TORREÓN, Coah.- Chuy era un gran deportista y estudiante, su futuro era muy prometedor, sin embargo, el alcohol le permitió encontrar muchos pretextos para aventarse al vicio y desde hace dos años vive en el centro de la ciudad y duerme ?donde me agarra la noche?, según sus propias palabras.
Son aproximadamente las 10:30 horas, dos hombres están sentados en las afueras de un local del mercado Francisco Villa, su aspecto físico deja ver que son parte de los borrachitos que se reúnen por este sector de la ciudad.
Platican mientras se disponen a repartirse un lonche que acaban de comprar en algún puesto de esos que abundan en el centro de la ciudad, tienen también una bolsa de plástico en la que llevan dos ?panalitos de mezcal?.
Al abordarlos, muestran cierta desconfianza, uno de ellos permanece callado y ni se inmuta ante el saludo, el otro pregunta, ¿para qué quieres saber mi vida, a poco va a salir en el periódico?
Después de platicar algunos minutos, Chuy acepta regresar a su pasado para hablar sobre los motivos que lo llevaron al alcoholismo, se levanta, camina unos cuantos pasos y se sienta en uno de los pasillos de este mercado.
Actualmente Jesús Muñoz tiene 46 años de edad, desde hace dos años vive en la calle y forma parte del famoso ?Escuadrón de la Muerte?, acepta que se convirtió en alcohólico escudándose en muchos pretextos que se le fueron presentando en su vida.
Por momentos duda, habla sobre algunas etapas de la vida y después dice que mejor no quiere seguir hablando, es evidente que al recordar los problemas que vivió a lo largo de su vida le causan nostalgia.
?Yo empecé a tomar desde los 18 años, era deportista y tomaba después de los partidos de futbol, era un tomador social?, dice mientras se dibuja una sonrisa en su rostro, ?a lo mejor no me crees, pero yo soy ingeniero, pero de qué me valió el título, lo tiré al bote de la basura y mírame?, agrega mientras señala su ropa sucia y se toca el rostro y el cabello.
En su juventud Chuy jugaba futbol americano con ?Los Gatos Negros? del Instituto Tecnológico de La Laguna, se recibió de Ingeniero Mecánico Industrial en esta institución, después estudió varios semestres de la licenciatura en Organización Deportiva en la Universidad Autónoma de Nuevo León, su futuro era muy prometedor pero el alcohol siempre ha estado presente en su vida.
Él reconoce que a lo largo de su vida le han ocurrido situaciones difíciles que ha tomado como pretexto para refugiarse en el alcohol.
?Cuando murió mi padre, me hice muy rebelde y me formé muchos complejos, era agresivo y nadie me podía decir nada, después cuando murieron mi madre y el mayor de mis hijos, también me sirvió de pretexto para caer en el alcohol?, dice, su mirada es dura y parece que se transporta a esos momentos que fueron difíciles en su vida.
Mientras la plática se hace más interesante, llega un amigo, él voltea, lo saluda y le pasa la botella de mezcal que su compañero le solicita después de saludarlo.
Cuando estaba soltero, Jesús Muñoz trabajó en el Banco de México, sin embargo, no le satisfacía ser un burócrata más en este país, después de trabajar tres años en este lugar, renunció para buscar nuevos horizontes.
?Cuando estás joven te crees el amo del mundo, en ese tiempo andaba de pipa y guante, pero seguía tomando, yo decía ?si quiero mañana mismo dejo de tomar?, y ese mañana nunca llegó?, dice.
Cuando renunció al Banco de México le dieron como compensación 32 millones de pesos, (de los antiguos) mismos que le sirvieron para financiar sus parrandas, ?pregúntame ¿donde está ese dinero?, me fui a Juárez y me lo gasté?, dice mientras hace ademanes ilustrando el consumo de alcohol y drogas.
En esas mismas fechas conoció a quien después sería su esposa, el flechazo se dio en un templo donde ambos acudían a orar, él tenía 24 años de edad cuando se casaron.
?Nos conocimos en la Ampliación los Ángeles, tuvimos que casarnos porque procreamos a nuestro primer hijo, ese fue otro trauma, no estaba preparado para ser papá?, dice, y agrega que la responsabilidad de ser padre fue otra situación que marcó su vida.
Tiempo después una nueva oportunidad de trabajo hace que Chuy y su familia cambien su residencia a la ciudad de Ramos Arizpe, él consiguió el puesto de inspector de control de calidad en la agencia automotriz General Motors Company.
?De nuevo andaba de pipa y guante?, comenta, mientras hace ademanes simulando que se acomoda la corbata, ?pero volví a agarrar el vicio y mi mujer y mis hijos se regresaron a Torreón, vine a buscarlos a la casa donde vivíamos y no los encontraba; de nuevo volví a caer?, dice.
Después de una serie de problemas familiares y reconociendo que el alcohol era un problema en su vida, Chuy se interna en el centro de rehabilitación ?Agua Viva?, el mayor de sus hijos tiene que trabajar para ayudar a su madre a sostener a sus hermanos, lamentablemente un accidente automovilístico terminó con la vida de este joven.
?Con la muerte de mi hijo me fui para abajo, desde ese día me salí del centro de rehabilitación y vivo en la calle, yo lo maté, me siento el asesino de mi hijo, los abandoné y él tuvo que ponerse a trabajar, era un joven inexperto y por eso se accidentó?, dice, a esta altura de la plática el hablar de la muerte de su hijo evidentemente le provoca tristeza, en sus ojos empiezan a asomarse algunas lágrimas que él se resiste a soltar.
En ese momento es cuando empieza a hablar de sus otros dos hijos, añorando el calor del hogar, el cobijo de una familia y los momentos de alegría que ha vivido.
?Tengo a mi angelito, mi David que tiene cuatro años, mi hija tiene 17 años y acaba de salir de la PVC, está estudiando licenciatura en no sé qué, a veces pasa por aquí y me agarra y me besa, me dice papi ya regresa, eso me duele mucho?, comenta, la plática es muy amena, el entrevistado que en un principio no aceptaba hablar sobre su pasado parece estar gozando y sufriendo al recordar algunos pasajes de su vida.
?Quisiera poder regresar a la casa, pero mi esposa ya no me acepta, ella es enfermera, es la más linda, ha sacado a mis hijos adelante?, al hablar sobre su esposa su rostro cambia, se ilumina y disfruta diciendo cosas bonitas de su mujer, de quien confiesa estar enamorado.
En esos instantes la plática se interrumpe, una mujer llega para abrir su negocio que se encuentra en la esquina del primer pasillo de este mercado, Chuy y sus dos amigos que también escuchaban atentos la charla se levantan y comienzan a alejarse del lugar, mientras la comerciante empieza a aventar agua para ahuyentar a los ahí presentes.
?Eso es patearte, es lo que la gente nos hace, pasan y nos ven feo y eso que esta mujer lee la Biblia, eso es lo contradictorio?, dicen los borrachitos que empiezan a alejarse ante la agresión recibida.
Hablar de su pasado es triste y el entrevistado define su problema con estas palabras: ?Siempre busqué muchos pretextos para refugiarme en el alcohol, pero la verdad es que a uno le encanta la bebida?, dice mientras señala las botellas de mezcal.
Chuy no sabe cuándo se convirtió en alcohólico, lo que sí sabe es que terminó en el mismo lugar en donde empezó a tomar bebidas alcohólicas, ?yo era de pipa y guante, aquí en el ?Quijote? ? empecé a tomar cuando tenía buen trabajo, ahora estoy aquí afuera en condiciones muy diferentes pero en el mismo lugar, la verdad es que ni yo mismo me he perdonado por todo el daño que he hecho?.
Al preguntarle cuál sería el ?pretexto? ideal para dejar el alcohol, lo piensa un momento, parece que sabe la respuesta pero no se anima a decirla, después de unos segundos dice: ?que viniera mi esposa y que me llevara, que me diera la confianza, que mis hermanos me apoyaran, que mi familia me dé una nueva oportunidad de encontrar el camino, estoy en la mejor disposición de cambiar pero no lo he logrado?.