Como no es raro en Hollywood la historia de Memorias de una Geisha está basada en una famosa novela, admito que no he leído la novela, pero sé que ésta fue escrita por un norteamericano; Arthur Gold, y sé que el guionista y el director de la versión cinematográfica también son gringos; Robin Swicord y Rob Marshall respectivamente, por lo que entra mi primera duda; ¿qué tanto pueden saber un trío de gringos de una actividad tan milenaria, enigmática y propia de la cultura japonesa como para representarla fielmente y sin omisiones o concesiones?
La respuesta es clara e inmediata, no mucho, se nota a primera vista que sobre todo la versión en cine, de la novela no puedo hablar porque no la he leído, está truqueada de tal manera de ser accesible al público mundial y, muestra una historia de amor imposible como cualquier otra, sólo que ambientada en el fascinante mundo de las geishas japonesas, esto no significa que sea mala, pero sí significa que su valor histórico es nulo y está manipulado cien por ciento para poder agradar a las masas.
El papel y función de la geisha japonesa siempre ha sido enigmático. Unos dicen que se trataba de una honesta actividad artística, mientras que otros la califican como prostitución elegante. En el contexto de la película (y, supongo, del libro), se muestra como una mezcla de ambos aspectos; por un lado, tenemos la severa disciplina y delicados rituales de una geisha bien entrenada; por otro lado, tenemos su vaga relación con los clientes que pagan por su talento. Sin embargo, cuando se subasta la virginidad de la protagonista al mejor postor, quedan pocas dudas sobre los deberes de la geisha, labor que, por cierto, ella no eligió, sino que le fue impuesta. Supongo que hay una línea delgada entre practicar un arte y ser víctima de esclavitud sexual.
La trama sigue la vida de Sayuri (Ziyi Zhang), una niña de humilde cuna que es vendida a una casa de geishas, donde al principio trabaja como ayudante bajo las constantes torturas de Hatsumomo (Gong Li), la geisha más famosa de Kyoto. Eventualmente, con ayuda de la amable Mameha (Michelle Yeoh), Sayuri se transforma en una codiciada geisha, pero su futuro peligra por los oscuros manejos y traiciones de esa competitiva profesión. Además, Sayuri ha mantenido durante años la ilusión de un romance con el director (Ken Watanabe), un exitoso hombre de negocios que la trató amablemente cuando aún era una niña pobre. Sin embargo, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, el mundo de Sayuri cambia por completo.
Cualquiera que sea nuestra postura ante la clásica geisha, hay que reconocer que esta película ofrece un retrato visualmente espectacular de tal actividad. La cinematografía es impresionante y los escenarios muestran gran atención al detalle y al período histórico en el que se desarrolla la trama, no por nada ganó el Oscar en los rubros técnicos visuales, como lo son: fotografía, edición y diseño de producción. Además, el trío de actrices principales realiza una excelente labor histriónica, aunque su mera presencia física bastaría para recomendar la película.
Hay escenas que son un deleite para la pupila y que muestran tal vez un poco cómo era en realidad ese mundillo de las geishas en el Oriente, escenas como la de el entrenamiento de la geisha es fascinante, y la política entre casas rivales es ingeniosa, pero la cinta centra su atención en vaivenes románticos y rencillas personales que difícilmente garantizan las dos horas y media que dura la película y, la desvían enormemente de lo que podría ser una interesante historia sobre los acontecimientos políticos y morales de esa época en el Japón.
Creo que otra falla en la película es el haberla rodado en inglés. No hay excusa narrativa alguna para esto, y su causa es meramente mercantilista: en el mercado norteamericano es difícil que una cinta subtitulada tenga éxito económico, por lo que el director prefirió sacrificar la integridad de sus actores a cambio de atraer más gente a la taquilla. Por un lado, lo entiendo; una cinta tan costosa representa un gran riesgo, y es comprensible que sus creadores hagan lo posible por recuperar la inversión, pero por otro lado, ese sacrificio reduce la credibilidad de la cinta, y nos recuerda constantemente que estamos viendo una película, impidiendo que nos compenetremos con la trama y los personajes.
En conclusión, es una cinta de asombroso atractivo visual, pero nulo impacto emocional y sólo mediano interés narrativo. Siento que glamoriza excesivamente una instancia más de opresión sobre las mujeres, pero a fin de cuentas se trata de un simple entretenimiento diseñado para satisfacer al más amplio público posible, aunque sí tiene suficientes puntos a favor como para recomendarla.
Título Oiginal: Memoirs of a Gesiha
Elenco: Ziyi Zhang, Ken Watanabe, Michelle Yeoh, Gong Li
Director: Rob Marshall.
Calificación: ***
En dos Palabras: Vistosa y Romántica.
Mínimo * Máximo*****