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Hace 20 años murió El Santo

Torreón, Coah.- Vestido de plata con una máscara sobre la cara que ocultaba sus facciones, musculoso, fuerte y ágil, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo "El Enmascarado de Plata", resultó ser una de las grandes personalidades del espectáculo y figura arraigada en la cultura popular.

Nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de Septiembre de 1917 y murió hace exactamente 20 años, el cinco de febrero de 1984; sus padres fueron Jesús Guzmán Campuzano y Josefina Huerta de Guzmán. Rodolfo fue el quinto de siete hermanos; carismático y de gran presencia física, estuvo predestinado desde sus inicios a ser un destacado luchador, tenía como arma principal sus poderosas piernas.

La afición de Rodolfo eran los deportes, especialmente el beisbol y el futbol americano, sin embargo, su interés por la lucha libre se hizo evidente en los treinta. Según carteles de la época, evidencian que Rodolfo inició su carrera en el pancracio el 28 de junio de 1934 en la Arena Peralvillo Cozumel, aunque la Empresa Mexicana de Lucha Libre(EMLL) asegura que comenzó en 1935 en el Deportivo Islas de la colonia Guerrero. Fue en la arena de Pachuca donde el también luchador Jack O´Brien vio el estilo luchístico de Rodolfo, quien se hacía llamar Rudy Guzmán, lo recomendó con Jesús Lomelí instructor de la EMLL (dirigida por Salvador Lutteroth González.), quien lo llevó a la capital.

Rodolfo decidió enmascararse y encarnar un nuevo personaje, se hizo una máscara, un nuevo equipo y un par de meses después se presentó como El Hombre Rojo. Tenía que luchar casi a diario por varios rumbos de la ciudad para ganarse la vida. Cuando no había combates realizaba diversas labores: modelador, pintor, carpintero, mecánico y varias más. En 1936 Rodolfo ingresó a la EMLL y se presentó en la antigua Arena México. El público no lo tomaba en cuenta, por ello en noviembre de ese año decide dejar la EMLL. También Jesús Lomelí salió de las filas de la empresa para hacer su propio espectáculo luchístico y no duda en buscar al Hombre Rojo, de este modo Rodolfo se reencontró con el hombre que lo había ayudado en sus inicios.

En busca de fama y fortuna Rodolfo Guzmán decide enmascararse como el Murciélago II, para aprovechar la fama de Jesús "El Murciélago " Velázquez, pero el dueño del nombre original apela a las autoridades de la Comisión de Box y Lucha, con el fin de retirárselo al incipiente luchador. Rodolfo se quedó pasmado, sin ánimos, tanto trabajo que le había costado conseguir algo de fama y de pronto, sus sueños se fueron por la borda y por si fuera poco su vida familiar se trastocaba con la muerte de su padre (Jesús Guzmán Campuzano).

Cómo nace El Santo

A principios de los años 40, Rodolfo contrajo matrimonio con María de los Ángeles Rodríguez Montaño (Maruca) en la iglesia de la Magdalena Mixhuca y su padrino fue Salvador Lutteroth González. El matrimonio procreó diez hijos: Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes y el hoy luchador activo Hijo del Santo.

En esa década, tanto Jesús Lomelí como Rodolfo regresaron de nuevo a la EMLL. Jesús ya le tenía un nuevo equipo, totalmente plateado. Ahora había que elegir un nombre, Don Jesús había pensado en El Santo, El Diablo o El Ángel; Rodolfo se decidió por el primero de ellos y con siete pesos, hizo un equipo humilde; la máscara, un verdadero horno, de piel de cochino y dentro el calor era insoportable.

El 26 de julio de 1942 hizo su debut como El Santo, ahí tuvo que medirse con el Lobo Negro, quien lo dominaba, la desesperación hizo presa del plateado, quien no encontraba la forma de derrotar a su enemigo, el joven ?Enmascarado de Plata? optó entonces por la violencia, fauleó a su rival, el réferi trató de impedirlo, pero lo que logró fue que El Santo le hiciera pedazos la camisa, el tercero sobre las cuerdas no atinaba la forma de detener el huracanado ataque del rudo debutante, así que optó por lo más sano, descalificarlo.

Nunca alguien había perdido por descalificación en nuestro país, por lo que la gente se quedó admirada del nuevo rudo. El plateado anhelaba ser el campeón en las diferentes categorías del pancracio y también agradar al público que pagaba por verlo. Con ese espíritu de lucha, el 16 de agosto de 1942, en la vieja Arena México enfrentó a quien sería, con el paso de los años, uno de sus adversarios más encarnizados: Bobby Bonales "La Maravilla Moreliana". Gracias a esa batalla, El Santo reflexionó sobre el valor de su máscara: "me propuse conservarla contra viento y marea, pues era la máxima expresión de mi personalidad, el símbolo perfecto del misterio que podría rodear mi figura en el encordado".

A principios de 1943 enfrentó a Jesús "El Murciélago" Velázquez, aquél que no le había permitido enmascararse como Murciélago II. En el ánimo de El Santo había un afán de desquite. El Murciélago era monarca nacional de peso medio, pero el ?Enmascarado de Plata? lo venció. Después vendría un triunfo tras otro. Para tratar con el plateado había que respetar las reglas del juego que él propondría mediante la frase: "Nadie hay detrás del enmascarado. Todos y ninguno a la vez".

La mascara de Black Shadow

"No creo que haya hombre en el mundo capaz de privarme la satisfacción de descubrir el rostro del campeoncito ese tan antipático, de una vez por todas voy a destruir la ridiculez que encierra El Santo tras su máscara plateada". Eso advertía Black Shadow a la prensa pocos días antes del duelo más emblemático de la lucha libre nacional.

El hombre de goma como se le conocía, llevaba cinco años en los cuadriláteros, hacía pareja con Blue Demon, ya que decían ser hermanos, aunque en realidad sólo eran compadres y era famoso por sus topes suicidas. Entre El Santo y él había surgido una rivalidad a muerte, ambos se jugarían las máscaras y la reputación de la recién dividida Empresa Mexicana de Lucha Libre.

El 17 de noviembre de 1952 fue la fecha escogida, a las 22:30 horas, ante una Arena Coliseo repleta con más de seis mil gargantas, Shadow y El Santo suben al cuadrilátero, seguido por sus asistentes Blue Demon y Dick Medrano, respectivamente. Shadow decide lanzarse sobre su rival pero falla en su lance; El Santo aprovecha para hacerle un crotch y dejarlo de espaldas a la lona. En la segunda caída, Black Shadow comienza a dominar al ?Enmascarado de Plata? con golpes de antebrazo y patadas voladoras; el técnico impone su ciencia y trata de abrir al Santo con todas las llaves, finalmente, arremete con un tope contra el plateado y éste cae noqueado. Todo se decidiría en la última caída: Shadow, crecido, lanza al Santo contra las cuerdas y le aplica varios látigos para rematar con un poderoso cangrejo. El Plateado aguanta y logra zafarse para arremeter contra Shadow con un látigo, preámbulo de su tradicional llave La de a Caballo. El público creyó que la lucha había llegado a su fin, pero no por nada le decían: Shadow "El Hombre de Goma".

No sólo se zafó de la llave, sino que trató de aplicar una media tapatía al ídolo, quien correspondió con una palanca al brazo para después caer enredados en un doble medio cangrejo. Pocos testigos sobreviven de aquel final: El Santo esquiva un tope mortal de Shadow cuyo destino es hacia fuera del encordado. De regreso ?El Enmascarado de Plata? lo recibe con unas tijeras a la cabeza, le acomoda una patada entre las piernas y lo somete definitivamente con una Rana. El réferi Rubén Blancarte, levanta la mano del Santo mientras dice que el nombre del encapuchado Black Shadow es Alejandro Cruz Ortiz.

Dolido por la muerte de su compadre (Black Shadow) Blue Demon se enfrenta al Santo y lo vence en dos caídas al hilo. Esa fue la segunda gran humillación que sufrió el plateado, pero también fue la última, porque nadie volvió a ganarle en mano a mano en dos caídas al hilo.

Los años de gloria

Veinte años después de nacer como un rudo bestial, el cinco de julio de 1962, El Santo lucha como técnico por primera vez acompañado por Henry Pilusso, contra los Hermanos Espanto. Semanas atrás la alineación era exactamente al revés; Santo luchaba del lado de los Espanto, mientras que Pilusso conformaba una terna con el Rayo de Jalisco y Rito Romero. Sus compañeros traicionaron al ?Enmascarado de Plata? y Pilusso entró en su ayuda. Había llegado el momento de administrar el cariño del público; ya no era necesario ser el malo y violento de la historia.

La rivalidad con los Hermanos Espanto culminó con una lucha de máscaras contra el Espanto I, el 30 de noviembre de 1963 y recordada como una de las más sangrientas en la historia de la lucha libre de México. Tanto que al terminar ésta, El Santo semi inconsciente, con la máscara totalmente desgarrada y teñida de rojo, le preguntó al legendario aficionado don Erasto García, quién había ganado. "Usted Profe", le dijo y lo ayudó a llegar al vestidor.

Su fama creció gracias a filmes como Santo contra los Zombies (1961), Santo contra el Estrangulador (1963), El Barón Brákola (1965) y Santo y Blue Demon contra los Monstruos (1969), aunque en diversas ocasiones la calidad de éstos fue menospreciada por la crítica nacional.

El Santo filmó 24 películas taquilleras en las que alternó lo mismo con Blue Demon que con Gaspar Henaine "Capulina", al tiempo que en los cuadriláteros ganó el nacional de peso medio al derrotar a Karloff Lagarde; el nacional de peso semicompleto ante El Espanto I; el mundial de peso medio ante René Guajardo y durante tres años fue campeón nacional de parejas junto al Rayo de Jalisco.

La hora del retiro

El Plateado vive los setenta en la más alta gloria, pero ya no como el gran rival mano a mano que era. Su fuerza había mermado y tenía 60 años aproximadamente. Aun así, en 1975, El Santo, Mil Máscaras y El Solitario fueron declarados el mejor trío del año.

En 1977 la Empresa Mexicana de Lucha Libre sufrió una ruptura entre sus elementos. El plateado culminó su relación con la familia Lutteroth y al igual que El Solitario, Tinieblas, Los Villanos y Mil Máscaras, se fue al bando de los independientes. Con ellos, en el Toreo de Cuatro Caminos escenificó los últimos combates de su vida. Rodolfo Guzmán seguía en activo, pero comenzaba a pensar en su retiro. Ya había sufrido un infarto al miocardio y el médico Horacio Ramírez, lo apremiaba a retirarse. Hubo tres despedidas oficiales: la primera, en el Palacio de los Deportes, la segunda, en la Arena México y la definitiva en el Toreo de Cuatro Caminos, el 12 de septiembre de 1982. Se reunió de nuevo con sus grandes amigos: Gori Guerrero, Huracán Ramírez y El Solitario, para enfrentar a la cuarteta integrada por El Texano, El Signo, El Negro Navarro y El Perro Aguayo, su último gran rival. Los rudos fueron descalificados por excederse, querían darle la despedida que se merecía y se ensañaron con él.

Llega su muerte

Al retirarse se dedica a la producción de sus propias películas y trabaja como escapista al lado del mago Yeo en el Teatro Blanquita. Aun en las giras teatrales era celoso de su incógnita, nunca se quitaba la máscara; para comer usaba una tapa más abierta. El Santo supo que estaba desahuciado. No le bastaban sus actos de escapismo ni el efusivo amor que le demostraban sus hijos y seguidores para saciar sus ansias de vivir.

Cuando vio al menor de sus vástagos usar su máscara y subir a un encordado, no pudo contener el llanto; la vida que había sido tan pródiga con él le comenzaba a dar la espalda. Semanas antes de morir sorprendió al público cuando descubrió su rostro en el programa Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludowsky. Esa fue quizá una señal premonitoria del próximo final de su vida. Ya no tenía sentido conservar en secreto lo que el tiempo se encargaría de hacer polvo. Cuando lo enterraron llevaba puesta su máscara; la convirtió en su propio rostro.

El cinco de febrero de 1984 al concluir una presentación se sintió agotado y en su camerino se acostó para reposar. Pero la muerte lo aguardaba y fue trasladado de urgencia al Hospital Mocel, donde al poco tiempo dejó de existir, víctima de un infarto al miocardio a la edad de 67 años.

Durante su vida tuvo la posibilidad de elegir ser dos personas pero ante la muerte quiso ser El Santo y permanecer así para siempre, aun cuando hayan desaparecido todos los que lo vieron sin máscara. Santo, el demonio, el héroe, el que nunca leyó completos los guiones de sus películas, el católico que estudió hasta la secundaria, que pegaba entre las piernas, que rezaba en cada esquina, que luchaba contra los monstruos, y dejaba que los pequeños se le acercaran, había dejado en la lucha libre un hueco difícil de llenar.

Su muerte física no terminó con él, su hijo ha hecho posible que la leyenda que se forjó siga siendo una realidad. Cuando el plateado vio debutar a su vástago como El Hijo del Santo no pudo contener las lágrimas, y comentó a su hijo Alejandro: "Al ver a tu hermano me regreso 30 años". Su espíritu encarnó en este nuevo cuerpo, trascendió el personaje y se posesionó de él. Es el ?Enmascarado de Plata? actual, El Santo del siglo XXI, porque el espíritu y la materia se unieron para continuar luchando.

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