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La Batalla de Puebla: Símbolo de unidad e identidad nacional

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MÉXICO, D. F.- La Batalla de Puebla del Cinco de Mayo permitió a los mexicanos reafirmar su identidad nacional, y el suceso quedó en la memoria de la población como un esfuerzo por edificar la unidad del pueblo, señaló la historiadora Marcela Terrazas Basante.

En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México, la especialista del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, recordó que hace 141 años el Ejército Francés, uno de los más poderosos del mundo en su momento, fue derrotado por un grupo de soldados mexicanos al mando del general Ignacio Zaragoza.

En vísperas de conmemorar esa fecha en México, la especialista dijo que una revisión crítica permite apreciar que “la injerencia de un ejército extranjero fue promovida por el sector conservador de la sociedad; mientras el sector liberal impulsó arreglos con Estados Unidos”.

La catedrática del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Antonia Pi Suñer Llorens, dijo a su vez que la inclusión de esta fecha en el calendario cívico, busca conmemorar las acciones y honrar a los héroes que con sus acciones consiguieron una segunda independencia.

Recordó que el entonces presidente Benito Juárez y la generación de liberales que lucharon en contra del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, siempre sostuvieron que peleaban por la independencia de México.

Agregó Pi Suñer que luego de la Intervención Francesa en México, el principio de no intervención y respeto a la soberanía de las naciones formó parte del discurso juarista e inmortalizó su famoso apotegma: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Resaltó que México independiente padeció durante el siglo XIX la invasión de dos potencias: dos veces Francia y una Estados Unidos, por lo que este país sí conoce la injerencia de una nación más poderosa, y de este modo Benito Juárez e Ignacio Zaragoza son símbolos de autonomía.

El general Ignacio Zaragoza, al mando de las tropas mexicanas, integradas por cuatro mil 800 soldados, se fortificó en Puebla para detener el avance de los franceses, quienes fueron rechazados y vencidos con grandes pérdidas, lo cual llenó de entusiasmo a todo el país y fue el preludio de la victoria mexicana y de la salida de los invasores.

La Batalla del Cinco de Mayo

Laurencez creía fácil vencer al ejercito mexicano, por lo que, sin previa declaración de guerra y sin tomar las precauciones necesarias, ordenó el asalto a los fuertes de Loreto y Guadalupe, que defendían la ciudad de Puebla.

El general Ignacio Zaragoza, al mando del ejercito mexicano compuesto de 4, mil 800 hombres, se fortificó en la ciudad de puebla para detener el avance del ejercito invasor que fue rechazado con grandes pérdidas al intentar repetidas veces tomar las fortificaciones, teniendo al fin que abandonar el campo y retirarse vencidos y perseguidos por la caballería mexicana.

La noticia del triunfo de las armas republicanas en Puebla llenó de entusiasmo a todo el país; sin embargo, si militarmente la batalla del 5 de mayo no detuvo el avance del ejercito francés; moralmente levantó a la República del concepto de desánimo y cobardía en que sus enemigos la suponían hundida.

La injusta intervención francesa despertó grandes simpatías por la causa de México en toda América y en los sectores liberales europeos; la prensa española, inglesa y francesa censuraba a Napoleón y abogaba por el retiro de las tropas invasoras.

Hay dos importantes razones en el gran significado que tuvo la batalla de Puebla por México. Por un lado, el frente unido de la población mexicana, reforzó la identidad nacional.

Crónica de una intervención extranjera

Terminada la larga y sangrienta lucha denominada “Guerra de Tres años”, y elegido como presidente Benito Juárez para el periodo 1861-1865, el gobierno mexicano se encontraba sin recursos con que atender los gastos más urgentes de la administración pública, ya que de los ingresos que se percibían, el 91por ciento se destinaba al pago de la deuda externa y al sostenimiento del ejercito.

Dadas esas circunstancias, el 17 de junio de 1861 el gobierno se vio obligado a suspender por dos años el pago de todas las deudas públicas, a fin de nivelar su presupuesto y atender las necesidades básicas de la población y del país.

La suspensión de pagos a las naciones extranjeras, fue sólo el pretexto que cristalizó la idea de intervenir nuestro país, pues los conservadores mexicanos que habiendo perdido la esperanza de recuperar el poder por sÍ mismos, habían recurrido a las cortes europeas en demanda de apoyo, con el fin de traer a un príncipe extranjero a gobernarnos.

Con una bandera común, pero con distintos fines, los ejércitos de tres países aliados salieron rumbo a México. La armada española fue la primera en llegar a Veracruz (diciembre de 1861), posteriormente las fuerzas inglesa y francesa arribaron en enero de 1862.

Juárez contestó al ultimatum que le enviaron las naciones aliadas, manifestando sus deseos de llegar a un arreglo amistoso, e invitando a tener un encuentro en el pueblo de La Soledad, en donde se reunieron el General Primm, representante de los aliados, y Manuel Doblado representante de México, firmando el Tratado de La Soledad.

A principios de marzo de 1862 llegó a Veracruz el conde Laurencez con nuevos refuerzos para los franceses. También llegó el General Almonte, que se declaró jefe supremo de la nación y otros conservadores identificados como enemigos del gobierno liberal, quienes habían asegurado a los franceses que, al presentarse las fuerzas intervensionistas, una gran parte del pueblo mexicano se levantaría en armas para destruir a Juárez, situación que no sucedió.

Cuando los representantes de Inglaterra y España se dieron cuenta de que el propósito de los franceses era derrocar al gobierno de Juárez para traer después a gobernar a un representante suyo, declararon rota la alianza (abril de 1862), y después de arreglar satisfactoriamente sus respectivas reclamaciones con el gobierno de Juárez, decidieron reembarcarse con sus tropas.

El ejército francés en cambio, se negó a retroceder a sus posiciones iniciales como se había convenido, y el conde Laurencez ordenó el avance de su ejército hacia el interior del país.

Dicho ejército estaba compuesto de seis mil hombres, perfectamente armados y disciplinados, con abundantes víveres y municiones, y eran considerados excelentes soldados a causa de sus brillantes victorias en Europa. A este ejercito invasor vinieron a sumarse varias partidas conservadores, mal armadas, que al mando de Leonardo Márquez se incorporaron a Almonte.

TRATADO DE LA SOLEDAD

Las naciones aliadas aceptaron la propuesta de Juárez y en febrero de 1862 en el pueblo de La Soledad, se reunieron representantes de ambas partes, llegando a los siguientes acuerdos.

-El reconocimiento del gobierno de Benito Juárez.

-La declaración de que las potencias respetarían la integridad y la independencia nacional

-Las negociaciones se llevarían a cabo en Orizaba, y las fuerzas aliadas establecerían sus cuarteles en las ciudades de Córdoba, Orizaba y Tehuacan.

-En caso de declararse rotas las relaciones, las tropas aliadas volverían a los puntos que inicialmente ocupaban en la costa de Veracruz.

ACUERDOS QUE SIGUEN VIGENTES

La experiencia contribuyó a definir algunos de los principios fundamentales de la política exterior de México.

-El respeto por la soberanía y la integridad territorial.

-La no agresión.

-La no interferencia en los asuntos internos de otros Estados.

-La conciliación de diferencias a través de la negociación y no a través de la fuerza.

-La coexistencia pacifica.

FUENTE: Cultura Fronteriza.

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