CRÓNICA URBANA
EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- Sergio Sánchez Estrada es un artesano duranguense. Desde hace unos días recorre las principales ciudades de Coahuila para ofrecer sus trabajos a la población. Su principal preocupación es mantener la cultura y tradición mexicana.
Sergio tiene 30 años de edad. En la actualidad vive con su esposa, dos niñas y su primer varón que tiene escasos días de nacido. Junto a diez personas más, emprendió esta travesía de la que se siente satisfecho.
En su rostro y tono de voz demuestra una cordialidad hacia cualquier persona, no sólo a sus clientes. De lado a lado recorre por un pequeño pasillo cada vez que un comprador se acerca a preguntar lo inevitable: el precio.
Sergio ama su oficio. Se muestra orgulloso de su origen, de sus raíces. Precisamente esto es lo que desea que la gente perciba a través de sus trabajos. Su tristeza se centra en la “invasión” de productos extranjeros y que cada vez ganan terreno sobre los mexicanos.
“Es que si comparamos un carrito de madera con uno de los americanos, pues a los niños les llama más la atención aquéllos por modernos. Pero para conservar las tradiciones a los padres les corresponde fomentarlas con sus hijos”.
La desventaja de la artesanía mexicana ante otros productos extranjeros es enorme. Sin embargo, ésta se contrarresta con dos aspectos. El primero, el ingenio del mexicano plasmado en una obra y ponerle a esa obra el nombre del cliente.
Esto es una estrategia de mercado, que utilizan mucho de los artesanos mexicanos. Sergio mantiene el buen humor, conforme trascurre el tiempo y los clientes. Mientras mira y palpa uno de sus trabajos reacciona.
“Detrás de todo esto hay un gran ingenio y trabajo. No sólo es el material sino la creación, mucha gente no ve eso porque piensa que un carrito por ser de madera que cuesta diez pesos, debiera valer menos, pero nosotros no desaprovechamos ningún recurso material”.
Sus figuras y trabajos han recorrido hasta la fecha las ciudades de Cepeda, Saltillo, Monclova, Acuña y Matamoros. En días próximos los torreonenses podrán admirar y adquirir desde un llavero con el singular alacrán, hasta un cuadro de madera con la imagen de Jesucristo.
Los colores y grandes alacranes sobresalen de su exposición. Una vitrina con un arácnido típico del Estado duranguense es la atracción de la gente. El vidrio del contenedor muestra huellas de todas las personas que curiosas observan el animal.
Sergio sigue con su enjundia. Su desánimo no cae, a la vez que aconseja: “Hoy los niños ya no saben jugar al balero. Prefieren otras cosas y nosotros tratamos de no quedarnos rezagados ante el embate de los productos extranjeros”.