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Contexto lagunero

Mejores gerentes y supervisores

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Existe una gran fuerza con amplia esfera de influencia en las empresas y ello no es un misterio: el comportamiento de los gerentes y supervisores. La efectividad de esa influencia en el desempeño de la empresa, depende de gerentes y jefes conscientes de sí mismos, empáticos, deseosos de mejoramiento continuo, hábiles en la toma de decisiones y resilientes.

Las relaciones con gerentes y supervisores son el factor clave en la satisfacción de los empleados con su trabajo y esta satisfacción es muy importante para el bienestar de los empleados de acuerdo con lo que opinó el 86% de los encuestados en el estudio correspondiente. Sin embargo, dicho estudio también reveló que la mayor parte de los empleados consideran que sus gerentes o supervisores están muy lejos de cumplir con las características de un buen gerente o supervisor; el 56% dicen tener un jefe muy tóxico, y el 75% consideran la relación con su jefe como la parte más estresante del día.

Y además existe un riesgo relacionado con la edad de los gerentes y supervisores: a mayor edad, mayor es el riesgo de que se vuelvan insensibles y poco amables con los demás. Los resultados del estudio muestran que el poder del puesto de gerente o supervisor provoca que se enfoquen más en sus propias necesidades y se vuelve más insensibles hacia los demás.

Como gerentes o supervisores, debemos preguntarnos si nuestro comportamiento como tales es una fuente de disfunción en el trabajo. La rudeza y la intimidación en muchas empresas es abundante. Los buenos lideres saben cómo formar bien sus equipos de trabajo y empiezan con el hecho de verse al espejo y autoanalizarse.

El estudio ha demostrado que los malos jefes abundan, desafortunadamente. Los efectos de la incivilidad de los jefes están presentes en miles de empleados que han pedido consejo de cómo lidiar con los malos jefes -supervisores, gerentes, miembros del consejo, clientes e incluso colegas-. Las interacciones de Robert Sutton, profesor de comportamiento organizacional en la Escuela de Negocios Stanford con empleados entrevistados al respecto, lo animaron a escribir un libro que ha tenido mucho éxito: “The Asshole Survival Guide: how to Deal with People Who Treat You Like Dirt” –“Guía para Sobrevivir a Idiotas: Cómo Lidiar con Gente Que te Trata Cómo Basura”-. En el título de este libro, la palabra asshole se refiere al mal jefe y dicha palabra tiene varios significados peyorativos. En lugar de ellos, preferí usar la palabra idiota.

En su libro, Robert Sutton define diversas formas o métodos para lidiar con los malos jefes que uno se encuentra en el trabajo, o incluso en la vida personal. Pero cuando uno se los encuentra en el trabajo, todo se complica. Quizá en la vida personal uno tiene más salidas, a menos que sea la pareja, lo cual también se complica.

Según Sutton, hay dos tipos de malos jefes. Los que él llama Certificados (ya lo llevan en los genes) y los Temporales (lo malo les va y viene dependiendo de las circunstancias). Sutton identifico las diez mentiras que los empleados se dicen a sí mismos cuando tienen un mal jefe:

1. Negar el presente: “decirte a ti mismo, tampoco es tan malo” 2. La mejora imaginaria: “seguramente esto mejorará”. 3. Falsa esperanza: “las cosas pronto serán mucho mejor”. 4. El mañana que nunca llega: “dejaré este trabajo por algo mejor”. 5 Duele, pero vale la pena: “estoy aprendiendo tanto y haciendo tantos contactos que vale la pena que abusen de mi”. 6. El complejo de salvador: debo soportar, solo yo puedo hacer que las cosas mejoren. 7. No me afectará: “claro que es malo, pero soy fuerte y no me afectará”. 8. Puedo conectarlo y desconectarlo: “puedo manejar la situación sin hacerle caso y no me afectará”. 9. El consuelo del tonto: “Me trata mal, pero trata más mal a los otros”. 10. El pasto no es más verde en otro sitio: “Aquí es malo, pero en otro sitio podría ser peor”.

Si el lector es gerente o jefe, o tiene una alta posibilidad de llegar a serlo, hay cuatro cosas que puede hacer para que mejore el ambiente de trabajo para los empleados, sin importar el tipo de cultura organizacional de la empresa: ser amable, agradecido, positivo y dar el ejemplo.

Cuando los empleados perciben amabilidad de parte de sus líderes, eso provoca más lealtad. La lealtad fomenta mejor desempeño en el trabajo. Agradecer frecuente, generosa y genuinamente a los empleados, no cuesta nada y establece una dinámica positiva en la que todos quieren hacer las cosas muy bien. Ser positivo con los empleados respetando sus valores sin juzgarlos, refuerza la motivación e incrementa la autonomía, reflejándose en el bienestar en el trabajo. Los gerentes y supervisores que dan el ejemplo cuidándose a sí mismos incluyendo buena alimentación, ejercicio, descanso y buen sueño ayudan también a los demás a priorizar su autocuidado.

Los lideres de hoy nunca habían estado bajo tanta presión. Para todas las empresas, este es un momento definitivo, tienen que reestructurarse bajo la presión de evitar la caída de las ventas y seguir con éxito en el mercado. Para avanzar, hay un área esencial en la que las empresas pueden crear un enorme valor social: la satisfacción en el trabajo. La conexión entre la felicidad en el trabajo y la satisfacción puede hacer una gran diferencia en el mundo del trabajo: impulsar la rentabilidad y fortalecer la salud organizacional.

Fuente: McKinsey. www.degerencia.com/jmgc

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