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El mercado del placer, un gran negocio

POR LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

Primera de dos partes.

Internet, prostitución, table dance, sex shop... un poco de todo.

Torreón, Coah.- La letra X, con mayúscula, inunda las calles. Los sex shop forman parte de la escenografía cotidiana de la ciudad.

El negocio del sexo no se limita a las mujeres con nombre de guerra a la espera de clientes en una calle oscura. Los centros de table dance, videoclubes y salas de masaje, integran un mosaico de fantasías, el cual es visitado recurrentemente por personas proclives a los amores solitarios.

A pesar del control de las autoridades, es un secreto a voces que menores de edad ejercen el oficio más antiguo del mundo.

En un mundo globalizado, la Internet no es ajena al sexo. Más allá de sitios en la red que ofrecen pornografía, un fenómeno nuevo se da en Torreón: la prostitución cibernética. En la bolsa de trabajo de weblaguna es común encontrar la leyenda: Solicito chicas, excelente presentación, buen cuerpo. Sueldo base muy tentador, extrema discreción, por favor poner sus datos, yo me comunico.

Es fácil tener acceso al negocio del sexo. Los precios son variados al alcance de todos los bolsillos. En la cultura del table dance también hay estratos sociales, no todos pueden pagar 75 pesos por una cerveza y tener así el placer de conversar con una chica. Las diferencias son muchas pero las coincidencias también, las principales: el negocio del sexo arroja grandes ganancias y los hombres son los clientes más recurrentes.

-Primera parte: El placer, un gran negocio

-Segunda parte: El placer se moderniza

Manejo nada sencillo

Pedro es un joven empresario, dueño de un table dance. Su nombre puede ser verdadero o no, eso es lo de menos, lo importante son las experiencias que narra. Esposo, padre de familia, para él no es sencillo convivir diariamente como jefe de alrededor de 20 mujeres, la mayoría de ellas provocadoras de fantasías.

Pedro es la envidia de muchos de sus amigos, quienes lo imaginan abrazando a sus empleadas mientras bebe una botella de whisky, sin embargo el mito se rompe con la realidad. Es necesario no involucrarse para el buen funcionamiento del establecimiento.

—Convives con el personal más difícil que puede existir: mujeres que trabajan por su físico. No puedes tratar a una bailarina como tratas a cualquier empleado. No puedes decir, “mañana ya no vengas” y contratar a otra porque para empezar batallas, de repente las chicas se te van. Los motivos pueden ser muchos, se juntan en bola porque les salió un buen “jale” en Cancún y se van cinco o seis, es entonces cuando andas cascabeleando. Por este motivo debes tratarlas con mucho tacto, obviamente sin darles a pensar que hagan lo que quieran, pero sí es el negocio más difícil.

El manejo del personal femenino no es el único problema. Al negocio comúnmente llegan personas que se dicen influyentes y amenazan con cerrar el establecimiento cuando algo les molesta, algunos más osados se niegan a pagar la cuenta argumentando ser “reporteros” y advierten una campaña de desprestigio.

Pedro paga a sus bailarinas alrededor de 400 pesos diarios, únicamente por concepto de sueldo, sin contar comisiones por beber con los clientes o por bailar en los llamados “privados”.

—Es un salario alto que no pueden obtener al trabajar en una maquiladora. En teoría las chicas trabajan seis días pero ninguna te cumple en su totalidad.

Pedro paga semanalmente una nómina de entre 25 y 30 mil pesos, fluctúa porque en ocasiones tiene a 15 chicas y otras veces a 25. Además está el personal de seguridad, el gerente, cajeros, meseros, garroteros, en total cerca de 40 personas. Reconoce que tener un table dance es productivo, pero también una mala racha es casi mortal.

—Es un negocio que no puedes aguantar mucho como lo hacen otros, te comen los sueldos. Si tú tienes una tienda y te va mal, como quiera despides gente o a ver qué haces, en este negocio no, o sea si yo despido chavas se me acaba el negocio.

La ciudad crece a pasos agigantados. Llegan los grandes centros comerciales, las franquicias y agencias de autos de lujo. Las autoridades amplían bulevares y construyen Distribuidores Viales, la modernidad llega a Torreón. En pláticas de café muchos pronostican una similitud con Monterrey. Ciudad donde los table dance abundan. Para Pedro el fenómeno está muy lejos de llegar.

—Torreón no es una ciudad donde se pueda tener tanto negocio de este giro.

—¿Cuántos tables habrá ahorita en Torreón?

—Cuento el Jaguar, Chimeneas, Paulitos, Queros y el Candys... ah y el ¡Ay Nanita! son cinco. Obviamente también hay de niveles, por ejemplo lo que es Chimeneas y ¡Ay Nanita! tienen pura gente de clase media baja. Allí te cuesta una cerveza en nueve pesos, mientras que en otros alcanza los 35. Estos negocios son más que suficientes.

La seducción

Cuando las luces se apagan una voz anuncia la presencia de Stephanie. Vestida tan sólo con una blusa desabotonada, baila al compás de Shania Twain. Sus movimientos son sugerentes, provoca gritos y algunos osados de la primera fila intentan acariciar sus piernas. Recorre el “escenario” de un extremo a otro, reparte sonrisas y disfruta los piropos de la audiencia.

Repentinamente un cambio de luces. Ahora la música es más lenta, una luz blanca enmarca cada uno de los movimientos. Poco a poco las prendas desaparecen hasta quedar semidesnuda.

Stephanie tiene 29 años. Comenzó a trabajar desde muy joven. A cambio de una michelada accede a contar su historia. El valor de la cerveza combinada con jugo de limón, sal y salsa, alcanza los 70 pesos. Su alto costo se debe al honor de tenerla en la mesa.

Platica que de los 70 pesos para ella son 25 de comisión. Su mayor ganancia es cuando logra convencer al cliente de bailarle en forma exclusiva. El costo de una canción es de 100 pesos, para ella son 45, pero el “privado” tiene un valor de 400 pesos, de los cuales 200 son para Stephanie.

El dinero no le sobra, pero tampoco le hace falta. Entre sus planes está comprarse una casa. En una buena noche llega a ganar hasta cinco mil pesos, confiesa que le gusta comprarse cosas caras, después de todo para eso soporta todas las noches a hombres embrutecidos por el alcohol que la tratan sin el menor respeto.

—Mi trabajo es difícil.

En su historia se cuentan viajes. Durante algún tiempo trabajó en una casa de citas en Guadalajara, era un lugar exclusivo para hombres de negocios, quienes incluso llegaron a invitarla a Puerto Vallarta. Se hospedaba en hoteles de lujo, comía en los mejores restaurantes y además cobraba por sus servicios.

—Si tú ahorita me llevas de viaje por tres días te cobro cinco mil pesos y obviamente pagas hotel y comida.

Por mucho tiempo Stephanie ocultó su doble vida a la familia. Sin embargo la suerte la abandonó en una de esas mil noches en vela que desarrollaba su trabajo. Un amigo de su padre la vio, la noticia causó conmoción.

Tras una larga pelea, el padre optó por correrla. La moral pudo más que el cariño. Aunque la moral no estorba para disfrutar de la ayuda que Stephanie da a su casa.

—Hay muchas historias parecidas a la mía.

A ella no le avergüenza su profesión, pero sí le preocupa que sus hijos algún día se enteren. El dolor no podría soportarlo, por eso cuando hace “negocios” fuera del establecimiento donde trabaja, pide a sus clientes que nunca llamen en domingo, ese día lo disfruta con sus pequeños. A quienes a pesar del cansancio por trabajar de noche, todos los días prepara el desayuno.

Stephanie gana mucho dinero, pero dice sentirse sola, después de todo es una de esas mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro.

Historias de familia

La escena es similar todos los días cuando se cierra el telón de los deseos. Afuera de los establecimientos de table dance es común encontrar a clientes que desean alargar la noche, muchos de ellos buscan saciar bajas pasiones y dejar los besos para los enamorados, otros sólo desean tener con quién platicar.

—Una cosa es cierta, las chicas son excelentes psicólogas, comenta Pedro, aprenden a escuchar al cliente.

Muchos de los amantes solitarios recurren a estos lugares para olvidar los problemas con la esposa, con los hijos, en el trabajo. Al entrar a un table dance todo queda en el olvido. Sólo importa ver caminar a mujeres, casi desnudas, con tacones altos que coleccionan miradas en el desván del deseo.

—Yo les digo a mis empleadas que cuando se retiren de esto se dediquen a ser psicólogas, son excelentes para escuchar. Me quedo admirado cuando llegan y me platican: mira ese cliente se peleó con su mujer, a aquél lo corrieron del trabajo. Es verdad, otros nada más vienen por ca...

La necesidad de ser escuchados por alguien no es exclusiva de los visitantes. Ellas tienen muchas penas qué contar, de ahí que se relacionen con taxistas o cualquiera que preste sus oídos. Muchas se enamoran de hombres que la mayoría de las veces se quedan con buena parte de las ganancias.

No cualquiera puede llegar y trabajar como bailarina. La mayoría entra al negocio por el dinero, pero hay también quien sueña con ser artista y es la experiencia más cercana a la de pisar un escenario.

Pedro selecciona a su personal. La prueba es una noche para ver cómo reaccionan los clientes con el espectáculo.

—Obviamente tienen que ser chavas delgaditas, ¡imagínate si me llega un “tanque”! por eso se les hace una prueba para ver cómo se desenvuelven.

En este trabajo hay mucha rotación. Hoy las chicas trabajan en Torreón y mañana sin previo aviso pueden irse a Juárez. Su vida no es fácil, las drogas y el alcohol siempre están presentes. Sin embargo, a pesar de lo turbio del ambiente el trabajo diario llega a unir a sus protagonistas.

Algunas veces y con la confianza del tiempo, Pedro es quien da un consejo a sus empleadas.

—Tengo chicas que trabajan conmigo desde que abrí. Sé dónde viven, incluso algunas me han presentado a sus papás porque van y las llevan al trabajo, se rompe el tabú de que están en un table, lo ven ya como algo normal.

La sociedad mexicana se caracteriza por su doble moral, hablar de sexo provoca rubor y la mayoría de las veces dureza para juzgar a las mujeres que venden fantasías.

—Es muy triste. En las familias de estas chicas si no das dinero eres una cualquiera, pero si hay billete entonces no, es cuando dicen: pobrecita es que no encontró otro trabajo. Si ganan diez mil pesos semanales te puedo asegurar que ellas se quedan con muy poco porque la mayoría de las veces se lo dan al papá que no tiene trabajo.

Muchas de ellas optan por el despilfarro, un carro nuevo, ropa de marca, sólo piensan en el momento. El tiempo pasa y cuando se dan cuenta ya no son aptas para el trabajo, la pobreza vuelve, la tristeza nunca se va porque hay mujeres a quienes siempre las alcanza la soledad.

Los sacrificios

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, las actividades en el negocio de Pedro comienzan desde temprano. Hay que pagar a proveedores y surtir todo lo referente a abarrotes. El personal que trabaja propiamente en el bar llega a las cinco de la tarde, los meseros dos horas después junto al personal de seguridad.

El horario de las chicas varía, algunas llegan desde las ocho y otras más cuando pasan de las diez. El sueldo depende de la hora que lleguen. Para acceder al sueldo completo es necesario estar ahí al menos a las nueve de la noche.

La jornada termina pasando las tres de la mañana, pero no para todos. Pedro debe quedarse a hacer cuentas y cerrar. Llega a su casa a dormir entre las cinco y seis de la mañana, cuando sus hijos comienzan a despertarse para irse a la escuela y su esposa a trabajar.

—Cuando regresan todavía estoy dormido. Gano bien pero tengo muy poco tiempo para convivir con mi familia.

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