EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Vivir en vecindad, con un solo patio, el servicio de baños contiguos, algunas de estas situaciones son las que plantea Carlos Rubio en su libro México y La Vecindad, un material que habla acerca de las impresiones del autor al vivir en el Distrito Federal.
La presentación de este material será el próximo diez de marzo en punto de las 8:00 de la noche, en las instalaciones del Instituto de Documentación y Archivo Histórico Eduardo Guerra, ubicado en Acuña número 140 sur.
La presentación del material estará a cargo del maestro Dagoberto Proo Moreno.
?Vivir en vecindad, con un solo patio, el servicio de baños contiguos, -uno al lado del otro- lavaderos también contiguos y sobre las azoteas los correspondientes tendederos, hacen de sus habitantes una gran familia. Me alojé en Zaragoza número 115 y después en las calles de Mina, en la Guerrero, por un largo período de tiempo. Aquel Distrito Federal -que perteneció a los años inocentes, como fueron los cuarenta- estuvo maravilloso?.
Hace referencia de las viviendas, los vecinos, de cómo transitó cerca de ellas e hizo amistad con casi todos sus moradores.
Habla de las charlas cotidianas, de cómo el autor apreció la forma para ellos inadvertida, en que se mezclan sus destinos, que en forma directa o indirecta les afecta.
?Al surgir complicaciones que alteran el buen ritmo de la vecindad, inteligentemente, la persona encargada de la vecindad trata de solucionarlas, con esa psicología natural emanada del ser humano, -aún tratándose de la expulsión de la manzana de la discordia que debe ser elástica, dando tiempo de retornar a su posición original, al desaparecer el motivo que la ocasionó. Lo que a continuación relata, son las experiencias de algunos de ellos.
En este libro, Carlos no se olvida de ninguno de sus inquilinos manejándolos por números: Uno-Justina, viuda de Primitivo, maestra de Joel (quien ocupa el número ocho); Dos-Macrino y su agüe doña Verónica; Tres-Aurora, separada de Policarpo. Ella se casa nuevamente y Marciano el sastre llega a ocupar el tres y con el tiempo, también el diez; Cuatro-Agustín Méndez, chihuahuense, narra a su casero la muerte de Francisco Villa; Cinco-Juan Pérez López deja el escritorio y llega al heroísmo, como apaga fuegos, salva a Fortino; Seis-?el pachuco? Anacleto y sus padres. Cleto es el ?manager? de Macrino; Siete-Zora y Zoilo con sus padres. Zoilo es bolero y asistente de ?manager? de Macrino; Ocho-Joel, vende periódicos, estudia con Justina, y es cliente de Las Quince Letras. Leopoldo y Madrecita lo ocuparon al final; Nueve-Ramón, líder de choferes de taxi, miembro de la CROC. Protegido de don Luis Gómez Z.; Diez-Fortino, investigador de apariciones de los santos a partir de la Conquista; Once-Ponchito, vendedor de ?fayuca? su niñez y sus encuentros aduanales; Doce-Rosario es la portera. Maldijo al esposo, bajó de la sierra y vino a la gran ciudad. Consejera de Aurora, Justina, Joel, Marciano el sastre y ángel de Leopoldo; Villasana, dueño de la vecindad; y el padre Félix, asiduo visitante.
Es una lectura obtenida de la nostalgia que empujó al autor a revivir aquellos episodios, todo parte de la historia que vivió el ?Tío Chano?, ?que fue efectivamente tío del autor, ?su aventura con las lechugas de ?a veinte? , me impulsaron a dar a conocer ese episodio, y de ahí siguieron otros recuerdos hasta completar este diminuto libro?.