Los extranjerismos, un “mal” necesario
Primero déjeme decirle que, en el título, pongo el “mal” entrecomillado porque en realidad los extranjerismos no son un mal, son un regalo que nos hacen los idiomas extranjeros precisamente cuando los necesitamos.
Aunque tal vez por un orgullo nacionalista mal entendido no queramos reconocerlo, nuestro lenguaje está prácticamente lleno de extranjerismos, palabras y expresiones que pedimos prestadas a otros idiomas cuando resultan más adecuadas a lo que queremos decir.
Tenemos qué procurar conservar puro nuestro bello idioma, pero también es cierto que debemos aceptar que en todas las lenguas del mundo existe la influencia de culturas extranjeras. Ese caso de que alguna palabra de un idioma extraño a nuestro vocabulario nos da la oportunidad de describir de una manera más clara aquello a lo que nos queremos referir, puede deberse a una costumbre, al origen del término o a una real necesidad… o tal vez a todo junto.
El mismo idioma español que nos trajeron los conquistadores, tiene una gran cantidad de palabras de origen árabe… porque los árabes invadieron España y se quedaron a vivir ahí un buen rato que duró casi 800 años… entonces, es lógico que hayan impuesto entre los hispanos su lenguaje y sus costumbres.
Nosotros, en México, por la cercanía geográfica y por el innegable poder económico, tenemos también una poderosa influencia de los estadounidenses
y frecuentemente usamos expresiones como el mundialmente difundido O Kay aún cuando no tengamos ni una mínima idea de lo que quiere decir, ni de dónde surgió. El único atenuante que tenemos es que la gente de Estados Unidos tampoco lo sabe.
Hay un montón de versiones que circulan por ahí, a cual más estrambótica como ésa que dice que el O.K. era una anotación en un campamento militar cuando no había víctimas y que decía “0 Killed” (cero muertos) que como leyenda está muy bien, pero que no representa, para nada, una verdad histórica.
O.K. es una expresión que han tomado prestada del inglés muchas lenguas y muchos hablantes, no solamente nosotros y la verdad es que podríamos prescindir de ella y decir sencillamente “muy bien”, pero nos da la sensación de que no tendría la misma fuerza, como que no alcanzaría a tener el mismo énfasis.
Tampoco creo que algún día nos vayamos a acostumbrar a llamar “pelota base” al beisbol, ni que aceptemos a un narrador gritando emocionado en el micrófono: “Fuera en casaaaa” en lugar de decir “out en home”… Sencillamente no le entenderíamos.
Aceptamos que se le llame “lanzador” al pitcher y “receptor” al catcher. A veces hasta al short stop lo convertimos en “parador corto”… pero fíjese, a mí ya me sucedió que en una ocasión, en un obsesivo afán castellanizante, cuando me dieron una noticia sorprendente exclamé “¡retrocedan los jardineros!” en lugar de decir “¡Pa´atrás los fielders!” y mi interlocutor se fue muy enojado, quejándose de que yo nunca le ponía atención a lo que me estaba contando.
Pregunta: ¿Es correcto decir “no hay nada”? ¿No deberíamos decir “hay nada”?, pregunta Ricardo Vélez, de Toluca.
Respuesta: Se han discutido mucho los diversos casos de doble negación que utilizamos en nuestro lenguaje de todos los días. El razonamiento que usted hace, mi estimado tocayo, es correcto, pero la costumbre ha dictaminado que se pueda decir “no hay nada” “no vino nadie” y todas esas expresiones que, aunque de suyo sean contradictorias, terminaron por ser aceptadas por las máximas autoridades idiomáticas.
Ayer le pregunté: La munición de una escopeta está formada por perdigones. A los perdigones se les llama así.
Porque se usan para cazar perdices.
Porque son más los que se pierden que los que dan en el blanco.
Porque se disparan como balas pero no lo son.
Por el nombre de su inventor.
Respuesta: a) Según Joan Corominas, el etimologista más reconocido del idioma español, el nombre de los perdigones se deriva del de la perdiz.
Ahora le pregunto: Un caballo mostrenco es un animal salvaje que no tiene dueño. Originalmente se le llamó así.
Por una región del norte de Italia donde abundaban este tipo de animales.
Porque el que encontraba un animal así tenía la obligación de mostrarlo y comprobar que no tenía dueño.
Porque estos animales se alimentaban con una especie de mostaza.
Porque eran animales de cola extremadamente larga.
Ayer también le pregunté: ¿Cuál es la diferencia entre eximir y exentar?
Respuesta: El verbo exentar no existe. Exento es el participio del verbo eximir. Cuando a una persona se le ha eximido por ejemplo de pagar un impuesto, significa que se le ha librado de esa obligación y entonces se dice que la persona está exenta de ese pago.
Ahora le pregunto: ¿Cuál es la diferencia entre espirar y expirar?
Las respuestas mañana, en este espacio.
Frase convenenciera para terminar: El dinero no hace la felicidad… la compra hecha ¿Cómo dijo? ¡Hasta mañana!
Consultorio Verbal
Monterrey, N.L.