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Rumbo al centenario

Voy a seguir haciendo esta carrera, es algo que me llena el corazón: Javier Camarena

El tenor mexicano dialoga sobre su trayectoria, su voz y la música en las entrevistas rumbo al Centenario de El Siglo

PATRICIO DE LA FUENTE

Como parte de las entrevistas Rumbo al Centenario de El Siglo de Torreón, esta casa editora pudo conversar con el tenor mexicano Javier Camarena un día después de su presentación en el Teatro Nazas, el pasado 11 de septiembre, en un concierto exclusivo para los suscriptores del periódico.

-Lo cierto es que amanecemos muy contentos, muy agradecidos, después de un concierto excepcional el día de ayer (11 de septiembre) donde se volcó La Laguna en esta admiración y nos da mucho gusto como parte de las entrevistas rumbo al centenario de El Siglo de Torreón estar hoy con un mexicano de clase mundial, el maestro Javier Camarena. Muchas gracias por esta entrevista, que dignifica a hombres y a mujeres excepcionales que han logrado cosas maravillosas en beneficio de su país y de todos los rubros de la vida. 

Muchísimas gracias. Un placer.

-¿Cómo te sentiste ayer?

Bien, muy contento; fue la primera vez que podía visitar el Teatro Nazas. He estado aquí en Torreón un par de ocasiones con anterioridad; estuve en el Isauro la primera vez que estuve aquí en Torreón y después en la Plaza Mayor hicimos un concierto dedicado a la música de Cri-Cri, también precioso concierto. Esta es la primera vez que estoy en el Nazas y feliz de poder celebrar con El Siglo este primer siglo y contento de poder celebrarlo con toda esta familia.

-Estas entrevistas suelen ser atípicas. Vamos a hacer un ejercicio de imaginación, de respiración profunda. Me he atrevido a tutear al maestro Camarena porque es muy joven; él es de 1976 y yo de 1977. Me he atrevido, obviamente con ese respeto y cariño que nos generas a todos, de tutearte y de preguntarte cosas. Yo tengo muchos amigos en Veracruz, quiero mucho a tu tierra. Me gusta mucho cómo habla el xalapeño de Xalapa. Tu ciudad es preciosa porque convive el arte, la cultura, el paisaje verde. Remóntate y háblame de ese niño que crece en Xalapa, de tus primeros años.

Xalapa huele a tierra mojada, huele a las primeras gotas de lluvia después de un sol intenso y ese va porque emana del suelo y te llega. Cada que yo percibo este olor, cuando comienza la lluvia, me transporto de inmediato a Xalapa. 

En ese tiempo, cuando yo era niño, tenía este clima por todos los bosques alrededor, un poco de selva también. Todo el sol que llegaba, todas las nubes que llegaban, de alguna manera rebotaban con la sierra y tenías un sol espectacular, y de repente, a los cinco minutos, todo nublado, y la lluvia superintensa. A los diez minutos, adiós, lluvia; otra vez el sol, el vapor. 

Esto es algo de lo que recuerdo, no sé, son recuerdos de cuando tenía tres, cuatro años de edad, que estaba un poquito más consciente de lo que pasaba fuera de casa. Y ese es el olor primero que recuerdo de Xalapa, huele a café de Coatepec, huele al chilatole de elote de mi abuela, la cocina de mi abuela. Es hasta la fecha un lugar mágico para mí, recorrer de repente algunas de las calles por las que tuve la oportunidad de caminar cuando era niño, los recorridos que hacía, porque caminábamos mucho. La verdad es que sí vienen memorias muy bellas.

-La añoranza. Eres un ciudadano del mundo, Javier, pero siempre se extraña, siempre se añora…

Sí, es la cuna, es la casa, es el lugar que me forjó y que me hizo tener los primeros valores: la familia, la convivencia, los primeros amigos. Todo ello, en estos años primeros, es lo que nos va conformando después como adultos.

´Hablas de la cocina de tu abuela; ya sabemos que tú cocinas. Veracruz es una fiesta en todos sentidos, pero es una fiesta gastronómica y no hablemos de otros como...

Veracruz, Oaxaca, Yucatán y Puebla. Yo, la verdad es que adoro la comida de México, la del norte, en todos lados siempre es una delicia y cada uno con sus ingredientes, cada uno con sus especias, con sus sabores característicos, pero sí, la de Veracruz es una cocina muy muy especial.

Para cualquier fiesta, siempre la comida, al igual que en cualquier lugar de México, la comida es algo primordial. Recuerdo los chiles rellenos de mi abuela: les sacan las venitas y la semilla para rellenar con eso; con lo quedaba hacía otras tortitas que a mi abuelo le encantaban porque él comía mucho picante. Eso sí se lo heredé; me encanta, me encanta igual el picante, los chiles rellenos, el mole de Xico. De cada fiesta era tener siempre el mole xiqueño, que es uno de los grandes orgullos de la región. Tantos platillos... El chilatole es como el mole de olla aquí en México y me encantaba cuando lo preparaba mi abuela y le ponía las bolitas de masa; era lo mejor. Y pues sí, como influencia me encantaba ver cómo preparaban el pozole, desde los granos, la limpiada del maíz; todo el proceso. La cocina tradicional de nuestra región y de nuestro México es una maravilla.

-Ante el frenesí de la vida y lo rápido del mundo, son importantes los ritos, ¿no?

Sí y mucho. Hoy vivo en Suiza y obviamente no voy a encontrar del maíz cacahuazintle allá. A mí ya me llega enlatado y hacemos lo que podemos con esos ingredientes. Me encanta preparar pozole, me encanta hacer mole, y sí, tiene su tiempo y su forma.

-Hablemos del llamado. Cuando eres joven, tan joven, es difícil a veces saber qué quieres. Háblame de cuando decides atender dicho llamado e incursionar en las artes, que siempre son complicadas. La creación es maravillosa, pero sinuosa, complicada.

Es complicada aquí en México porque todavía vivimos en una sociedad que ve a las artes como mero entretenimiento y no como una forma de reflexión, de educación, de formación integral del ser humano; de eso adolece mucho nuestro país. El llamado siempre fue muy claro, no siempre tuve las mejores oportunidades como para desarrollarme desde temprana edad en la música, pero fue después de dos bastante infructuosos años en Ingeniería Mecánica Eléctrica que dije: "a ver, basta". El primer encontronazo fue con mi familia; desde el primer semestre que yo estuve en la carrera dije: "esto no es para mí, esto no lo quiero". Obviamente fue: "empezaste, terminas y después haces lo que quieras". Así pasaron dos años bastante terribles desde el punto de vista académico mío, de rendimiento, como de motivación, de vocación. Digo, esas cosas se sienten, sabes cuando estás hecho para algo.

-Ibas contra tu naturaleza...

Y sí, al final fui contra la decisión de mis papás, me di de baja de la escuela, me fui y me inscribí a la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana para el examen de admisión y me aventé. Mis papás se enteraron cuando vieron la lista de aceptados en la universidad, no les dio nada de gusto y a partir de ahí comenzó un camino mucho más feliz para mí, porque desde el punto de vista académico siempre estuve en los cuadros de honor, teniendo siempre las mejores calificaciones. Me encantaba. Yo creo que ahí realmente entendí el concepto de que uno va a la escuela a aprender y a aprender porque son cosas que realmente necesitas. El simple hecho de aprender te hace sentir realizado y que creces. Eso lo sentí cuando entré a la Facultad de Música.

-Mención honorífica, y luego te vas a Guanajuato; platícame un poco de ese cambio…

Fue por recomendación de mi maestra Cecilia Perfecto, mi primera maestra de canto; creo que es de las personas que más ejemplos de ética me han dejado, en el sentido de que ella misma fue quien me dijo: "¿Sabes qué? Yo no puedo enseñarte más, tú necesitas otro tipo de formación que yo no puedo darte para seguir creciendo y desarrollándote como cantante. Tienes mucho futuro, yo te recomiendo al maestro Hugo Barreiro y él está en la Universidad de Guanajuato". Por eso  llegué para allá, por recomendación de mi maestra. Llego a la Escuela de Música de la Universidad de Guanajuato con el maestro Hugo Barreiro y posteriormente con otros maestros que realmente me ayudaron mucho a seguirme desarrollando en el entendimiento del funcionamiento de la voz a la hora de cantar, desarrollarla, potencializarla, todo esto conforme a la técnica vocal. Ahí fue donde me gradué.

-¿Qué hace a un buen maestro? Hablas de tu primera maestra; mencionas la importancia de la ética. Somos privilegiados por tener maestros y mentores a lo largo de la vida. ¿Qué te dejaron?

Entender que esta carrera y todos estos conceptos fueron de mi primera maestra, no es de velocidad, es de resistencia, que nunca se deja de aprender y que en el camino del entendimiento de la voz no hay una verdad absoluta. Que yo tendría que desarrollar la inteligencia suficiente y la sensibilidad suficiente para saber cuándo algo que quiere compartirme un maestro me sirve y cuándo no. Porque me decía: "de todos puedes aprender algo". Todo esto es de mi primera maestra, por eso la verdad es que siempre la llevo muy presente en todo lo que hago cuando canto.

El maestro Hugo Barreiro fue un motivador impresionante en el sentido de que con él empecé a hacer concursos de canto, aún no estando yo con la sensación de estar preparado para ellos, estos impulsos de enfrentarte a estos retos.

Con los siguientes maestros fue un trabajo mucho más de ir afinando detallitos sobre la construcción de mi voz y la verdad es que estoy agradecido con todos ellos. Después del maestro Hugo Barreiro tuve la posibilidad de trabajar con la maestra Conchita Julián; estuve también con la maestra Eugenia Sutti y con Edith Contreras, con quien terminé la licenciatura en Música.

-Y luego Suiza, ¿por qué?

Suiza llegó porque una gran querida amiga mía que es como mi hermana, somos familia, Rebeca Olvera... Ella había ido un año antes de que yo me fuera, al Estudio de la Ópera de Zúrich. El año siguiente regresa a México, en el 2006, y nos toca hacer "El rapto en el serrallo", de Mozart, en el Palacio de Bellas Artes, y me dice: "¿Sabes qué? Tienes que irte para Zúrich; voces como la tuya no abundan, seguramente tendrías muy buenas oportunidades y además está el maestro Francisco Araiza dando clases". Esa fue la principal razón: ir a estudiar con el maestro Francisco Araiza, porque quería aprender de él, quería trabajar con un tenor. Si notas, fuera de Hugo Barreiro, todos los profesores que yo tuve fueron mujeres, mezzosopranos, prácticamente todas. Yo quería trabajar con un tenor. Entonces, ¿quién mejor que el legendario Francisco Araiza?, quien estaba dando clases en el Estudio de la Ópera de Zúrich. Esa fue la principal razón. Yo apliqué al estudio de la ópera con esa idea de ir y trabajar con él. El estudio tiene una duración de aproximadamente dos años y dije: "voy para allá, hago el estudio y me regreso a seguir trabajando en México", porque ya tenía muchas oportunidades de trabajo; hice muchos conciertos con el maestro Enrique Patrón de Rueda, tuve también la oportunidad de hacer diferentes producciones tanto para el Palacio de Bellas Artes, la Compañía Nacional de Ópera, como para diversos lugares en nuestro país. Estuve en Monterrey haciendo ópera, estuve en Sinaloa. En fin, ya tenía trabajo aquí y pues irme implicaba dejar esas oportunidades de trabajo y seguir en calidad de estudiante. El tiempo previo a irme a Suiza tuve la oportunidad de hacer muchísimas cosas, entonces las tablas, el crecimiento que se tiene sobre el escenario, era algo que llevaba de ventaja sobre mis compañeros y la oportunidad de debutar en el teatro de la Ópera de Zúrich se dio muy rápido.

A los seis meses ya estaba haciendo mi debut en la Ópera de Zúrich  y con la suerte de que en ese periodo cantamos como 12 funciones de "La italiana en Argel" de Rossini. Una de esas funciones coincidió con una conferencia, una convención de todos los directores de ópera de los teatros europeos y fueron a una de las funciones.

O sea, el proceso normal por el que pasa un cantante: búscate un agente y que el agente te busque audiciones, la parte de ir tocando puertas, es como... de repente, sí, estaba ahí y esa fue mi gran audición para toda la ópera europea y todas las oportunidades de debutar; en la siguiente fue la Ópera de Viena. Estaba en diferentes teatros de ópera en Alemania, España vino después, estuve en Francia...

En el transcurso de cuatro años, a partir de la presentación para estos teatros, en el 2007, cuatro años después ya estaba haciendo mi debut en el Metropolitan de Nueva York y de ahí ha sido una carrera muy prolífica y feliz.

-El público impone. Existen ciertas audiencias... no quisiera llamarlas difíciles, pero imponen. ¿Con cuál de ellas tenías un particular nervio al saber que te presentarías?

Eso nunca lo pensé. Sé la diferencia que hay de efusividad, por ejemplo, en los diferentes públicos, las diferentes reacciones que pueden tener, pero yo voy con el mismo ánimo y creo que con el mismo nervio en cualquier lado. El público de Nueva York, por ejemplo, es especialmente efusivo en su agradecimiento; no así un público, por ejemplo, de Múnich en Alemania o en Francia. Es una cuestión también cultural y de identidad como pueblo, como personas dependiendo del país en el que viven, pero igual lo disfruto mucho.

-Exacto, son distintos. Los alemanes sienten profundamente las cosas, pero cada quien expresa sus sentimientos de manera distinta. Antes de empezar a hablar de tus grandes éxitos, Javier, me llamó la atención unas cosa. Hace poco, andando en tu discografía... Tengo todo en iTunes y te escucho... Me encanta que hace algunos años, en 2000, regresando un poco al niño, le rindes un homenaje cuando hablas de música popular a varios de tus paisanos; ayer terminaste con Granada, esta oda universal del maestro Agustín Lara. He escuchado los popurrís que has hecho en homenaje al maestro Lara, "Júrame" con María Grever, no se diga, pero me encantó una cosa que me encontré: cuando hablas de Francisco Gabilondo Soler "Cri-Cri". Grabaste... Creo que grabaste 27 canciones, ¿no?

Sí, fue un trabajo muy bello. Me invitaron del Centro Cultural Roberto Cantoral y la Sociedad de Autores y Compositores de México a hacer un disco dedicado a Cri-Cri. Esto era algo que ya, antes de esto, lo venía anhelando desde hacía muchísimo tiempo, porque fue un compositor con el que yo crecí, con el que incluso mis hijos crecieron. Ya estando en Suiza, siempre en el auto con la música de Cri-Cri para los viajes y es algo que incluso para nosotros en México es parte de nuestra cultura musical. Yo espero que hasta la fecha siga vigente Cri-Cri en la infancia de nuestros niños.

Fue muy grato; recuerdo que me invitaron primero a hacer un Cri-Cri sinfónico y sí fue la negación total. Me rehusé a hacer un Cri-Cri sinfónico porque, no sé, tú creciste escuchando a Cri-Cri... Toda la melodía, la sonoridad, el color, los instrumentos, todo está tan metido en la cabeza; me sé las canciones con las tonalidades, yo podría cantar ahorita una canción de Cri-Cri y la canto con la tonalidad que la cantaba él porque lo tengo tan presente. Mi propuesta fue: "vamos a hacer arreglos originales, vamos a rescatar la música tal cual fue concebida y vamos a hacer ese material". De hecho en estos conciertos, que fueron en el Centro Cultural Roberto Cantoral, la grabación fue en vivo, como bien decías, yo lo que dije fue: "¿Sabes qué? No quiero ni botargas, ni títeres, ni videos, ni bailarines, nada en absoluto", porque Cri-Cri nació para el radio, nació para fomentar la imaginación, para que tú construyeras en tu cabeza tu propia imagen de "La Muñeca Fea", que tú te imaginaras que bailabas "El Ratón Vaquero", así fue hecho Cri-Cri, con esta idea. En este álbum doble que salió, en el video donde doy la explicación, una de las últimas cosas que digo es: "este concierto va a ser tan especial como ustedes se lo permitan; echen a volar su imaginación, recuerden lo que quieran recordar, piensen, imagínense a 'Los tres cochinitos'; vamos a vivir la música".

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-Tú tienes que crear; de hecho, hay una frase tuya que me encantó que dice: 'nuestros niños viven en la inmediatez de las imágenes prefabricadas. En tiempos de los abuelitos y los papás no había eso; teníamos la capacidad de imaginar. Este álbum está dedicado a los niños de todas las edades para que en este momento y con estas canciones creen sus propios universos, su propia imagen'. A mí no me gustan las etiquetas generacionales, pero quienes nacimos en los setenta teníamos  todos estos referentes y el radio te da esa posibilidad. Haciendo mis pininos en el periodismo, cuando me cambio a una radiodifusora cultural, aprendí que es totalmente distinta la redacción de un periódico a lo que haces en radio, porque en radio necesitas crear un campo, un referente imaginativo.

Sí, mucho más narrativo. Yo sé que es muy fácil para los papás -yo mismo lo he hecho- darles un iPad. Mi hija hasta hace apenas unos años tuvo su primer celular y tiene 17 años. ¿Por qué? Porque no es algo necesario. Mi hijo, igual, tiene 12 años y no tiene un teléfono celular; de repente tendrá un acceso para ver una película, ¿qué sé yo?, pero él, si le quitamos esto, o se pone a leer o tiene juguetes. Él hasta la fecha tiene juguetes y todavía, hasta la fecha, juega con ellos y crea sus propias aventuras. Me recuerda a cuando jugaba yo de niño y no solamente estar clavado en una pantalla y viviendo las situaciones que los videojuegos plantean y teniendo que hacer lo que marcan. Este proyecto de Cri-Cri fue algo muy lindo en pro de que los niños sigan siendo niños, que tengan acceso a su propia música. Siendo niño, recuerdo que mis abuelos tenían a la Sonora Santanera, Chico Che, Rigo Tovar, a todo lo del baile, las cumbias. Por otro lado, estaban las canciones de Jorge Negrete, de Pedro Infante, de Miguel Aceves Mejía, Vicky Carr, Julio Iglesias; esto hablando de mis abuelos. Luego los tíos, que tenían a KISS, Abba, Earth, Wind and Fire, todo eso, pero yo tenía mis discos de Cri-Cri, los de Cepillín, yo tenía mi propio universo musical y aunque me llegaran todas esas influencias, yo tenía ese espacio para mí. Y en las escuelas yo recuerdo que todos los festivales eran con Cri-Cri, con toda esta música para los niños y eso es algo que creo que vale mucho la pena: seguir insistiendo y no tener a nuestros niños bailando un reguetón que habla de las cosas que suelen hablar.

-Por ahí leí en una muy buena nota, justo en algo publicado por El Siglo de Torreón, que al reguetón no le entras. Me llamó la atención que expresaste tu deseo de hacer un dueto con Natalia Lafourcade, pero también lo que dijiste sobre el reguetón.

Algo que yo le reconocería al reguetón sería que ha puesto al mundo a aprender español, ¿sabes? Aunque no sepan qué están cantando, pero está poniendo al mundo a hablar español. Si supieran lo que expresan las letras...

-Las grandes ligas: el bis. El bis es algo parecido a un milagro. Hacer un bis es el clímax de la relación entre el cantante y el personaje con el público. El primer bis que logras... me parece que estabas enfermo, ¿no? No recuerdo si fue en Teatro Real, porque los bises son una constante en la carrera del maestro Camarena, pero sé que en algún momento estabas aquejado por alergias, pero eso no importó, porque salió un bis. 

El primer bis fue aquí en México, en Bellas Artes, en las primeras funciones que hicimos de "La hija del Regimiento". La última, de hecho, de esa serie de funciones, ese fue el primer bis que yo ofrecí. El segundo bis se dio en el Palacio de Bellas Artes con la ópera "El barbero de Sevilla", y sí, hubo algún bis en el que estaba enfermo, si mal no recuerdo fue en Barcelona, con "La hija del Regimiento", en la primera función. Y sí, realmente es lograr esa conexión, ese amalgamiento, la conjunción total con el público. Lo que uno está buscando proyectar a través del personaje con la música, con la situación escénica, que al público le llegue y que le golpee toda esta vibración sonora, además la situación por la que está atravesando el personaje y que disfrute, que esté feliz con el personaje, es lo que uno busca siempre, esta empatía con el público. No siempre se logra, no siempre es fácil, no en todos los personajes se puede, no en todas las obras se puede, pero lograr esto, el tocar estas fibras tan especiales a las que solo la música puede tener acceso sí vuelve a este evento algo extraordinario, algo emocionante de vivir, de estar presente en el teatro, porque sí, no es una o dos personitas por aquí, es toda esa masa de público que está recibiendo todo esto que uno quiere regalar, que uno quiere dar a través de la música.

Ha sido muy emocionante en cada una de las oportunidades que he tenido de lograr esto con el público, obviamente "La hija del Regimiento" ha sido la punta, porque además es un área muy emocionante, muy de fuegos artificiales, pero pues lo mismo con "La Cenerentola", con "El elixir de amor", con "La furtiva lágrima", con "Don Pasquale", en el Metropolitan de Nueva York, siempre ha sido muy especial, muy emocionante, el sentir este agradecimiento por parte del público, siempre algo muy emocionante y creo que lo vivimos en conjunto el público tanto como nosotros.

-La capacidad de elegir, obviamente hay una serie de influencias o de óperas o de autores, compositores. Una pregunta recurrente que hace el público es cómo elige un tenor los papeles, en qué se basa para hacerlo.

Es principalmente la selección por las cualidades, las posibilidades que existen en la voz. No todas las óperas... Por ser un cantante de ópera, yo no puedo llegar y decir: "ah, pues voy a cantar todas las óperas que quiera". Dependiendo de la época, dependiendo del compositor, cambia. Por poner un gran ejemplo diametralmente opuesto: no es lo mismo la música de Mozart que un musical de Gershwin. Hay grandes diferencias, el musical no se canta siquiera como se cantaba la ópera, se canta con micrófono y las voces tienen otras exigencias. Esto es por poner un ejemplo muy claro de lo que se hace en un musical y lo que se hace en una ópera.

Dentro de la ópera, dependiendo del compositor y de la época, hay voces que se adaptan más a uno u otro estilo.

En mi caso, yo estoy muy hacia la ópera belcantista, pero no toda la ópera es bel canto, es solamente un periodo de tiempo. Hay óperas que, conforme van avanzando,  las orquestaciones se tornan más pesadas, más densas, requieren voces más grandes que puedan competir con la masa sonora de estas orquestas mucho más grandes. Por ejemplo, en mi caso, yo no puedo aspirar a cantar esas óperas, porque en primer lugar, ni me voy a oír, y en segundo, puedo lastimarme. No es lo mismo, son diferentes pesos, entonces yo tengo que estar en mi categoría, que son este tipo de óperas que van desde Mozart, pasando por Donizetti, Rossini, Bellini, llegando un poco a Verdi, la ópera francesa, dependiendo de cómo vaya evolucionando la voz, porque obviamente va cambiando, dependiendo de cómo va cambiando nuestro propio cuerpo con los años. Igual y puedo aspirar a cantar  uno o dos roles de otros compositores como Puccini, tal vez. Está muy en función, debe estar totalmente en función de la capacidad vocal de cada cantante.

-Te han llamado una voz en plenitud, pero me imagino que no se está totalmente contento con la voz que se tiene...

Obviamente soy muy perfeccionista y siempre estoy buscando hacer mejor las cosas, porque si no, sería una carrera bastante infeliz.

-Uno es autocrítico, la autocrítica es buena…

Para mí decir qué es una voz en plenitud es ya no pensar, simplemente cantar, porque obviamente cuando uno comienza, hay personas que tendrán el don así natural, yo no, yo tuve que trabajar muchísimo para entender, para potencializar el recurso vocal, fue mucho trabajo de muchos años y en la técnica vocal es como cuando aprendes a tocar la guitarra; te dicen cómo sentarte, cómo vas a apoyar la guitarra. Todo está aquí, tangible, la posición de tu mano para no lastimarte, cómo vas a hacer, lo puedes ver y el maestro te va a decir, te va a corregir con base en lo que ve.

¿Cómo le dices a un cantante: "a ver, no, esta nota tiene que sonar así"? Todas estas cosas que conforman la técnica vocal y que hacen tanto de la enseñanza como del aprendizaje algo muy de sensaciones, es un proceso muy largo en el que cuando llegas ya al punto de no estar pensando "ahora tengo que hacer la boca así", ya, simplemente dejas al sonido ser: eso para mí es estar en plenitud, cuando ya no existe otra cosa más que la música y tú como instrumento.

-Hablando de tu concierto de ayer... Pensando en Ángel Rodríguez, que es cubano, justamente una paisana suya,  Alina Torres, cantante de música popular y de bolero, hablaba de los binomios preciosos y perfectos. Tienes una relación de trabajo con Ángel que data de hace más de 10 años. Hablando de éxitos, trabajar por una década con alguien puede ser considerado como tal. Tienen una camaradería visible y se acoplan padrísimo; ayer lo vimos todos.

Para empezar, es un gran ser humano, yo además de la admiración que le tengo como músico, como pianista, le tengo un gran cariño. Más que colaborador, como amigo lo quiero muchísimo. Yo creo que esta afinidad de temperamento musical, nuestra forma de percibir, de sentir y de expresar la música, esta afinidad yo creo que es la que nos ha resultado mucho.

Yo he tenido la oportunidad de trabajar con otros pianistas en diferentes ocasiones y siempre está esta parte extra que nos permite esta conexión y lograr estas cosas que de repente vamos viendo en los videos, no sé, se vuelve un trabajo muy fácil, porque hay una gran confianza, porque sabemos, al menos de mi parte como cantante, sé que tengo ahí este gran e importante respaldo a la hora de estar cantando. 

Creo que el primer bis que hicimos fue "La serenata huasteca", eso fue horas antes de que empezara el concierto, lo hicimos como primera propina, como dicen en España, y a la mera hora estábamos haciendo cosas distintas a las que habíamos ensayado, o sea, ya a sabiendas de por dónde va cada una de las interpretaciones. No es mi acompañante, él está haciendo un dúo conmigo. Entonces, encontrar esta posibilidad de conexión musical es algo que agradezco muchísimo y celebro 10 años de trabajo con un músico de categoría, realmente es un privilegio.

-Hay una constante en estas entrevistas que no podemos no abordar porque hay un antes y un después: la pandemia. Te hace El País una entrevista espléndida, pero hay un titular muy severo: "La idea de ser un supercantante me estaba devorando". Qué fuerte, Javier.

Sí. Fue muy sonado este reconocimiento que tuve por el International Opera Awards al mejor cantante masculino, pero lo que ha implicado llegar a ese punto... Un camino de muchísimo trabajo, de muchísimos sacrificios y en particular con mi familia. Uno pasa muchísimo tiempo viajando, en los últimos cuatro años previos a esta pandemia yo podía estar en casa, ¿qué te gusta?, dos meses al año y repartidos. Estar en casa porque en Suiza el sistema educativo tiene periodos de vacaciones estacionales, en otoño tienen quince días, en invierno tienen otros quince, luego tienen unas vacaciones que les llaman deportivas, que son las de primavera, y luego las vacaciones largas de verano.

En esos periodos mi familia me alcanzaba donde estuviera, estaban conmigo, pero yo estar físicamente en mi casa era dos meses por año, tal vez. Obviamente uno va construyéndose un nombre como artista y conforme se van logrando cosas bellas, cosas grandes, las expectativas siempre van a ir acompañando este crecimiento, van haciéndose más grandes. Entonces para mí el estar siempre a la altura de estas expectativas ha sido algo superimportante, al grado de que me presionaba muchísimo. Somos humanos y el estar enfermo de la garganta... Era salir de una infección fuerte de las vías respiratorias en cinco días porque tenía que cantar. Es una realidad que afecta a muchísimos cantantes. Esto que decía de ser supercantante es que estamos desde los primeros años de la escuela a que tienes que poder todo, a que tienes que estar con la posibilidad de cantar todo el tiempo, a que tienes que ser el supercantante y no es así, porque se olvida este principio básico: nuestra humanidad.

Uno no siempre está en el mejor ánimo porque pasas mucho tiempo solo, no siempre estás con el corazón, con la disposición de salir a un escenario y dar tu mejor cara. "Ríe, payaso", dice el aria de los payasos de Leoncavallo. Ríe aunque tu corazón llore.

No siempre estás en esa posibilidad. Hace un mes y medio estaba empezando a grabar mi disco de Donizetti en Italia, era el segundo día de grabación y me habla mi mamá para avisarme que mi abuela había fallecido, entonces, ¿cómo sales y grabas un disco con esa sensación de no poder estar acompañando a tu madre y estar ahí para velar a tu abuela?

Yo creo que si esto me hubiera pasado en el periodo en el que sucedió la pandemia y no estaba en el trabajo, termino de romperme, pero me encontró ya en una situación mucho más tranquila, mucho más consciente también, tuve la oportunidad de hablar con mi mamá, de estar en constante comunicación. No deja de doler obviamente, pero a este tipo de cosas te lleva esta carrera y de tantas presiones, de tantas cosas que circundan, todo el quehacer artístico, había muchísima presión y cuando llega la pandemia a hacer este alto, este freno obligatorio, me da la oportunidad de tomar un respiro con mi familia, de reencontrarme, de revalorar, de volver a poner la situación en la balanza. El hecho de recordar que trabajo para vivir y no vivo para trabajar era algo que con la inercia se va obviando y me ha hecho muy bien el volver a estar conmigo sin la necesidad de trabajar tanto, que a la hora de regresar a los escenarios es algo curioso porque yo a pesar de los nervios siempre he sido alguien muy seguro a la hora de entrar al escenario y cantar. He atravesado por un periodo de ansiedad antes de entrar al escenario, ataques que han sido muy fuertes, y yo digo que mi cuerpo se desacostumbró a la adrenalina. Ya estaba tan acostumbrado a este tipo de nervios, sensaciones, de la emoción de salir al escenario que, pues sí, es una carga de adrenalina fuerte cuando terminas de cantar en los conciertos, en las funciones, tarda en relajarse el cuerpo. Creo que me desacostumbré, se convertía en un ataque de ansiedad fuerte. Ahorita ya me volví a acostumbrar; es lo bueno, me pongo menos tenso a la hora de regresar al escenario. Reconectar con la parte humana. Voy a seguir haciendo esta carrera,  es algo que me llena el corazón, es una carrera muy generosa porque se comparte y que hace feliz al público. Mientras siga teniendo esta posibilidad, mientras Dios me siga dando esta fortaleza en el corazón y en mi voz, me seguiré regalando al público.

-Tú tienes un ritual antes de cantar, Javier. Hablas con Dios. ¿Qué le pides y qué sientes que te dice? Platícame de tus diálogos con lo divino. 

Sí, es parte de mi ritual antes de salir al escenario y es una plegaria, es una oración. En toda mi humildad decir: "Señor, que tu voz sea mi voz. Ilumíname e ilumina a toda la gente que necesita de ti a través de mi trabajo". Tengo mucha fe. Es decir: "Señor, en mi humanidad yo no puedo hacer esto, lo pongo en tus manos. Lo que me cueste, el sacrificio, lo que salga bien, lo que salga mal: todo lo pongo en tus manos y algo he de aprender". Es cantar con muchísima fe.

Javier Camarena compartió que ha tenido que trabajar muchísimo para conocer y potencializar su voz, hasta convertirse en uno de los mejores tenores del mundo. (EL SIGLO DE TORREÓN)

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Escrito en: Rumbo al centenario Javier Camarena

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