Citlalli Zoé Sánchez |
El Siglo de Durango
Los abusos sexuales tanto en los internados como en los grupos de pandillas “no son cosa rara”, ya que estas prácticas son utilizadas como una forma de sometimiento en las estructuras de poder que se forman, explica Cosme Maldonado Rivera.
El Secretario Académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) declara que la violación entre niños en los internados es un patrón que tiende a repetirse.
“Estas conductas son un abuso sexual; sin embargo, la motivación intrínseca no tiene que ver con aspectos de sexualidad tanto como de manejo de autoridad y poder, establecimiento de jerarquías dentro del grupo. No es una conducta extraña y por lo tanto se recomienda mucho que las autoridades de estos centros de internamiento de niños presten mucha atención a lo esté sucediendo porque no es algo que sea raro que ocurra”, enfatiza.
Es necesario que los planteles en donde se cuenta con internos tengan un grupo multidisciplinario de especialistas que apoye y oriente a los jóvenes para evitar esta clase de prácticas nocivas, según comenta el entrevistado. “Que puedan apoyar a los grupos para que su formación sea de una forma sana, que no se creen estas formas enfermas de estructuración de poder”, insiste.
El psicólogo dice que en dichas estructuras, los niños que llegan a obtener la más alta jerarquía han tenido que ingresar al grupo desde abajo y es muy probable que al inicio hayan sido sujetos de este tipo de conductas, lo cual se repite.
“Aquí debemos distinguir que no tiene mucha relación con preferencias homosexuales, sino de una conducta homosexual. Tampoco son raras en los varones jóvenes las conductas homosexuales; de hecho, son mucho más frecuentes de lo que la gente supone”, enfatiza.
De esta forma, los jóvenes que abusan sexualmente pueden salir del grupo y formar una familia sin reincidir en estas prácticas. “Las condiciones de marginalidad y de desventaja socioeconómicas sí son una condicionante para que se presente la promiscuidad, pero las conductas sexuales alteradas no son privativas de cierta clase social, esto sucede en internados pobres y de ricos”, dice.
El menor de edad que ha sido ultrajado presenta varias secuelas, sobre todo, en su autoestima. Maldonado Rivera indica que se posiciona la idea de que serán víctimas por siempre. “Son personas que aprenden a seguir siendo sometidas; de hecho, la estructura es piramidal, existe un líder y después siguen varias líneas que someten a su vez a los que están por debajo... muchas veces estas primeras experiencias de sometimiento condicionan el hecho de que sigan así toda su vida”, indica.
Aunque el caso de abuso sexual ocurrido en el Internado Juana Villalobos salió a la luz pública, eso no significa que sea el único. “Si nos ponemos a investigar en otros lugares vamos a encontrar historias similares, porque son formas en las cuales hay ciertos instintos negativos de las personas que tienden a repetirse y a darse”, opina.
Por último, remarca que los casos de abuso sexual, por desgracia, también están latentes dentro de la familia, pues son muchos los casos de niños que son violados por sus hermanos o sus padres.
Precaución
Existen rasgos que denotan abuso sexual.
-Cambios de conducta repentina, es decir, si el infante era alegre se torna serio o retraído.
-Se orina en la cama a pesar de que ya es un niño mayor.
-Presenta trastornos en el sueño. Tiene pesadillas.
-Se ve tenso la mayor parte del tiempo.
-Es importante que los padres entablen comunicación con sus hijos y estén al pendiente de lo que sucede en su entorno.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.