Hay expresiones populares que no parecen tener explicación alguna y a lo mejor ciertamente no la tienen, pero entonces el mismo pueblo se las inventa y lo hace por lo general con tanto ingenio que hasta parecen ciertas, a veces hasta más que las que son históricamente comprobables? ?Andar hecho la mocha?, por ejemplo tiene una historia simpática que me parece muy creíble aunque jamás metería las manos al fuego por su veracidad.
Andar hecho la mocha es moverse o desplazarse a toda velocidad, rapidísimo y este dicho viene de la época en que se iniciaban los ferrocarriles en México.
Imagínese usted el tamaño de las primeras locomotoras que llevaban siempre pegado un carrito carbonero porque se movían con el vapor que se generaba con el calor de ese combustible, el cual era paleado por un tipo que dedicaba su vida a eso? a echarle carbón a la máquina en la caldera para que con el agua produjera el vapor necesario para moverse.
Eran aquellas locomotoras que al caminar iban dejando una densa columna de vapor y hacían un ruidazo infernal.
El asunto es que para los movimientos de patio no había locomotoras especiales y eran esas mismas moles inmensas las que tenían que desplazarse para disponer el tren, antes de iniciar su viaje.
Hasta que un día llegaron unas locomotoras chiquitas, (relativamente chicas ¿verdad?) con capacidad para movimientos limitados y destinadas específicamente a las operaciones de patio.
A los ferrocarrileros les parecieron muy curiosas aquellas mini locomotoras que se desplazaban internamente a una gran velocidad, porque la comparaban con la pesada lentitud de las locomotoras enormes que ellos conocían y por lo corto de su tamaño pronto empezaron a llamarle ?las mochas?.
A partir de entonces cuando alguien se movía con mucha rapidez decían que se parecía a una ?mocha?. ?Mira, allá viene aquel hecho la mocha? era equivalente a decir ?allá viene aquel moviéndose tan rápido como una de las mochas?.
En cuanto a la palabra teporocho, apodo con el que se le conoce a un alcohólico indigente, la palabra dicen que surgió también en la época de la Revolución.
Los revolucionarios en su tiempo de descanso refrescaban la garganta con un rasposito mezcal, el cual se vendía en los tradicionales jarritos de barro a tres pesos cada uno.
Además había una oferta especial: si comprabas tres jarritos te los daban a sólo ocho pesos y entonces empezó a escucharse cada vez con más frecuencia que le pedían al vendedor "dame un tres por ocho".
Sólo que, después de ingerir varias ofertas, la lengua empezaba a trabarse y entonces el cliente empezaba a pedir "un te-por-ocho...jip..." hasta que finalmente el nombrecito se les quedó.
¿Será una historia cierta o falsa? No sé pero es simpática y no tenemos por qué no creerla.
POR SI LAS DUDAS
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Pregunta: Rafael Hernández Rodríguez, lagunero, me escribe desde Bogotá, Colombia y me plantea sus inquietudes acerca de la X y la manera correcta de pronunciarla.
Respuesta: Cuando vinieron los conquistadores, escuchaban algunos sonidos en la lengua náhuatl que no podían transcribir fácilmente porque no correspondían a los sonidos de las letras del abecedario español. Ellos oían por ejemplo la palabra meshica, y unos la escribían así con SH, otros como S, como J o como CS y hasta la fecha, para nosotros la X tiene esos cuatro sonidos que usamos según la costumbre: en la palabra México como J , en Necaxa como CS, en Xola como SH y en Xochimilco como S.
FRASE LOCA? DE REMATE
La muerte está tan segura de que te va a agarrar, que hasta te da una vida de ventaja.