AGÓNICO | JULIO CÉSAR SANTOS ANOTA EL GOL DE LA VICTORIA SOBRE EL MINUTO 89 DEL PARTIDO
NOTIMEX
Tigres viene de atrás y el América queda fuera en cuartos de final.
México, DF.- La soberbia de un América que ya se veía en semifinales le pasó una factura muy elevada al quedar fuera, luego de caer 4-1 (global 5-4) ante unos inspirados Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), en el partido de vuelta de cuartos de final del torneo Apertura 2005.
Los goles del triunfo con el que Tigres obtuvo su pase a semifinales fueron obra del argentino Sixto Peralta, al minuto 17, de su compatriota Walter Gaitán (20 y 34) y del brasileño Julio César Santos (89). Por América descontó el también brasileño Kléber Boas, al 53.
El duelo en el Estadio Azteca se disputó bajo la mirada atenta del presidente de la República, Vicente Fox Quesada, quien acudió como invitado al palco del dueño del América, Emilio Azcárraga Jean.
La escuadra de la UANL protagonizará en semifinales una versión más del clásico norteño ante Rayados de Monterrey.
El llegar con una ventaja significativa en el marcador (3-1) provocó que las Águilas del América saliera a la cancha del Coloso de Santa Úrsula con soberbia, lo cual le salió muy caro ante un equipo norteño que se convirtió en una verdadera fiera dispuesta a comerse a su presa.
Luego de que el pasado jueves fueran unos “gatitos”, este día los universitarios sufrieron una metamorfosis que los transformó en unos verdaderos tigres, que en poco más de 30 minutos le dieron la vuelta al marcador, teniendo en Carlos Morales la llave de acceso con la que penetraron una y otra vez la zaga capitalina.
El primer zarpazo norteño llegó al minuto 17 de los pies de Morales, quien mandó un centro a segundo poste donde el argentino Sixto “Mumo” Peralta, con la complacencia de una muy lenta defensa americanista, llegó para batir a Guillermo Ochoa y abrir la pizarra.
Esta anotación acrecentó aún más el desconcierto del equipo de Coapa, pues tres minutos después sintieron otra garra que se hundía en lo más profundo de su ser cuando en una copia del primer gol, Morales puso otro balón al poste izquierdo de Ochoa para que el argentino Walter Gaitán llegara a cerrar la pinza.
Ya con dos goles en contra, América intentó reaccionar, pero en esta ocasión no fue capaz de encontrar ese juego colectivo y demostrar la casta de campeón que lo llevó a salir victorioso en el juego de ida.
Su tridente ofensivo no lograba conectarse frente a unos regios Tigres que jugaron por nota en todas sus líneas.
Pero aún faltaba lo peor en esta primera parte, ya que a nueve minutos del final Morales puso otro “bombón” para Gaitán, quien dentro del área controló con la zurda y con la misma pierna definió ante la salida del arquero Guillermo Ochoa.
Para los segundos 45 minutos, los americanistas sabían que necesitaban de un gol para obtener otra vez el boleto a la siguiente fase, y cambiaron su funcionamiento, pero principalmente su actitud debido a que salieron a presionar desde su propia área a los visitantes.
Esta modificación en el cuadro capitalino le rindió frutos muy pronto, ya que en una excelente jugada logró romper esa férrea defensiva de los Tigres de la UANL para hacerse presente en la meta contraria.
Todo se originó en el sector de la derecha, donde Cuauhtémoc Blanco sirvió un esférico en la entrada del área para José Antonio Castro, quien filtró a Kléber dentro del área para fusilar a Édgar Hernández.
Parecía que con esto América podría manejar las acciones y conseguir otro gol que le diera mayor tranquilidad, sin embargo Tigres nunca se dio por vencido y salió con todo al frente en busca de una anotación.
Cuando ya no existía medio campo en ninguno de los dos cuadros, América tuvo tiempo para asegurar la clasificación en un contragolpe llevado por Cuauhtémoc Blanco, que se “engolosinó” cuando tenía para ceder a Aarón Padilla que estaba completamente solo.
Esta falla fue clave en el rumbo del partido pues a un minuto del final y cuando parecía que todo había acabado, Julio César Santos se encontró un rebote en tiro de esquina para rematar casi en el suelo y así cortarles las alas a los sueños de un América que perdió la corona en propia casa.