Así dijo Valentín Elizalde a la prensa hace algunos años. Por ahí de marzo tuve chance de verlo en Sinaloa y para mi sorpresa cantó bastante bien, con sentimiento y potencia, de hecho. Aquel concierto cerró una estancia de siete días en Culiacán, que me dio una visión un poco más clara del Norte marcado por el narcotráfico. Como príncipes Medici de rancho, los capos vierten su dinero creando a su paso una identidad, una estética y un mito. La abigarrada narco cultura es tema de estudio y reflexión en diversos círculos académicos de México y Estados Unidos, que voltean hacia el narcocorrido, el santo Malverde y las cuerno de chivo para encontrar metáforas de este país carcomido por sus males crónicos: violencia, corrupción y pobreza. El narco es gandalla pero humano al fin, se inventa a sí mismo con atuendos, diseños, música y lenguaje que lo afirman, justifican y ensalzan. Como piratas o mafiosos italianos, los narcos son un arquetipo sólido que invade los medios masivos de comunicación y entretenimiento. Su penetración cultural en un hecho innegable, los narcotraficantes viven suspendidos entre una realidad hermanada con la muerte y un imaginario de trocas, casas, poder, joyas, mujeres y bandas que son las estrellas de su noche de peligro, resentimiento y tristeza. Recuerdo el concierto de Elizalde y su imagen en vida se empalma con aquélla que veo en los diarios, asesinado, acostado sobre el asiento de su camioneta. Fue un chavo talentoso de 27 años, que según afirmó, gustaba mucho de las caricaturas. ¿Cuántos jóvenes matan y mueren en nombre de la narcocultura? Es un problema difícil, un nudo irresoluble. Negro panorama cuando la violencia se perpetúa. Como escribió un narcotraficante en Internet a propósito del deceso de Elizalde: ?No se awite mi Valentín, nadie es eterno?(sic). La amenaza flota y desafortunadamente no tiene para cuándo acabar.
PARPADEO FINAL
Aquí nos acabamos a plomazos, pero la vida sigue adelante y ahora se asoció con la novia del Isra, que anda fabricando bebé nuevo. Felicidades a Isra y a Lisa por el pequeñito que viene en camino. Dios sabe que los buenos necesitan refuerzos.
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