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Una golondrina no hace verano

salvador kalifa

Los datos sobre el crecimiento económico del primer trimestre que dieron a conocer las autoridades motivaron diversos comentarios. Por ejemplo, el Secretario de Economía señaló, de acuerdo a la prensa, que la reacción de nuestra economía en el primer trimestre del año nada tenía que ver con la recuperación económica de Estados Unidos, sino se debió más bien a la aplicación de la política económica de la actual administración. El gobernador del Banco de México, por su parte, insistió ante la reacción de los eternamente escépticos, que dicho crecimiento no era un espejismo, sino una realidad.

Tal alharaca ante los primeros indicios de un repunte económico tiene una importante motivación política, en gran parte porque venimos de un período prolongado de aletargamiento de la actividad productiva, que abarca los primeros tres años de la administración del presidente Fox. En ese lapso la economía no creció y, peor aún, se deterioró el ingreso por persona en el país como no había sucedido en décadas. No extraña, por tanto, que los resultados recientes se quieran exaltar como un gran logro de este gobierno. Vale la pena, en consecuencia, hacer algunos comentarios al respecto, porque una golondrina no hace verano.

Primero, la evidencia de los pasados seis años muestra, sin lugar a dudas, que existe una estrecha relación entre la evolución del sector industrial en Estados Unidos y la de ese mismo sector en nuestro país. No es necesario entrar en muchos detalles técnicos para concluir que la recuperación de nuestra economía, contrario a lo que señaló el Secretario de Economía, está estrechamente vinculada al dinamismo que registra la economía estadounidense desde fines del año pasado. La contribución principal de la política económica interna ha sido mantener un entorno de estabilidad monetaria y financiera que nos permitirá aprovechar mejor este repunte, pero no ha sido el origen del mismo.

Segundo, el crecimiento del primer trimestre es muy real, como dijo el gobernador del Banco de México, pero no fue suficiente para alcanzar a todos los sectores y actividades productivas. Eso es normal, ya que estamos apenas ante el comienzo de una etapa de recuperación que todavía no se generaliza para beneficiar a más empresas y sectores. A pesar de ello, la fuerza del repunte económico estadounidense nos seguirá favoreciendo el resto del año, si bien menos que en otras ocasiones dada la mayor participación de China en ese mercado. Aún así, la expansión de la actividad económica será vigorosa en este trimestre y probablemente aún más en el tercero, gracias al impulso del sector exportador.

Tercero, es prácticamente un hecho que el crecimiento de nuestra economía este año será mayor al de 2003. La mayoría de los analistas han revisado al alza o están por hacerlo, sus estimaciones de crecimiento para este año. Algunos lo ubican ahora cerca del cuatro por ciento. En mi caso, no vería difícil que el dato real rebase esa cifra, y con suerte suceda algo similar en 2005.

Este panorama, sin embargo, no necesariamente será sostenible ni está libre de riesgos. Debemos tener presente que en el horizonte económico existen nubarrones que pueden caer como balde de agua fría a lo que promete, por lo menos durante este año, ser una mejoría sensible en el desempeño económico de nuestro país. Las complicaciones pueden presentarse tan pronto como el año próximo y particularmente en 2006.

Cuarto, conviene tener presente los obstáculos potenciales que pueden venir de afuera. Éstos, de aparecer, serán notorios al cierre de este año o en la primera mitad del 2005. Me refiero, en especial, al peligro de un descarrilamiento de la recuperación de Estados Unidos, que puede darse por una reacción negativa de los mercados financieros ante el alza de las tasas de interés, por la ocurrencia de nuevos ataques terroristas en suelo estadounidense, o por un sabotaje a las instalaciones petroleras de Arabia Saudita, lo que elevaría considerablemente el precio del petróleo y frenaría abruptamente el repunte de la economía mundial.

Quinto, las preocupaciones respecto al entorno económico externo no se limitan a lo que pueda suceder con la economía estadounidense. Ahora también juega un papel importante lo que ocurra con el dinamismo de la economía china. Las autoridades monetarias de ese país están tratando, desde comienzos del año pasado, de disminuir el ritmo de crecimiento de su economía de un nivel superior al 9 por ciento a uno del siete por ciento anual. El peligro es que ante la carencia de herramientas económicas apropiadas y con severos problemas financieros de empresas y bancos chinos, los oficios del gobierno chino acaben en un aterrizaje brusco de su economía. Esto, de suceder, se presentaría en 2005 o principios de 2006, disminuyendo los precios de las materias primas, elevando la oferta mundial de muchos productos manufacturados y reduciendo la disponibilidad de recursos para financiar el déficit del gobierno de Estados Unidos.

Sexto, las posibles complicaciones externas son suficientes para que no echemos las campanas a vuelo ni finquemos demasiadas esperanzas sobre la permanencia de la recuperación actual. Las perspectivas económicas después de este año también hay que verlas con cautela porque nuestros políticos están más empeñados en enrarecer con sus escaramuzas el entorno interno, que en hacer los cambios estructurales necesarios para reducir la vulnerabilidad de nuestra economía a los avatares del ambiente internacional. Por ahora, sin embargo, disfrutemos de lo que promete ser el mejor año económico desde 2000.

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