Por lo general, cuando hablamos de la importancia del lenguaje nos enfocamos más a la comunicación que generamos con los demás, de cómo nos expresamos y de las ideas que queremos transmitir y de las que recibimos. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto que, dentro de nuestro pensamiento, el lenguaje tiene el importante papel de darle forma a lo que pensamos.
Cada uno de nosotros le damos sentido al mundo en que vivimos dentro de nuestra cabeza, en nuestra mente; ahí creamos la realidad que nos rodea… sí, aunque nos suene "muy fumado". En este sentido, el lenguaje que utilicemos es determinante a la hora de moldear esta realidad.
Luego la cosa se pone difícil para nuestro cerebro, porque el pobre tiene que estar constantemente procesando la gran cantidad de información que nos llega. Qué padre sería que nuestro cerebro pudiera procesar a profundidad todo lo que llega a nosotros, pero la verdad es que no es así, simplemente porque no es práctico.
Entonces, nuestra "computadora que llevamos sobre los hombros", el cerebro, para poder tomar decisiones y desplegarnos esa realidad permanente, debe basarse en los pensamientos que ya había creado antes, es decir, en el aprendizaje, y confía en que los pensamientos almacenados previamente son válidos… por eso luego es tan difícil cambiar ideas que ya están muy bien almacenadas -y desarrolladas- en nuestra cabeza, sobre las cuales se fundamentan muchas otras que se crearon posteriormente.
En todo este proceso de pensamiento, el lenguaje es el medio que categoriza a cada elemento y le proporciona un nombre. Si hay un elemento nuevo que está entrando a nuestro pensamiento y no tenemos información suficiente al respecto, nuestro cerebro toma la información de algo similar que ya conocemos y utiliza el lenguaje para categorizarlo, aunque aquella cosa no sea realmente lo que nuestro cerebro piensa.
Por ejemplo, si conozco bien a esos animalitos -a veces, realmente son animalotes- que llamamos "ratas" pero nunca he visto ni conozco a una ardilla, es entendible que cuando vea a una -una ardilla- pueda pensar que es una rata… y uso el lenguaje para categorizarla así… "¡ahí hay una rata!" Pero pues no, en realidad es una ardilla… con cara de rata, pero así es.
En esta dinámica mental que hacemos constantemente, para mí, de lo más interesante es ver el papel decisivo que tiene el lenguaje y por eso creo que entre más nutrido lo tenga uno -el lenguaje, digo- el proceso de pensamiento es más eficiente y exacto.
Esta es una poderosa razón por la que nos conviene conocer más a nuestro lenguaje, leer más, tener una biblioteca mayor de conceptos que permitan definir claramente todo lo que está alrededor. Así, un lenguaje más amplio nos permite tener un mejor pensamiento.
Interesante, ¿no le parece?
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.
ME PREGUNTA:
Lizzeth Juaristi: "Cuando señalo a alguien de ladrón, ¿lo 'tacho como' ladrón o lo 'tacho de' ladrón?"
LE RESPONDO:
En ese caso, el verbo "tachar" se debe usar con la preposición "de". Por ejemplo: "la señora me tachó de ladrón".
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:
Me gusta tanto pasear, que cuando me dijeron: "hable ahora o calle para siempre…" elegí andar en la calle para siempre.
