EL SIGLO DE TORREÓN
CD. LERDO.- Durante 26 años se dedicó a hacer reír a la gente. Y aunque su mundo podría ser de una oscuridad total a consecuencia de su ceguera, José Ocón Moreno, mejor conocido como el payaso Rabanito, no pierde la fe en Dios.
El diagnóstico del médico fue determinante: diabetes. Por eso desde hace cuatro años perdió la vista, además una enfermedad del corazón lo obliga a utilizar una silla de ruedas. Dice que no puede dar ni diez pasos porque el aire se le termina.
A sus 64 años de edad, Rabanito no tiene más que a su esposa. Pertenecía a una sociedad de payasos pero desde que enfermó sólo en dos ocasiones lo han ayudado, no más. Sus amigos también le dieron la espalda.
Desde hace dos años pide limosna a la entrada de la presidencia municipal. El primer día que llegó sintió vergüenza pero la necesidad económica fue mayor. Y es que a pesar de las enfermedades, los gastos siguen, los recibos de agua y luz no saben esperar.
Muchos de los payasos que salen en la televisión lo conocen, pero el único que lo ayuda es Rascacielos, “él siempre me dice: ‘ay hermano, cómo te ha abandonado la gente’, pero así es la vida”.
Sólo Dios, asegura, no lo ha dejado solo. Hace un año los doctores le dijeron que estaba a punto de morir, incluso a su esposa le pidieron ser fuerte, pero ella contestó: “sólo el Señor puede decidir sobre su vida”.
La diabetes se complicó con la enfermedad del corazón. El Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF), le regaló una silla de ruedas, pero aun así no puede acudir todos los días a pedir dinero a la presidencia municipal, en ocasiones le falta fuerza hasta para levantarse de la cama.
Antes de decidirse a pedir limosna, estuvo más de un año encerrado en su casa, incluso intentó suicidarse dos veces porque se sentía inútil, pero comprendió que la vida sigue y que su esposa lo necesitaba.
Hay muchas personas que le ayudan con un poco de dinero, pero otras más se han portado mal con él. Sus amigos pasan a su lado y ni siquiera lo saludan, entonces guarda silencio y recuerda los momentos que pasó con ellos.
“Dirán ‘al cabo que no ve’, perdí la vista, pero aprendí a no olvidar la voz de las personas. No le deseo a nadie que esté en mi situación, es muy feo estar en un mundo de oscuridad, siento el reflejo del sol, pero es horrible no poder verlo, me imagino cómo es porque ya lo conozco”.
Cuando tenía fuerza y podía ver, anduvo de circo en circo. Antes trabajaba como ayudante barriendo las carpas y limpiando las jaulas de los animales, pero un buen día alguien lo invitó de payaso: un labial de mujer fue suficiente para transformarse. Desde entonces la gente lo conoce como Rabanito.
Recorrió toda la Comarca Lagunera y diversas partes de la República Mexicana: “pero después de servir la gente se acaba y a quienes hice reír ya no me recuerdan, bueno, algunos niños sí, pasan y escucho que dicen: ‘mira es Rabanito’, luego lloro porque además de dinero me dan un beso”.
Y añade: “yo no dejo de pedirle a Dios que bendiga y proteja a mis amigos, no importa que ya no me hablen. Hasta ahora el Señor no me ha abandonado y me ha dado la fuerza para seguir soportando mi enfermedad”.
A veces el Alcalde lo ayuda a acomodar su silla de ruedas en la presidencia municipal, también le da dinero, pero tiene miedo de que cuando entre en funciones la alcaldesa electa, Rosario Castro Lozano, lo obligue a retirarse del lugar.
“Ya le dije al Alcalde pero me aseguró que la casa es del pueblo y no tienen por qué quitarme, yo no ando sucio ni mugroso, siempre estoy lo más limpio que puedo, la necesidad me hace estar aquí”.
No deja de agradecerle a Dios por haberle dado una buena esposa, pero de sus cinco hijos no piensa lo mismo: “me da mucha vergüenza decirlo porque no los quiero poner en mal, pero yo tengo ganas de que me digan: ‘tenga papá, ahí le van cinco pesos, pero no. Por eso me da pena, mi esposa y yo le dimos el estudio a tres de ellos. Uno como padre podrá hasta para diez hijos pero diez hijos no pueden para dos padres, así es la vida, pero mientras el Señor no nos abandone creo que estamos más que bendecidos”.