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PIÉNSALO, PIÉNSALO

A FAVOR DE LA MUJER Y DE LA VIDA

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Monseñor Jorge Estrada Solórzano, Obispo de Gómez Palacio, nos envía la homilía de este domingo, que resume la posición de todos los obispos de México en relación a la resolución de la Suprema Corte del pasado 7 de septiembre.

A la luz de la palabra de Dios de este domingo y considerando la resolución de la Suprema Corte de Justicia sobre la despenalización del aborto, me permito hacer las siguientes consideraciones.

En el Evangelio de hoy, le dice Cristo a san Pedro y a nosotros que es Él y no nosotros quién determina las condiciones de su seguimiento, ligado al sufrimiento y a la muerte, y por lo mismo a la esperanza y a la vida. Si somos cristianos, debemos ser coherentes con la fe que profesamos, como nos lo recuerda el apóstol Santiago en la segunda lectura. "la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta".

Los obispos de México en un comunicado titulado: "A favor de la mujer y de la vida", creemos que los problemas que enfrentan las mujeres y el concebido no se puede reducir a una resolución en un asunto judicial.

La pregunta que hace Cristo en el Evangelio sobre su identidad, la responde él mismo cuando en el juicio final se identifica con los pequeños y los débiles, y por lo tanto con el niño concebido: "…conmigo lo hiciste". Fue san Juan Bautista antes de nacer, quien reconoció a Cristo en el seno de la Virgen cuando María fue a ayudar a su prima Isabel.

Y los mexicanos siempre hemos sabido descubrir en cada niño concebido la intervención divina. No podemos admitir que un país con mayoría cristiana, sea controlado por una minoría con influencias ideológicas extrañas a nuestra fe y contraviniendo los tratados internacionales que la nación mexicana ha firmado protegiendo la vida de los niños desde su concepción.

Haciendo eco al documento de los obispos de México, "con dolor y consternación consideramos que es imprescindible que todos los actores sociales, fuera de un clima de polarización ideológica y sin apegos a posiciones políticas, nos involucremos en una nueva y profunda reflexión que nos permita encontrar un camino común de solución a un problema multidimensional y multifactorial".

La Iglesia está a favor de la mujer y a favor del derecho a la vida.

Como madre, conoce lo que pasa por el corazón de las mujeres que luchan contra toda forma de discriminación y violencia, en especial el de aquellas que son víctimas de actos criminales o que se encuentran en situación de vulnerabilidad, desamparo y abandono y se compromete a apoyar iniciativas, proyectos y programas para ofrecer a la mujer un proyecto de vida digno.

Pero también como Madre, debe proteger al ya concebido y asegurar que su derecho a la vida no se condicione, se discrimine o quede sujeto a la decisión de un tercero. El aborto no es una alternativa de solución.

Lamentamos que, ante la aparente disyuntiva entre criminalizar a la mujer y preservar la vida del concebido, la corte opte por descartar al niño sin buscar salvaguardar a ambos. El supuesto derecho a decidir no puede estar sobre la protección constitucional que tiene al niño por nacer, ratificada además por documentos internacionales ratificados por México.

El Papa Francisco nos dice que vivimos en una época de "patologías sociales como la visión distorsionada de la persona, que ignora su dignidad y fomenta una cultura del descarte", que nos desafía a caminar juntos en favor del bien común, de la dignidad humana y de los derechos fundamentales de todas las personas, sea cual sea su condición.

La resolución de la Suprema Corte merece un renovado compromiso de todos los actores políticos, de la comunidad académica, de las iglesias y de las organizaciones civiles para garantizar la protección de las mujeres en toda circunstancia, gestando o no, al tiempo que se respete el derecho humano a la vida tanto de la madre como del concebido aún no nacido.

El llamado que nos hace Cristo a sacrificar todo tipo de egoísmos para seguirlo, incluye acciones coherentes y en consonancia con la vida, aceptando en nosotros mismos el camino que él emprende y dejar expectativas impropias de alguien que pretende ser su seguidor. Exhorto a todos a realizar acciones que manifiesten auténticamente su fe en Cristo, y a seguir los proyectos de Dios y no los de los hombres.

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