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Cartas Hebdomadarias

Por Emilio Herrera

Como ya son varios los lectores que me preguntan sobre el significado de la palabra “hebdomadarias”, aquí se los doy:

El diccionario de la Real Academia Española, dice: “(De hebdómada) adj. semanal, Del latín y este del griego. Espacio de siete años.

Así que, quienes no lo sabían ya lo saben. Podíamos titular “Cartas Semanales” éstas; pero, suena bien lo de hebdomadarias, ¿o no?

Arthur Wellesley Wellington

“El Duque de Hierro”

Inglaterra.

Venciste en Waterloo. No necesitaste de más para tu gloria. Se dice que lo que tenías a tu favor para vencer era tu destacado sentido común militar.

En la lucha contra Francia hasta el año 1814 tú nunca tuviste mando en el teatro principal de la guerra, en tanto que Napoleón se veía abrumado por el levantamiento en masa que tenía lugar en Europa contra él.

En España contribuiste en gran medida a la derrota del gran corso.

Ninguna fuerza comparable en número a la que él mandaba había podido conseguir tanto. Ejércitos franceses que superaban varias veces en potencia al suyo fueron contenidos, derrotados y desgastados con ayuda de las guerrillas y las tropas españolas. La guerra peninsular fue una de las “campañas auxiliares” más afortunadas de la historia. Era mayormente defensiva, porque tú debiste enfrentar siempre a fuerzas superiores a las tuyas.

El éxito te sonríe en la campaña de Waterloo, tanto que no te lo pudiste tragar sólo y dijiste: “Vive Dios, no creo que hubiese podido hacerse si no hubiese estado yo allí”. Y era cierto. Ningún otro soldado en Europa habría podido ganar aquella batalla. Tu importancia se fue arriba. Se dijo que el resultado se debió a tu sentido común, tu experiencia y tus cálculos. Nadie te abona una inteligencia fuera de serie, ni siquiera elevada. Fuiste un estratega sensato, no un gran estratega; en lo que sí eras grande era en la táctica y a nada le tenías miedo.

Cuatro años después de Waterloo te metiste a la política y en 1828 fuiste primer ministro. Carecías de imaginación, esto lo llegó a decir Goya cuando posaste para él y encargaste un vaciado en yeso de tu cabeza; sin embargo, en todo, siempre supiste estar a la altura de las circunstancias, cosa que muchos políticos ya quisieran. En tu patria fuiste necesario, pero no querido.

Que donde hoy estás estés mejor.

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