No hay muchas definiciones rebuscadas para la felicidad. Ésta consiste simplemente en tener pensamientos agradables. La interpretación que debemos a los eventos que nos ocurren determinará que seamos felices o desgraciados, que rebosemos de energía o que nos agotemos. De hecho, hacer realidad los sueños o no depende más del modo como nos explicamos las decepciones y las pérdidas que tenemos en la vida. Las personas habituadas al optimismo son más propensas a interpretar malos contratiempos como desastres, a deprimirse y abandonar la lucha. Las personas optimistas son más sanas, envejecen mejor y viven más años que los pesimistas. La percepción de los eventos nos vuelve optimistas o pesimistas.