ME HABRÍA GUSTADO CONOCER A ESTA SEÑORA, DE FRANCIA, NATURALMENTE..
Sabía vivir la vida; la vivía con goce para ella y para el prójimo. La reina, que sentía la obligación de cuidar las buenas costumbres de los otros -esa plaga existe todavía-, determinó que la vida de aquella mujer era desarreglada, y le envió a uno de sus ministros con la orden de que escogiera un convento a fin de recluirse en él.
-Informad a Su Majestad -dijo ella al mensajero- que escojo el convento de los franciscanos.
Ese claustro era famoso entre las damas porque había en él muchos hombres jóvenes y guapos.
La reina se indignó al conocer la desfachatada respuesta de la joven. La llamó, y personalmente le ordenó ir al convento de las Damas Arrepentidas
-Bien quisiera cumplir la orden de Vuestra Majestad -le contestó-, pero sucede que ni soy dama ni estoy arrepentida.
Me habría gustado conocer a esta Hermosa francesa. Sabía que no hay pecado en buscar la felicidad sin hacerse daño uno mismo y sin hacerlo a los demás.
¡Hasta mañana!...