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Catherine Zeta-Jones vuelve a empuñar la espada

la actriz no puede evitar una lágrima al momento de realizar la segunda parte de El Zorro.

El País

MADRID, ESPAÑA.- Su voz tiene un aire raspado que remite a la lluviosa Gales y su cabellera negra es tan rotunda como sus dos apellidos. Catherine Zeta-Jones (Zeta por el nombre de una abuela, a su vez derivado de una barcaza de un tatarabuelo que exportaba cobre en el Siglo XIX) es tan expresiva como hábil con la espada de su personaje en La Leyenda del Zorro.

Aunque se declara ?un poco perezosa?, su energía no parece desfallecer tras una jornada completa recibiendo a periodistas y acompaña cada una de las respuestas con una gestualidad desbordante.

Desde que Spielberg la eligió para el primer filme del Zorro, tras verla en una versión televisiva de Titanic, esta actriz criada en los teatros de la bahía galesa de Swansea no ha parado de crecer.

Bailarina consumada, apasionada de los mercadillos y devota del poeta Dylan Thomas, Zeta-Jones surgió como una belleza racial, sorprendió a la crítica en Traffic y se llevó el codiciado Oscar con Chicago. Ahora toma de nuevo el florete y le enseña un par de pases a Antonio Banderas.

-Otra vez los corpiños, los vestidos ornamentados y el tacto de la espada? ¿Qué se siente al regresar al Zorro?

-Una emoción muy sincera. Recordaba lo importante que fue para mí La Máscara del Zorro en Estados Unidos, mi primer gran éxito en la taquilla, y cómo Steven Spielberg -que también produce este filme-, me escogió para el papel. Mientras que ahora me he sentido muy relajada, antes del rodaje del anterior Zorro estaba bastante ansiosa.

Me preguntaba cómo iba a salir todo. Y cuando finalmente la terminamos, se convirtió en la película que dio un nombre a la cara. Además, mi marido me vio en ella y nos conocimos después en un viaje promocional. Así que, como puede imaginar, ciertas cosas se me removieron al empezar el rodaje. De hecho, cuando vi a Antonio vestido del Zorro no pude contener alguna lágrima.

-Hablando de Antonio Banderas, la química entre ustedes que nació con el primer filme se mantiene en toda su intensidad. ¿Le ha gustado volver a trabajar con él?

Ha sido maravilloso. Es un profesional excelente y una persona muy divertida. Cuando rodamos la primera parte apenas tenía referencias de él y en estos últimos seis años le he conocido socialmente mucho más, apreciándole como amigo y como actor. Ojalá no haya que esperar otros siete años para rodar otra vez juntos.

-Han pasado siete años desde La Máscara del Zorro y muchos cambios en su vida?

-Es cierto. A veces me pregunto, ¿A dónde ha ido el tiempo? He tenido un matrimonio, dos hijos y participado en muchas películas -incluido un Oscar como actriz secundaria, interpretando a Velma Kelly en Chicago-. Ahora hay ciertos lugares a los que ya no puedo ir y la logística ha cambiado en la casa de los Douglas.

-¿Qué aporta este nuevo Zorro?

-Ni Antonio ni yo queríamos embarcarnos en una nueva aventura si no estábamos seguros de que iba a tener la misma magia que el primer filme. Cuando vimos que el guión había conseguido eso, supimos que teníamos un éxito seguro.

La película está llena de diferentes elementos: hay amor familiar, acción, romance, mucho humor? Creo que el resultado alcanza un gran nivel, en parte también gracias al hecho de introducir a nuestro hijo Joaquín, a quien el espectador aprende a amar muy rápido.

Además, no hay prácticamente violencia, sino que los combates se asientan en el arte de la espada. Las peleas son sorprendentes, muy bien diseñadas y filmadas de una forma muy estilizada.

-Ha mencionado a Joaquín -el hijo del matrimonio de la Vega, interpretado por el pequeño mexicano Adrián Alonso-, cuyo peso en la trama es bastante importante.

-Martin Campbell encontró una pequeña joya para el papel de Joaquín. Es curioso. Hablaba muy poquito inglés, pero es tan adorable que no lo necesitaba.

La verdad es que al principio me costaba rodar junto a él, porque cuando lo veía me entraban ganas de acunarlo.

Tiene esa fantástica cualidad natural que, cuando actúa, parece que no lo hace, simplemente es él. Y si ya es bastante difícil decirle a un adulto que sea él, que no actúe, con un niño es mucho más complicado.

-Su presencia envuelve la historia de un tono más ?familiar? que la primera.

-Eso está bien. En parte tenemos que ser responsables con lo que se rueda. La temática familiar no es una prioridad en mis elecciones, pero, como adulta responsable, hay ciertas cosas que no haría.

-¿Cómo se preparó para la película?

-Sólo tuve una semana entre el final de Ocean?s Twelve y el comienzo del rodaje de La Leyenda del Zorro. Contamos con tres semanas para aprender y perfeccionar la espada, ensayar las coreografías. Pensaba que no iba a poder hacerlo, que no iba a tener suficiente tiempo. Y me sorprendió cómo, de pronto, todo me vino a la cabeza como un clic.

Creo que la clave está en la preparación que hice para la primera, que, al final, dio sus resultados. Sin ella, las peleas no hubiesen salido tan fácil. Además, hay algo que me electrifica cuando tomo una espada, que me hace sentir llena de energía.

Es un deporte atlético excelente, muy físico, como a mí me gusta, así que estoy pensando en practicarlo como hobby.

-Pero no debe de ser sencillo mantener un duelo con esos trajes?

-No, no lo es. Sin embargo, cuando me pongo esos trajes me siento diferente. Cambias los gestos, las posturas, la forma en la que caminas, en la que peleas? Aunque el proceso de vestirme y luego quitarme la ropa fuese siempre un poco tortuoso, me encantan las películas de época, crecí con ellas. Es bueno sentirse Scarlett O?Hara de vez en cuando.

-En esta ocasión, Elena de la Vega toma un protagonismo mucho más activo: defiende a ultranza su familia, para los pies a su marido más de una vez y hasta pelea como el propio Zorro.

-¡Sí, ?girl power?! (grita con los brazos en alto). Me encanta, disfruté muchísimo la parte de las peleas. Fue mi terapia para olvidar mis ansiedades y tensiones. Y mis hormonas me pedían que el rodaje no se acabase nunca. Eso sí, el trabajo fue intenso.

Por ejemplo, uno de los primeros días, un doble me pidió que nos quedásemos para preparar una escena. La parte del guión decía más o menos esto: ?Elena toma un trozo de leña y se lo lanza a un tipo?. Así que yo le contesté: ?Escucha, no necesito preparar eso?.

Luego, al ver cómo se desarrollaba en realidad la acción, los movimientos y su dificultad, volví a buscarle y le dije: ?¿A qué hora has dicho?

-El rodaje se realizó en una hacienda de San Luis de Potosí. ¿Cómo fue su experiencia en México?

-Como la seda. Y nunca mejor dicho, porque me pasé mucho tiempo fuera del escenario haciendo punto. Hago mantas, suéteres, bufandas, calcetines? Durante la filmación lo convertí en una moda. Se lo enseñé a tres personas del equipo y al final, muchos más acabaron haciéndolo.

-A la hora de elegir un papel, usted ha comentado que busca mujeres luchadoras y al mismo tiempo, que muestren fragilidad.

-En realidad, trato de mezclarlo un poquito. Encontrar cosas que no he hecho antes. Miro mucho el guión y la caracterización de mi personaje.

El papel está en el texto, pero también una aporta cosas para cada personaje. Para mí, el Zorro es una especie de cuento de hadas, como lo fue Chicago.

En ambas existe una parte física, el humor, el romance? y todo eso me encanta. Las dos fueron una elección ideal.

-Chicago, Ocean?s Twelve, Crueldad Intolerable? ¿siente que tiene talento para la comedia?

No lo sé. Mire, no sería capaz de contar un chiste aunque mi vida dependiese de ello. Ni siquiera los recuerdo. Para mí la gracia tiene que estar en el texto.

No soy una cómica, no lo creo, pero disfruto mucho la comedia y me gustaría profundizar más en este género. Aunque después de mi aparición en el Saturday Night Live puede que mi carrera como comediante haya acabado?

-Tendrá oportunidad de probar de nuevo su registro cómico en Mostly Martha -versión de la estupenda Deliciosa Marta, obra de 2001 dirigida por Sandra Nettelbeck-.

-Me encantó la película original. La vi hace un par de años y cuando ahora me llamaron para decirme que habían comprado los derechos e iban a rodarla, decidí aceptar sin saber ni siquiera el director o el compañero de reparto.

El personaje femenino me parece una mujer muy interesante. Está obsesionada con lo que hace y, al entrar esa pequeña chica en su vida, todo se desmorona.

No sabe que hacer, llega tarde al trabajo y mete bastante la pata, pero en la cocina siempre es perfecta.

-También la veremos de rubia platino, nada menos que metiéndose en la piel de Lana Turner -en Stompanato, la oscura historia de la muerte del novio de la Turner durante una pelea entre ambos-.

-Es un proyecto apasionante. Ya hemos hecho una prueba de cabello para asegurarnos que puedo lucir como Lana Turner, y la verdad es que resultó genial. Eso sí, nadie ha visto las fotos, tendrá que esperar a la película para opinar.

-Donde se desenvuelve como pez en el agua es en el musical. Usted ?nació? profesionalmente en el teatro ?con 11 años participó en un montaje de Annie y con 15 ya fue la protagonista de Calle 42?, ¿no piensa en subirse de nuevo al escenario?

-Claro que sí. Me gustaría hacer algo, eso lo tengo claro. Y algo en Broadway. Pero por ahora no tengo ningún proyecto.

-Coming Out -una comedia sobre el rugby rodada íntegramente en Gales y con guión del hermano de Catherine-, será el primer estreno de su productora, Milkwood Films. ¿Le ha pasado por la cabeza la idea de dirigir?

-Ahora mismo no sé si reúno la capacidad o la habilidad para dirigir una película. Yo puedo tener una idea de lo que quiero en el ámbito fotográfico y creo que podría sacarlo adelante. Pero darle las respuestas a cientos de miembros del equipo me sobrepasaría.

De momento estoy contenta con mi trabajo en Milkwood. Encontrar buen material y producirlo siempre ha sido interesante para mí.

-Volviendo a La leyenda del Zorro, el conflicto central narra la dificultad de Alejandro de la Vega (Antonio Banderas) para conciliar su vida ?profesional? -ser el famoso enmascarado- con la familiar (un hijo al que casi nunca ve). ¿Le ha servido su experiencia personal como madre?

-Creo que me ayudó el ser una madre a la hora de trabajar con el pequeño Joaquín. Respecto a cómo lo compagino yo en mi vida, suelo llevarme conmigo a mis hijos, aunque nunca es fácil, hay que esforzarse cada día.

Por ejemplo, en México filmábamos muchas escenas de noche y era difícil dejar a los niños acostados y tranquilos. Así que me instalé una web cam en el set para comunicarme con ellos, y asegurarme de cosas tan domésticas como que se cepillasen bien los dientes.

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