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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

POR ARMANDO CAMORRA

Tres señoras pasaban los veranos en Tobera, una isla de moda en el Pacífico. Solían caminar muy de mañana por la orilla del mar. Cierto día vieron a un hombre que se había quedado dormido en la playa. No tenía nada encima aparte de una toalla que se había puesto sobre el rostro para no exponerlo al sol. "-¿Quién será?" -pregunta una. "-Mi marido no es -dice la segunda. "-Es cierto -confirma la primera-. Tu marido no es. Tampoco es ningún socio del Club Náutico". Dictamina la tercera: "-No es nadie de la isla"... Una gallinita y un marranito estaban platicando. Le propone la gallinita al marranito: "-¿Por qué no abrimos un restorán especializado en huevos con jamón? Yo pongo una cosa, tú la otra, y nos dividimos las ganancias". "-¡Con qué facilidad lo dices! -replica enojado el marranito-. ¡Para ti eso es cosa de todos los días; para mí es cuestión de vida o muerte!"... Hay una palabra que casi ya no se usa más que en el argot teatral. Esa palabra es "mutis". Hacer mutis significa salir del escenario. Pues bien: por interés y salud de la República propongo que el Presidente Fox y doña Marta hagan mutis. El primero debe salir del escenario internacional; la señora Sahagún del nacional. Ambos pueden ser una pareja grata a los mexicanos, de mucha utilidad y beneficio para México, si cambian de actitud y de conducta. No tiene caso ya que el Presidente viaje tanto al extranjero. Dejó de ser la monedita de oro que era cuando lo puso de moda su resonante triunfo sobre el PRI. Ahora, después de sus dislates y salidas de tono, es una figura que tiende a lo pintoresco ante la comunidad internacional. Por otra parte asuntos de capital importancia lo reclaman en México, y sus salidas empiezan a ser interpretadas como evasiones de la realidad. Por lo que hace a la señora Marta, su atractiva figura y fuerte personalidad podrían ser un gran activo para el Presidente y para el país. En cambio está apareciendo como ambiciosa, ávida de poder, maniobrista y presta a favorecer los intereses que pueden ayudarla a conseguir su fin. En suma, se le ve como el poder tras el trono, y a veces no tan tras. Nadie le pide a la señora Sahagún que desempeñe el mismo rol de las anteriores primeras damas. Ni los tiempos son aquellos ni su carácter es igual al de sus antecesoras. Pero su actividad debe cumplirse dentro del marco de la institucionalidad y no como dueña de una empresa particular que usa para propósitos de su agrupación -esa tan discutible "Vamos México"- la privilegiada posición en que la colocó su matrimonio con el hombre elegido por los mexicanos para ser titular del Poder Ejecutivo. El abandono de todo egocentrismo, de toda ansia vindicativa del pasado, y la entrega constante y sin fanfarrias al bien de los mexicanos más desprotegidos -niños, mujeres, ancianos, indígenas, pobres de las ciudades y del campo- harán de ella una primera dama de primera, y no una política de tercera... En la noche de bodas le dice la flamante novia a su apenado maridito, con quien al parecer se mostró avara la naturaleza: "-No te preocupes, Meñico; a lo mejor si le ponemos fertilizante crece"... Le dice un agente viajero a su amigo: "-Sospecho que mi mujer me engaña". "-¿Por qué?" -pregunta el otro. Explica el agente: "-Viajo toda la semana. Sólo el sábado y el domingo estoy en casa. Este sábado le hice el amor a mi mujer. La cabecera de la cama empezó a golpear contra la pared. La vecina de al lado gritó: '¿No pueden suspender ese ruidazo por lo menos los fines de semana?'"... FIN.

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