Esta señora se llama doña Clelia y vive en el Potrero de Ábrego. Tiene 80 años de edad, y está aprendiendo a leer y a escribir junto con los niños de la escuela.
Doña Clelia conoce ya la A por las patitas y la O por lo redondo. Sabe que la M tiene la forma de los picos de la sierra, y que la S es como una viborita.
¿Por qué doña Clelia quiere aprender a leer y a escribir a sus años? Porque su nieta menor, que se llama como ella, se casó y se fue a los Estados Unidos. Desde allá le envía al rancho -le llegan en el autobús- cartas que ella no puede leer ni contestar.
Ayer estuve en su casa porque me invitó a tomar un tecito de yerbanís. Tomé mi pluma y escribí algo en una hoja de su cuaderno.
-¿Qué dice aquí?
Leyó:
-Clelia.
Luego ella escribió trabajosamente algo con su lápiz y me preguntó:
-¿Qué dice aquí?
Leí:
-Clelita.
¡Hasta mañana!...