para le cena de los niños. Llega cansado y de mal humor. Lo menos que necesita es un reclamo de ningún tipo. Esta actitud, de indiferencia y retraimiento, Susana la toma como rechazo. Y... ¡taraaan! Aquí tenemos la fórmula perfecta de conflicto. Las mujeres deberíamos saber que entre más estresado está un hombre por el trabajo, más se enfoca en resolver sus problemas. Y que le cuesta mucho trabajo cambiar de canal. Él piensa en su problema todo el día: en el trabajo, en la casa y hasta dormido. Es como si viera la vida a través de un tubo; sólo atiende aquello que le ayuda a resolver sus dificultades, e ignora lo ?demás? (léase: familia y esposa). Entonces, la mujer se siente excluida, y el hombre olvida temporalmente lo que en verdad le es importante. No se percata de que, con su mal humor, su indiferencia o ensimismamiento sólo aleja a los que más quiere, lo cual resulta contraproducente para todos. Lo conveniente sería que el hombre tomara conciencia de esto y nutriera los sentimientos de su pareja para evitar que su instinto lo llame a regresar al trabajo, y así no encontrarse con la cara larga de su esposa y continuar un círculo vicioso sin fin. Básicamente, hay tres maneras en que un hombre puede cambiar de canal entre trabajo y atención a su familia. 1. Sentirse satisfecho. Entre más satisfecho se sienta al salir del trabajo, más fácil será olvidar sus problemas y enfocarse en sus relaciones. Un día productivo, bueno, hace que esa necesidad de cacería ancestral se satisfaga y le permita relajarse más fácilmente. Cuando esto no sucede, entonces las otras dos maneras se vuelven más importantes. 2. Sentirse apreciado. El regresar a su casa y anticipar que lo van a recibir con gusto, con amor y aceptación, hace que se sienta exitoso aunque su día haya sido un desastre. Por otro lado, si de antemano sabe que lo espera una fiera o un monólogo de quejas y reclamos, lo más probable es que se concentre aún más en su trabajo, que aumente su estrés y la relación transite por la vía rápida al despeñadero. 3. Desconectarse. El hombre usa diferentes ?recursos? para olvidar sus problemas: se ?practica? una lobotomía frente a la televisión; con el futbol, grita y se emociona; ve las noticias o zapea sin parar, lee uno o tres periódicos, escucha música, va al cine, o sale a hacer algún tipo de ejercicio. Necesita una actividad no demandante, un hobby, o bien, un nuevo reto que requiera enfoque para marginar sus broncas. Por más absurdo que a las mujeres nos pueda parecer, cuando un hombre ve las noticias o un partido, mentalmente resuelve los problemas del mundo, o dilucida cómo su equipo puede ganar; esto hace que de nuevo se sienta competente y confiado para enfrentar sus problemas en la vida real. Sólo entonces siente que tiene algo positivo qué ofrecer, se recarga de energía y se acuerda de lo esencial en la vida. Así que cada vez que, a nuestro alrededor, detectemos a un hombre estresado, lejos de tomar su actitud como indiferencia o una afrenta personal, por el bien de todos, usemos la inteligencia y démosle todo el apoyo que necesita.
