MEXICO, D.F., (SUN-AEE).- Se escribían como dos enamorados anónimos: "Angel bienamado", era como él la llamaba al inicio de sus cartas. Ella abría de otra manera "Tesoro entrañablemente amado". Pasarían, como un par de amantes más, pero en la historia su lugar es otro. Quienes están ahí son Carlota y Maximiliano, la pareja imperial.
Un conjunto de 311 cartas que los mantuvo unidos aun con la distancia, primero en Europa y más tarde en América, son recuperadas por el profesor Konrad Ratz -austriaco, como el emperador- en el libro "Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota".
En las cartas, conservadas por la Universidad de Texas en Austin, la pareja comentaba asuntos políticos, pero también aprovechaba el papel para describir los ambientes y paisajes, y reflejar los sentimientos.
Ratz no llegó a aficionarse a la figura del emperador en Austria, hasta una visita a México en 1981, donde conoció un libro de José Fuentes Mares sobre el proceso al archiduque. A estas cartas, se suman los libros "Querétaro fin del imperio" - de futura publicación-, "Maximiliano y Juárez" y la "Biografía Maximiliano de Habsburgo". Ha editado en Austria los libros "Proceso de Maximiliano" y "Maximiliano íntimo", de José Luis Blasio.
-Dentro de sus investigaciones en torno a Maximiliano ¿qué papel ocupa esta correspondencia? "Un papel muy personal porque esas cartas se escribían en las ausencias, en los viajes, y son testimonio de la relación sentimental que no era desavenida, porque de otra forma no hubieran escrito tantas cartas.
"Se escribieron casi a diario. En México él estuvo ausente durante unos 200 días. Fueron viajes en los que tuvo la intención de cambiar el país, él lo llamó gobernar viajando, a la manera de su antecesor José II de Austria. Decían que se iba de viaje a hacer turismo, pero no fue así; el sentido era conocer el país porque sabía que tenían razón cuando decían "este europeo no sabe nada de México".
-¿Qué tanto permiten estas cartas conocer la historia real? "Si sólo existieran sería muy difícil para un no historiador entenderlo porque ahí no está todo el fondo. Lo que hice fue contextualizar o contar la historia del Imperio intercalada con las cartas".
-Desde el punto de vista del lenguaje ¨qué valor le da usted? "Es sobre todo una correspondencia personal. Son muy frecuentes, de uno y otro, aunque los contenidos son distintos. Maximiliano cuenta lo que le pasa en los viajes, lo que hace, la agenda que tiene, cómo lo reciben con entusiasmo o lo que pasaba en cada caso. Ella está en México presidiendo los consejos de ministros, es muy enérgica y lo que le falta de experiencia lo suple con derroche de energía.
"El lenguaje en sí es un lenguaje culto, pero no es tan bonito y literario como el que Maximiliano usó para escribir sus cuentos de viaje porque dejó de ser literato. Y en medio de las crisis y los cañones, no se piensa mucho en hacer bellas palabras. Diría que es realista, pero cada uno tiene su realidad propia: Maximiliano tiene la realidad de un soberano que puede ayudar, a quien le entregan las llaves de la ciudad, pese a que había desaparecido el formalismo virreinal. Ella está en el palacio y le hace sugerencias políticas. El las toma en cuenta, pero no sabemos si las cumple o no.
"A diferencia de los telegramas, las cartas fueron escritas en alemán y con las formas propias de su clase y la cortesía de aquella época".
-¿Cómo sitúa a Maximiliano en la historia de Austria? "Tiene muy poca importancia, allá vendo mis libros a minorías.
Pero en México es parte de la historia, se está rescatando. Aquí es un personaje político, allá no. Sin embargo, en Austria era muy querido porque era el posible sucesor de su hermano Francisco José. No tuvo posibilidades en Austria y cuando le ofrecieron la corona de México para él fue una gran sorpresa.
