México.- De no ser por el ángel que acompaña a Adal Ramones en cada paso de su vida, el resultado de la explosión que se registró el martes por la noche durante el programa Otro Rollo tal vez hubiera sido de mayores consecuencias para él.
No fue sólo “un papelito en el ojo”, como Yordi, su compañero y compadre, dijo al público para tranquilizar al auditorio después del accidente que también presenció Enrique Iglesias, el invitado de la noche.
Ahora la realidad que Adal enfrenta es mayor: el dolor físico y las quemaduras en labios y nariz, pero con seguridad afirma que no ha habido “cirugía estética”.
Con voz pausada, el conductor dice que no cree que vaya a ser sometido a otra intervención, pues ayer por la mañana le realizaron un raspado en la fosa izquierda. Es más, en lo que piensa es en recuperarse para estar presente ante su público el próximo martes y recibir a Bon Jovi.
El entusiasmo no lo pierde, a pesar de que entró al quirófano, aproximadamente a las 12 del día de ayer, para que el cirujano Rafael Briones le hiciera un raspado en la nariz (en la fosa izquierda) y en parte de la cara. Sin querer dar más detalles, Adal asegura que en ningún momento pensó que lo que era un juego de niños hubiera tenido secuelas, porque el show debe continuar.
Pero la realidad es que el conductor perdió sus largas pestañas con el intenso fuego que alcanzó una temperatura de 300 grados centígrados.
“Todo fue producto de un error humano, en donde estuve envuelto en llamas, pero afortunadamente di un salto para atrás; qué bueno que no había un niño ahí, pero los accidentes ocurren en cualquier momento. Vi todo blanco, sentí que era fuego, mi instinto me hizo no gritar”, comenta.
“Le decía a mi mamá que sentí tanto dolor que no quise gritar. Creo que no quise espantar al público, pero el público no tenía por qué enterarse, es un deber estar en pie; afortunadamente, dijo mi médico, cerré la boca y esto impidió que se me quemara, pero también mi gorra me salvó”, añade. “Tuve mucha suerte de que no se me prendiera el suéter y que tuviera puesta la gorra, porque en realidad mi gorra me salvó de que se quemara el cuello y que los párpados y los ojos hubieran sufrido un daño mayor”, aclara.
Sus labios dice que le preocupan, porque el contorno es mucosidad que no tiene recubrimiento y eso ocasiona que se queme más fácil. Lo que más le preocupa al regiomontano es su nariz, que la tiene quemada de la mitad para abajo, porque en la fosa nasal izquierda, por más que intentó no respirar, entró el aire hirviendo, que quitó el área carnosa y que tuvieron que raspar.
“Soy amante del peligro, no lo voy a evitar; la experiencia que esto me deja es que la producción de Otro Rollo tenga el control de las cosas, porque cuando entran más personas pueden ocurrir situaciones como éstas”.
Probablemente la gente desconoce que hace cinco años Adal tuvo un accidente en un “río salvaje” en donde chocó y se descalabró... ahí también estaba su ángel.
Sabe que el riesgo está latente y que los accidentes ocurren en cualquier momento, y recordó al actor Brandon Lee, quien perdió la vida de un disparo, aparentemente de salva, cuando filmaba la película El Cuervo.
Al preguntarle si al ser una persona exitosa, tarde o temprano la vida te cobraba la factura, respondió que “el riesgo está latente siempre, pero en siete años no me había ocurrido nada dentro del foro”.