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CRÓNICA URBANA | Nadie sabe cómo se llama, pero le dicen ?Gorra Prieta?

FABIOLA PÉREZ-CANEDO

CRÓNICA URBANA

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Los vecinos desconocen su nombre, su edad, dónde vive, de qué se sostiene o si alguna vez come. Lo ven pasar todos los días pero no entablan conversación con él. No tiene caso, dicen, no entiende ni se da a entender.

Le dicen ?Gorra Prieta? por su aspecto sucio y desaliñado. Es un anciano de unos 70 años, pero aparenta más edad por lo duro de sus facciones. Tiene la piel morena y los cabellos blancos. Al preguntarle su nombre, murmura algo relacionado con la Iglesia. Todos los días se le ve afuera de templo de San Felipe, donde pide limosna.

Pareciera que siempre está enojado, a veces pasa hablando solo, por lo general con el ceño fruncido. Camina con dificultad, tiene problemas en una pierna y cojea un poco. Una señora le pregunta qué le pasó en su extremidad, pero él la ignora y sigue su recorrido.

Los niños de las primarias aledañas se le acercan con insultos y groserías. Le llaman loco y eso le molesta. El anciano, como puede, se agacha despacio a recoger algunas piedras y los persigue, pero su agilidad no se compara con la de los infantes, que corren a esconderse.

El juego puede durar horas. El señor no se desespera y lentamente los persigue. Nunca los alcanza. Cuando ya los ve lejos, tira las piedras y regresa a su camino original, pero nuevamente lo retan y la persecución se reanuda, aunque el septuagenario no cuenta con la energía para arrojar los objetos y muy apenas puede cargar las rocas.

En su recorrido, lo acompaña siempre su guitarra, que tiene algunas cuerdas, pero la mayoría están rotas. Carga también una lata grande de chiles, atada con un mecate a su cuello. En el bote lleva las monedas que le ofrecieron los feligreses de San Felipe.

Atraviesa las calles sin temor a los carros, que se ven obligados a esquivarlo. El viejo no se inmuta y continúa avanzando por en medio de la vía sin titubear.

Las personas que lo ven pasar le dan ropa, comida y algunos objetos que ya no utilizan pero aún funcionan. Le recomendaban que asistiera a un asilo pero respondía con murmuraciones sin sentido y ahora sólo se limitan a sonreírle mientras le apoyan con alimentación y vestido.

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