Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

BARAJA FRANCESA

CLAUDIA GUERRERO S.

En el ejemplar de enero de 1836 de El Mosaico Mexicano se publicó un artículo titulado "Los naipes"; en él se afirma que en México se jugaba en todos los climas, para distraerse en las largas noches o en el medio día, para pasar una activa ociosidad, para matar el tiempo, para olvidar miserias o por la esperanza de ganar; el juego de cartas que describe corresponde al de la baraja francesa y el autor interpreta en su grafía a los 12 signos del zodíaco, en sus colores rojo y negro a los 2 solsticios, en sus  palos a las 4 estaciones y en sus 52 cartas a las semanas del año.

Hacia 1854, Paul Boiteau D'Ambly Boiteau (1830-1886), en su libro Les cartes a jouer et la cartomancie, escribió que los naipes tienen su origen en Asia, que se conocieron en Europa en los primeros años del siglo XIV a través de los egipcios, y que llegaron a Francia durante el reinado de Carlos V en las barajas del tarot provenientes de España. Según el padre jesuita Menestrier (1631-1705) la correspondencia de los palos españoles y franceses respectivamente es así: el clero es representado por los cálices y por los corazones, la milicia por las espadas y por las picas, la burguesía por las monedas y los diamantes, y la gente del campo por los bastones y los tréboles; además dice que  los reyes concuerdan con los cuatro grandes imperio: Carlos (alemán, corazones), César (romano, diamantes), David (hebreo, pica) y Alejandro (griego, trébol).

En el siglo XV, cuando reinó Carlos VI y con la influencia de las ideas caballerescas de la época, aparecieron las reinas al lado de los reyes, gracias al invento de la xilografía o grabado en madera las cartas se popularizaron, y al darle valor a las cartas resultaron distintas combinaciones de juegos, entre los que está el piquet o juego de los cientos que fue uno de los pasatiempos predilectos de Carlos VII y del gigante Gargantúa de Rabelais;  se consolida el modelo de las barajas francesas con la aparición del "as", que es una palabra latina que significó "principio" entre los romanos y que se refiere a una libra de cuero que fue lo que utilizaron como su primera moneda. 

La Revolución Francesa cambió la forma de gobierno y pretendió borrar todos los signos de la monarquía: los reyes cambiaron por filósofos (Moliere, La Fontaine, Voltaire, Rousseau), o por sabios (Catón, Solon, Rousseau, Brutus), o planetas (Júpiter, Neptuno, Plutón y Saturno), y las reinas por las virtudes (prudencia, justicia, unión y templanza) o por las libertades (de culto, de profesiones, de matrimonio y de prensa). Otra de las variantes que impone el modelo francés es el de la representación de  dos cabezas simétricas con la finalidad de que pudieran ser vistas sin girarlas y aunque es difícil precisar el momento en el que aparecieron ya se encuentran impresas hacia el final del siglo XVIII.

Entre los juegos de azar, las cartas resultaron menos monótonas que los dados y entre los distintos modelos el de las barajas francesas es el que se utiliza para jugar al póquer, al bridge o a la canasta; consta de 52 cartas, con trece distintas por cada uno de los cuatro palos (corazones, diamantes, picas y tréboles) en rojo y negro, lo que da una cantidad infinita de combinaciones en los espacios muestrales de eventos probables.

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