La mente es como un genio que siempre está a nuestra disposición, a condición de que la limpiemos de impurezas. Mejor es amarla que reprocharla. Con el reproche y la crítica destructiva, se pierden los valores, se hace monstruosa o puede perder el control y entonces maquina maldades. Hay que poner a la mente a trabajar para nosotros. Hay que ejercer la auto-observación como un principio activo de análisis y de evolución. La mente nos será fiel si sabemos guiarla. Pero si la mente es caprichosa, vacía, perezosa, malevolente, entonces ahí está tu espejo de lo que eres y vas a ser, pero con más intensidad. Si comprendemos las leyes infalibles que rigen al gran universo del cual somos parte, entonces la mente es nuestra incondicional aliada, siempre guiándonos por el camino correcto a través de la intuición... y sin permitirnos que reaccionemos ente los eventos que a otros fácilmente sacuden. Debemos apartarnos de la mente colectiva, que siempre es ciega. Esa mente es enferma y enferma más.
