Crítica 2 ½ estrellas de 5
Por Max Rivera II
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Zathura, pese a su aparente sencillez, resulta un reto para la reseña. Sería fácil darme vuelo desmenuzando las muchas cosas que no me gustaron de la cinta, como su ritmo irregular, la claustrofóbica puesta en escena, la tacañería en efectos especiales y sobretodo su predictibilidad. Pero al hacerlo fallaría en lo que considero que es mi tarea: sin traicionar mi gusto personal, conservar la objetividad dentro del ejercicio subjetivo que significa la crítica, resaltando la utilidad que una película puede ofrecer a diferentes tipos de público.
Quiero hacer énfasis en la utilidad. El público ideal de Zathura son chicos de cinco a doce años, o adultos de cualquier edad, si es que conservan el estado mental de su tierna juventud. Véase de preferencia por varones que no sean hijos únicos. Si usted, o alguien a quien estima lo suficiente para invitarlo a pasar una tarde en el cine, reúne los requisitos, Zathura le divertirá mientras le alecciona sobre la importancia del amor fraternal.
La cinta trata sobre dos hermanitos que se llevan mal. Sus progenitores recién se divorciaron, y toca el turno del padre para cuidarlos. El hombre ha comprado una casa antigua y aún no termina de acondicionarla. Los pequeños, que todavía sufren por la separación, están en constante competencia por la atención del papá. Tienen también una hermana adolescente, que figura poco en sus vidas y menos en la película.
Luego de ser objeto de una broma cruel del hermano mayor, el menor deambula por el sótano de la casa y encuentra arrumbado un juego de mesa con tema de aventuras espaciales llamado Zathura. Se lo muestra al hermano y trata de convencerlo para que participe. Apenas se juega el primer turno cuando empiezan a ocurrir en la sala de la casa los eventos extraordinarios que el tablero de Zathura va anunciando.
Así, los chicos van corriendo una serie de peligrosas aventuras, todas dentro de la casa, que fue arrancada de la corteza terrestre y navega por el espacio gracias a las artes mágicas del juego. Durante su viaje conocerán a una agresiva especie de cocodrilos alienígenos y a un astronauta que lleva perdido dentro del juego más de una década. Para resolver su predicamento y hacer que todo vuelva a la normalidad, los niños deben continuar jugando hasta que uno de los dos gane y termine el juego.
Es posible que en este momento usted se frote la frente y se pregunte qué pasa. ¿Está teniendo un deja vú? ¿Ya había visto la cinta o imaginado la trama? La respuesta, claro, es Jumanji.
Yo sabía que Jumanji, es una buena cinta, pero hasta que vi Zathura me di cuenta que es muy buena. Zathura no es una secuela de Jumanji. Zathura es Jumanji llevada al espacio, hecha para un planeta en el que no existen los DVD ni se pasan películas por televisión.
Resulta que el escritor Chris Van Allsburg publicó libros con las dos variantes de la historia, y como ambos se vendieron bien, los productores de cine supusieron que el éxito se repetiría en la pantalla. Además, la primera cinta hace más de diez años que se estrenó, cuando aún no nacían muchos de los posibles clientes de Zathura.
No sé si la jugada les va a resultar. Lo que sé es que cuando se hace una secuela, segunda versión o variante o como se llame lo que hicieron con Zathura, el objetivo debe ser superar a la original. En esta cinta los realizadores hicieron lo contrario, supongo que deliberadamente. Zathura se siente muy modesta en cuanto al gasto en efectos, elenco y escenarios. La historia es bastante lineal y las variantes argumentales mínimas. Zathura, el ficticio juego de mesa, obviamente fue creado por jugueteros que tenían menos interés en despertar la imaginación de los niños que en cuidarle los bolsillos a los productores.
En defensa de Zathura hay que decir que es insistente en su positivo mensaje de compañerismo y apoyo entre hermanos. De modo que si usted es padre o madre de hermanos peleoneros, pruebe llevarlos a ver Zathura antes de echar mano del cinturón. Si es hábil, puede sacarle jugo pedagógico a la experiencia, siempre y cuando los niños no peleen a la salida porque uno prefería ver King Kong.
A mí, Zathura me agravia como fanático que soy de la ciencia ficción. Así se trate de películas infantiles, el género tiene propuestas mucho más sofisticadas que las simplonas aventuras de esta película. Se pudo haber hecho mucho más, explorar más posibilidades de la historia, con el mismo dinero, me atrevo a decir. ¿Que se habría perdido fidelidad al libro? Como si eso les importara.
En cambio Jumanji fue una idea original y un divertido cotorreo a los clichés de las cintas de aventuras en la selva, subgénero del que es difícil rescatar más de cinco películas memorables. En fin, vea Zathura si está en la situación de los hermanos mal avenidos o si ya vio las otras buenas cintas que están en cartelera.
Las vacaciones de fin de año terminan, llevando tras de sí una estela de películas infantiles navideñas que volverán hasta finales de 2006, si Dios quiere. Oremos por un México justo, elecciones tranquilas y que el Año Nuevo sea de más Jumanjis y menos Zathuras.