Ahora que está en controversia la figura de Memín Pingüín (así es como se le conocía en esa época, inclusive se escribía con diéresis), recuerdo cuando aparecía la revista en todos los puestos de periódico. Creado por la escritora Yolanda Vargas Dulché, al parecer su edición era diaria; cosa que ignoro porque en mi casa no se nos permitía leer ese tipo de publicaciones que llamábamos en ese entonces ?revistas de monitos?, y ahora se les llama ?cómics?, porque mi padre creía conveniente que usáramos nuestra imaginación y solamente teníamos libros sin personajes dibujados para que cada quien elaborara sus personajes en su cabeza, pero, era fácil leer a Memín, en las casas de las vecinas o compañeras de colegio, porque era muy popular.
Al parecer, el nombre correcto es ?Pinguín? (sin diéresis) que era un apodo por tratarse de un niño muy travieso y a los niños con esa característica se les dice ?pingos?, que a su vez viene de la manera como en nuestro país se le conoce al diablo o demonio.
Memín era un personaje que tenía una característica muy especial, la cual su autora resaltaba en forma importante: era un niño con grandes valores filiales, que no por el hecho de ser travieso fuera rebelde o grosero con sus superiores y siempre terminaba abrazando a su mamá, a la que llamaba ?ma?linda?, quien le perdonaba cuanto desaguisado armaba por lo mucho que se querían. En centro y Sudamérica, inclusive, el cómic es sujeto de estudio en algunas universidades. Le sucedió lo mismo que a La Familia Burrón, que está considerada desde el punto de vista sociológico como un ejemplo de la manera de vivir en las vecindades de la Ciudad de México en los años 40s y 50s.
Cuántas cosas aparejadas ocurrieron en mi cabeza, y pienso que en la de muchas personas también, al recordar esa época en la que no había televisión en nuestra ciudad y los niños teníamos la oportunidad de leer y de convivir con otros niños en juegos muy participativos como: los juegos con una pelota, la famosa cuerda para brincar, los zancos, los patines, las bicicletas, los títeres, ?la comidita?, las muñecas, la cuarta escondida, las escondidas, las canicas, el trompo, el balero, las rondas, etc.
No podemos decir que esos tiempos fueron mejores porque la tecnología es algo maravilloso, pero, en lo que toca a convivencia humana, sí podemos señalar que las nuevas generaciones se han perdido de algo invaluable.
Por mi parte, espero que próximamente salgan las estampillas de La Familia Burrón. Sé que me van a encantar.