Parece que lo peor ya se fue, los índices de contagios y muertes van en picada. Meseros de bares y restaurantes, policías municipales, civiles “de a pie” se han bajado el cubrebocas; han regresado a la vida cotidiana. Bajo este contexto, la realidad no podría ser otra: hoy sobran bares y eventos para disfrutar de la música en directo. ¿Calidad? De todo hay. El fin de semana pasado “se me pasó” el evento de Leprosy en la Comarca Metalera. Sabía que algo habría, pero simplemente, “se me fue de las manos”. Me di cuenta tarde, cuando probablemente solo hubiera alcanzado a ir en la búsqueda de un autógrafo, una fotografía tras bambalinas. Dentro de “lo malo” del olvido, “lo bueno” es que conozco a la banda y no creo que hayan traído algo nuevo. Como sea, el rock está de regreso.
Vienen más eventos, tributos por todos lados y los tradicionales grupos de bar que tanto entretienen a la raza que solo quiere pasar un buen rato tomándoles una chela con su peor es nada o con su grupito de comparsas. Propuestas también hay, solo hay que rascarle. Mi estimadísimo “Pato” se lamenta que haya “empalme” de eventos, lo que no es de ahora; que no está bien, pero tampoco está mal. Entonces, ¿por qué se empalman los eventos? Vamos paso a paso, a ver si llegamos a algo. En primera, nadie está obligado a checar la agenda de otros para ver si se puede o no usar ese día para hacer un “toquín” o concierto… aunque no estaría de más checarlo, precisamente para no empalmar y dejarle al consumidor la opción que pueda asistir a los dos. Por supuesto, también los organizadores se verían beneficiados, si se organizaran mejor.
Segunda, está la agenda del artista que viene de otra ciudad; ¿qué fechas disponibles tiene para viajar? Muchas veces, hay que ajustarse a eso. Tercera, los bares duraron mucho en estado vegetativo, ávidos de abrir sus puertas y meterse de lleno a la acción; anunciar bandas, presentaciones, se convirtió en una urgencia y necesidad. Entiendo la inquietud del “Pato”; ¡qué bueno sería tener una agenda de eventos de rock en la Comarca en la que chocaran los menos, para poder asistir a los más! Pero como pronto le contestaron por ahí: no importa si se empalman o no, de todas formas la gente no va ni uno ni a otro. Además, dicen que el sol sale para todos, ¿no? Consecuencias de aspirar a ser una metrópoli. Habría que checar si en alguno de esos “empalmes” existe la intención de “fregar” al otro, una práctica que a nivel nacional se da y que no hace tantos años, también se podía notar acá.
De ahí en más, que viva la diversidad… en la música, por lo menos. Qué mejor que haya opciones y clientes para todo, eso sería lo ideal, y no tener queandar haciendo sondeos en redes sobre si “apoyarían” tal o cual evento; háganlo y ya. Son apuestas; se ganan, se pierden, se arriesga. En todo caso, ¿por qué no hacer un estudio real de mercado a ver si conviene traer a “equis” banda? No pasa de que volvamos a ver a las mismas de siempre sobre los mismos escenarios… y ni cómo quejarnos, son las que venden.
Estén atentos a lo que viene: Trágico Ballet, Introtyl, Mexican Brutality, Kalavera Aztekah, Luzbel... al menos esos están anunciados, y los cientos de buenos tributos que hay en la región. Hagan también publicidad. Inviten a raza, hablen con medios, sean más divulgativos.
Por estos días, bandas del calibre de At The Gates y Darkthrone estrenaron producciones: The Nightmare of Being y Eternal Hails. ¡Qué decir! En sus respectivos subgéneros, son marcas registradas. De un lado, el ‘death’ melódico de la escuela de Gotenburgo, ahora con un toque más sombrío, introspectivo. Del otro, el ‘black metal’ de estudio, bien hecho, calculado, con voces nauseabundas y una atmósfera total de muerte y desesperanza. Con ‘riffs’ sencillos y afiladas guitarras. Cinco temas para disfrutar. Ambos discos tienen que estar en la colección.
Por hoy me despido, mis queridas creaturas de la noche. Que el poder del ‘heavy’ caiga sobre todos ustedes. Dejo abierto los canales de la comunicación: La Música del Dihablo [Facebook y YouTube], @VozdelDihablo [Twitter e Instagram].