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Abriendo el baúl de los recuerdos, esos que parecen olvidados, saltó de la nada una fecha mágica: 4 de marzo de 2007 (gracias, César Santos). Aquella noche endemoniada, se presentó Deicide en Torreón. Por aquellos días, se dice, había escena en La Laguna; 14 años no son nada. Sin embargo, cuentan los legendarios que la escena real fue en los 90, para aquellos que atestiguaron la tradición del centro cultural Tahoneros o, mejor aún, de los festivales realizados providencialmente en la Alianza y Gómez Palacio. Demasiado 'true' para ser cierto. 

Sea como haya sido, dicen que la historia la cuentan los triunfadores, y ¿quién puede sentirse ganador en esto del metal? Al menos en el nivel del que hablamos. No quedan más que anécdotas e historias mochas, esas que se cuentan en las carnes asadas y borracheras de banqueta; "¿te acuerdas, güey?". Al día siguiente, todo sigue igual. 

Lo de hoy es traer shows de 'covers' con músicos que fueron parte de una historia aledaña, más 'mainstream', comercial o influyente entre las masas. Y quejarnos, quejarnos de todo. 

Las verdaderas estrellas del metal se pasean en las calles. Cuenta Héctor Becerra que él tuvo a los músicos de Deicide (Glen Benton, Jack Owen, Ralph Santolla y Steve Asheim) en cabina por aquel año, luego los vieron caminar sobre la calle Acuña y avenida Morelos; entraron al Local Metal y de ahí, tomaron un taxi. 

Hace unos dos o tres años, todavía se podía ver a los integrantes de Gorgoroth ingresar con curiosidad al Mercado Juárez (toda ciudad mexicana que se respeta tiene uno) y tomarse fotos con el policía metalero o la "seño" de los caldos. Por estos días, cuentan, los tres veces internacionales de Transmetal recorrían fayucas en colonias del oriente de Torreón. Así las cosas. 

¿Y por qué ya no viene nadie "chido"? Nos preguntamos a veces. "Es que nadie apoya", responde al unísono una multitud inconforme, conformada igual por promotores, bares y uno que otro ciento de escuchas y "opinólogo" especializado. ¿Quién se atreve en la actualidad a invertirle de su bolsa a un tipo de música en el cual, está probado científicamente, se sufre más de lo que se goza? ¿Quién apuesta por el rocanrol? Ni para ser 'hater' deja la profesión. 

Es por eso que recurrir a la "vieja confiable" siempre constituye una respuesta factible. "Tráete" a alguien "famoso", venido a menos, pero que aún mantenga su nombre. *Nota (para que nadie se ofenda): el "venido a menos" no es peyorativo, es una realidad; salvo Bunbury o Cerati, Dio u Ozzy, ¿quién ha sido más famoso como solista que con su grupo? (John Corabi, Neil Turbin y Paul Di'Anno lo saben).Y la fórmula funciona. Y es bonito. Y está bien. Es lo que hay y nadie está obligado a beberlo. *Nota dos: las bandas de 'covers' (bien ejecutados) también funcionan. Anótenle.

Ahora imaginemos toda esta parte de nuestra cultura en una ciudad que tiene que sumar un par de municipios más del estado vecino para rebasar el millón de habitantes, más las comunidades cercanas dentro de sus propios límites fronterizos nacionales. O sea, Torreón, Gómez, Lerdo, Matamoros, San Pedro, Madero y demás. De ese millón de humanos, descontemos el amplio porcentaje que no gusta ni practica del rock o el metal. Quitemos luego a los pobres de espíritu o de bolsillo, a los mandilones, a los que trabajan en horarios complicados, a los apáticos, a los cansados, a los que nos peleamos con ciertos promotores, a los que solo asisten a eventos cuando tocan sus compas y así… ¿cuántos quedan de pie? ¿Ven? No es que "nadie apoye". 

¿Dónde quedaron aquellos entusiastas promotores de hace 10 años? De los de antes, ya mejor no digo nada. Muchos crecieron… en otros ámbitos, otros desertaron o se hicieron a un lado (sus razones tendrán). Aunque no falta quien busque su oportunidad para regresar.  

La lucha continúa. Los foros van y vienen, hoy con menos aforo. Algunas leyendas se mantienen vivas y otras se alimentan día con día. El rock no es una moda. Se trata de reinventarse. De volver a fracasar, una y otra vez, para que al final (un día, no importa cuándo, cómo ni dónde) podamos decir: lo logré. 

Al fin y al cabo, a veces solo se trata de sobrevivir. 

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